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▂▂▂▂▂▂ XII ▂▂▂▂▂▂
𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐈𝐈: ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴜɴᴀ ᴇꜱᴘᴀᴅᴀ ʀᴏᴛᴀ ᴘᴜᴇᴅᴇ ᴅᴇᴄɪʀ.
» Al despertar de mi letargo me encontré en un tiempo y espacio totalmente desconocido. Recuerdo estar tumbada sobre un cómodo futón, mi cuerpo caliente y sudoroso estaba cubierto de vendas y una gaza húmeda cubría mi frente. Intenté incorporarme; pero un mareo mezclado con nauseas me lo impidió.
Con poco tiempo y con mis capacidades cognitivas limitadas, intenté excavar en lo profundo de mis recientes memorias. Recordaba haber sido prisionera de Tsunade ‐ Sama y todos los negativos sentimientos que su sola presencia me despertaba, recordaba mis frustrados intentos para darme muerte y, ante todo, recordaba la inigualable sensación de ser la fuente del designio de Orochimaru, lo que paso después ... Nada se materializaba en mi mente. No podía recordar nada y eso me volvía un manojo de nervios. En medio de esas tormentosas meditaciones, escuché ligeros pasos acercarse a mi habitación, poco tiempo después oí el... descorrerse y, frente a mí, se encontraba una miko* ataviada con sus atuendos tradicionales.
»—¿Dónde estoy? ¿Quién eres? —le pregunté. Para mi desgracia, mi necesidad legitima de saciar el conocimiento sobre mi estado actual, venció a mi necesidad de mantener mi lengua subyugada.
»—Estas en el templo Fushimi*soy Ikumatsu Haruno. Sacerdotisa de este templo y, desde ahora, tu curandera personal.
»—¿Q–Qué? No... Lo entiendo.
» Aun no tengo del todo claro si fue mi expresión de puro temor y desconcierto o el lamentable estado de mi salud física, pero el semblante austero y estoico de mi joven anfitriona cambió. Al acercarse a mi lado, su rostro dio el brote de la lastima y la compasión dirigidos hacia mi persona.
»—Tranquila, no hay nada que temer —me dijo, con la más dulce de las voces.
Semejantes sentimientos dirigidos hacia mí me llenaron de rabia. En esos momentos lo que menos deseaba era la compasión, aún menos cuando provenía de la cómplice del enemigo.
