Capitulo 6: Ansiedad prehistórica.

32 3 0
                                    

-"Qué pasa Antonio, estás bien?"- Formuló de inmediato el organizador de la junta. -"Claro Fernando, me pareció reconocer a Vanesa, ¿Disculpa te he visto antes?"- Preguntó el joven militar mientras la miraba petrificado. -"Por supuesto me has visto antes, me entristece que no sepas donde se dio nuestra interacción... Me contrataste para tomar unas fotografías. ¿Lo recuerdas?"- La jovencita sonreía de forma pícara y agresiva, aunque sus ojos denotaban lo mucho que se estaba divirtiendo. Fernando se levantó de su silla y procedió a bajar la pizarra que tenía detrás de él, llamando la atención de todos en esa sala. -"Bueno, ahora que ya todos conocemos a Vanesa podremos empezar a trabajar con ella, la señorita Robles no solo va a ser mi secretaria si no que será también quien nos informe como es la vista pública de éste equipo, cada vez que hagamos algún movimiento en el ojo del espectador tendrá que ser discreto y sin malentendido alguno, no queremos que nos sigan, ya que si bien este proyecto no es de máxima confidencialidad, si necesitamos una buena imagen, desde ahora siempre que queramos tratar un tema importante acerca del proyecto en cualquier concepto deberemos citar a una junta en mi despacho o en todo caso en el dragón de Jade, ¿Dudas?"- Fernando se veía bastante frío ante tal discurso. -"Yo tengo una duda"-. Indicó Antonio -"¿De qué puta coladera sacaste a ésta mona cilindrera?"- Vanesa miró a Antonio con una sonrisa en los labios. -"Por favor Antonio no le hables así a la señorita Robles..."- Intentó concluir Roberto, sin embargo Vanesa interrumpió. -"Tranquilo Roberto, sé perfectamente cómo tratar con ésta clase de orangutanes. (se aclaró la garganta) Tal vez deberíamos empezar a llevarnos mejor. ¿No cree señor Ramírez? Entiendo perfectamente que en la milicia no saben tratarse como personas, se hablan como si fueran una bola de malditos puercos, sobre todo si tienen un buen rango, rangos altos como ser General Brigadier no tienen ningún tipo de consecuencia... ¿O si las tienen?  Porque me he llegado a enterar de cada cosa con esos militares..."- Antonio se levantó con un rostro ensombrecido y apretando fuertemente la mesa con las manos. -"Tener un rango alto es demasiada responsabilidad, necesitamos hablar de esa forma, señorita Robles, pero tiene razón, le ruego me perdone por hablarle de esa forma"-. Roberto y Fernando se miraron el uno al otro con los ojos abiertos como platos, no se creían lo que presenciaban. -"Sé muchas cosas de ti Antonio, no te conviene hacerme enojar"-. Una carcajada estruendosa se esparció por el aire, dejando doblemente confundidos a todos en la habitación. -"Escucha bien chupa rumores, voy a hablarte con el debido respeto cuando te lo ganes, ¿Quién putas te crees para venir a amenazarme? Tus padres nunca te enseñaron a no abrir el perro hocico frente a un mayor, pero si es necesario seré yo quien te enseñe. Por si tenías dudas, tampoco me detendré de arrancarte todos y cada uno de tus pendejos deditos usando una cuchara desechable solo porque eres mujer. Amenázame cuanto quieras, pero como te descuides te voy a puto embolsar con mis propias jodidas manos. ¿Me entendiste mocosa?"- Antonio le soltó el cuello de la blusa a Vanesa después de haberle gritado como nunca lo habían hecho. Vanesa solo atinó a sentarse, de repente le temblaban las piernas, pero antes de dar por finalizado el asunto le contestó una última cosa al General de las fuerzas especiales. -"Escúchame bien tu a mi, intimídame lo que quieras, pero créeme cuando te digo que no temo morir a cambio de la verdad. Haré reportajes de las muertes de mi puta familia si hace falta"-. Roberto y Fernando estaban pálidos, sin saber exactamente que debían hacer. -"Las reglas ya están escritas, juega bien tus cartas Vanesa Robles, un fallo y tu lindo cerebro acabará embarrado por ahí"-. Fernando por fin se levantó de la silla y tomó a Vanesa del brazo sacándola al patio de la planta baja. -"Venga señorita, le voy a comprar un café, creo que se puso un poco intensa la primera reunión"-. Ambos salieron a comprar el café a doña Susanita una señora que se ponía en la esquina por las mañanas vendiendo café, atole, chocolate y champurrado. -"Tony, creo que será mejor que salgamos de aquí, creo que te hará bien tomar un poco de aire fresco"-. Roberto le tomó la mano de el militar dando leves tirones para sacarlo de ahí. Las manos de Antonio estaban temblorosas y él no pronunciaba palabra, había entrado en un tipo de estado catódico. -"Suéltame mariquita"-. Dijo Antonio entre murmullos, sin cambios en su expresión facial, Roberto sintió  un estrujo en el corazón, pero no dejó que ese momento le impidiera seguir su objetivo, veía claramente que Antonio necesitaba ayuda, no lo abandonaría por más que él lo odiara.

Héroes de la noche: sangre y esperanza (En curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora