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El sol de mediodía iluminaba el cielo, la calidez del astro vitalizo la energía del samurái. Jiraiya sentía como el calor penetraba su armadura, su piel y sus huesos, su cuerpo recibía con total gratitud semejante estimulo, sintió disminuir sus dolencias físicas y, como era de esperase, todo a su alrededor le pareció más claro.

La nubosidad que cubría el cielo se despejó casi por completo y la naturaleza parecía revivir. Cobró vida el frágil brote del pasto y de las hojas de los árboles, se escuchaba entre los algunos matorrales los chillidos de pequeños roedores. Con cada paso, la nieve comenzaba a derretirse dejando a la vista un terreno lodoso.

Tsunade lideraba la expedición, y Jiraiya la acompañaba por detrás, junto con la joven Mitarashi. A cada paso el sendero parecía estar cada vez más libre de las malezas y arbustos, y los abundantes árboles que los rodeaban parecían disminuir en cuanto a variedad y cantidad.

Los tres viajeros caminaban sin hablar, siendo sus pisadas y sus agitadas respiraciones el único sonido que emitían. Pasando un breve lapso de tiempo, los dos samuráis se detenían y guiados por su instinto básico de supervivencia examinaban la zona que los rodeaba con el mayor detenimiento, las emboscadas eran una estrategia básica de ataque en zonas boscosas, pero para dos guerreros experimentados, los mínimos detalles anormales acentuados en su entorno delatarían a un escuadrón de ataque.

A lo largo del trayecto la mente del samurái no podía dejar de enfocarse en la joven Anko. La desconfianza era una cualidad innata en él, una que desarrollo muy bien con el pasar del tiempo. No importaba las reprimendas que Tsunade le diera. Para Jiraiya, Mitarashi era una mujer que ocultaba dobles intensiones y, el hecho de que su compañera, no estuviera dispuesta a revelarle información que correspondía a la susodicha, solo aumentaba su incertidumbre.

«¿Sera acaso un problema?» meditaba para sí mismo mientras observaba a Mitarashi de espaldas a él «Si ella se interpone en mi camino de justicia contra Orochimaru no tendré compasión.»

En un gesto de fría resolución el samurái se aferró con fuerza a la tsuka* de su katana.

«La mataré a ella y a esa serpiente»

❦𝗥𝗲𝗴𝗿𝗲𝘀𝗼 𝗮 𝗰𝗮𝘀𝗮 ➻【Tsunade y Jiraiya】Where stories live. Discover now