Encontró la forma de escaparse de allí.
Vale. Quizá exactamente "escaparse" no era la palabra adecuada, porque seguía en esa boda, con ese traje puesto y con un anillo ahora colocado en su dedo anular, pero al menos sí pudo encontrar un lugar aislado y escabullirse: ahora se encontraba en una bodega que estaba detrás del jardín, en donde sólo habían algunas sillas y mesas plegables y en donde ningún idiota de cabello oscuro, sonrisa estúpida y voz irritante podría encontrarlo.
Taehyung buscó desesperadamente su celular, tanteando con sus manos los bolsillos del pantalón y del saco, pero este no estaba allí. Soltó por lo bajo alguna grosería y golpeó con la punta del pie una de las sillas, lo que provocó que esta se tambaleara y tirara la hilera de otras sillas que estaban en frente, causando un ruido estruendoso que le aturdió.
Ya era oficial: se había casado con Jeon Jungkook.
Pensó en lo increíblemente absurdo e irreal que parecía ese día que incluso consideró que podría escribir un jodido guión y enviárselo a alguna televisora que sin dudarlo dos veces convertiría su historia en una película cliché. Es que de sólo pensarlo le invadía un sentimiento extraño que le provocaba ganas de reír, pero también una sensación de querer lanzarse contra el suelo en posición de boca abajo y quedarse allí hasta que alguien viniera a su rescate, igual que una princesa encerrada en un castillo (en su caso, una bodega llena de sillas) que está siendo acechada por un feo y odioso dragón (Jeon Jungkook) y espera a su lindo príncipe (Sí, Namjoon). Si cerraba los ojos con fuerza quizá podría imaginar que estaba en algún lugar distinto, tal vez sentado en el estudio de pintura de Namjoon viéndolo pintar y si su imaginación se apiadaba de él y le permitía viajar todavía más allá, entonces podría sentir que sus fosas nasales distinguían ese característico y exquisito aroma de los acrílicos y el té.
Quiso fantasear un poco.
—Esta boda es un sueño —se dijo en voz baja, con los ojos cerrados y sus dedos yendo intranquilos de arriba hacia abajo a través de sus brazos—. Yo no estoy casado con ese idiota... Sólo es un sueño. En un par de segundos sonará la alarma y entonces este sueño por fin se acabará. Si no logro escuchar la alarma, entonces vendrá Namjoon para despertarme con un beso suyo y todo estará bien. Sólo tengo que esperar unos segundos y...
Abrió lentamente un ojo. Nada.
Taehyung seguía allí.
Soltó un largo suspiro lleno de decepción cuando vió las sillas plegables todavía tiradas y no la cara bonita de Namjoon que tanto quería y necesitaba tocar y ver con tanta desesperación, ya que de lo contrario podría volverse loco y en serio empezaría a escribir su guión.
Igual que un niño a quien no le han comprado un bonito juguete exhibido en una vitrina de una tienda, Taehyung golpeó el suelo con los zapatos en un acto pueril. Volvió a patear las sillas, se sentó en el suelo, sus brazos abrazaron las piernas flexionadas contra él, luego ocultó su cara y empezó a balancearse hacia adelante y hacia atrás en silencio.
—¿Por qué hiciste esto, Taeho? —él preguntó en un hilo de voz titubeante—. ¿Qué te hice?
Estaba al borde del llanto y sentía que sus ojos escocían por las lágrimas que estaba conteniendo en dejar salir.
Se preguntaba si había sido un mal hermano con Taeho. Si había hecho algo que pudiera herirlo y esta era su forma de vengarse por ello. Entonces, tuvo la imagen de un proyector de diapositivas de tipo carrusel que se encendía y le enseñaba fotos de las cosas que le podía haber hecho a Taeho en el pasado que lo hubieran alentado a hacerle eso. El proyector le enseñaba varios recuerdos, algunos nítidos y otros que pensaba que ya había olvidado y sin embargo, allí estaban. En uno de esos olvidados y casi insignificantes recuerdos, se encontró regresando al cumpleaños once de Taeho. Su hermano estaba en un rincón de su habitación y se balanceaba hacia adelante y hacia atrás en una postura exactamente igual que la suya. Taehyung no lograba distinguir ningún sonido, pero por la forma en la que la cabeza de Taeho se sacudía, supo que lloraba. Él no tenía que adivinar el porqué. Lo sabía: Taeho lloraba por su culpa. Afuera de la ventana de la habitación se podía ver hacia el jardín. Los compañeros de clases de Taeho de entonces, jugaban y saltaban por todo el lugar: en la piscina, en el castillo inflable, en los columpios. Taehyung estaba lejos de todos ellos, sólo observando. En la mesa principal del jardín había un gran pastel de frutas que la cocinera había preparado para los invitados. Taeho y él tenían una dieta con una regla: Nada de dulces, sin excepción. Sin embargo, ese día un pedazo del pastel había sido hurtado por uno de los hermanos. En un principio, sus padres habían señalado a Taehyung, ya que él era el que solía escabullirse en la cocina y agarrar cualquier postre a su alcance: galletas, cupcakes, helado. Pero cuando se lo habían llevado para encerrarlo en su habitación, Taehyung se encontró gritando y acusando a Taeho. Ninguno le creía a Taehyung, porque su hermano siempre había seguido todas las reglas, así que le gritaron a su vez advirtiéndole que estaría castigado por mentiroso y por desobediente. Sin embargo, cuando Taehyung señaló a Taeho, su hermano se limpiaba el dulce de pastel que había caído sobre sus pantalones. Luego de eso, encerraron a Taeho en su habitación y lo castigaron por hurtar el pedazo de pastel de frutas.
ESTÁS LEYENDO
Esposo Sustituto || KookV
Fiksi PenggemarCuando su hermano mayor decide huir a tan sólo treinta minutos de que inicie su boda con el hijo menor de la familia Jeon, Taehyung se ve obligado a ocupar su lugar, convirtiéndose en el esposo sustituto.