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El destino es incambiable, por más que se intente modificar aquello que ya está escrito, siempre terminará con el mismo final. Por eso, la única manera de evadir lo que ocurrirá, es engañar al destino.
Aria sabe muy bien cuál es su destino, al igual que el de todos aquellos con los que entabló alguna conversación con ella. Recuerda cada uno de los rostros de aquellos con los que se cruzó, junto a lo que están destinados a ser. Por más que se tratara de una persona que no vió hace años o con la que sólo intercambió pocas palabras, ella lo recuerda todo.
Con el tiempo, Aria comprendió que era imposible engañar al destino, por más que se alargue, siempre acabará ocurriendo. Todas aquellas personas a las que conoció y descubrió sus finales, terminaba ocurriendo tarde o temprano.
Aria no sabe el futuro a ciencia cierta, para nada. Únicamente sabe el final de cada persona, el cómo terminará sus caminos. Pero es incapaz de cambiarlo y mucho menos saber qué es lo que los llevará a dicho final.
Desde tiempo intentó evitar el destino de sus personas más cercanas. No obstante, lo único que provocaba era alargar el final de ellos, y por ende, su sufrimiento.
Si bien podría considerarse algo positivo para algunos, para ella es algo doloroso de saber, en especial cuando se trata de destinos crueles. El saber que no puede evitarlo le duele el alma, o al menos así era.
Se mantenía quieta en su posición mientras Gon hacía pulsos con un hombre de cabello largo atado en una coleta. La increíble fuerza del hombre hacia que la mano de Gon golpee una y otra vez contra aquella piedra que usaban como mesa. Su dorso se veía herido y pequeñas gotas de sangre salían.
Killua, preocupado, intentó acercarse a su ayuda, pero fue acorralado por Hisoka quien lo amenazó con una carta contra su yugular, provocando una ligera herida en dicha zona. Ante esto, Killua miró de reojo a su amiga que permanecía sin cambiar su expresión en absoluto, sintiendo cierta molestia al ver su típica sonrisa y no reaccionar en ayuda a Gon.
Si bien Killua no sabía las habilidades de Aria, podría saber con certeza que tenía la suficiente experiencia como para ayudarlos a escapar. No era necesario pelear ni nada por el estilo, sólo escapar.
—No estés molesto— Habló Aria, sorprendiendo al asesino retirado. Killua sintió que su mente fue leída por ella y no pudo evitar abrir su boca —Todo saldrá bien— Tranquilizó extendiendo levemente su sonrisa, transmitiendo cierto confort al joven.
Aún así, eso no evitó que Killua frunciera el ceño con inconformidad ante el actual de la mujer. Le causaba conflicto verla tan tranquila mientras Gon se queja y su mano era destrozada lentamente. Ver que ella no actuaba, hizo que pensara pasajeramente en que quizás a ella no les importaba y como si se tratara de un descubrimiento, volvió a llegar en su mente la sensación que tuvo al verla por primera vez.
Esa desconfianza que, de alguna manera, se olvidó al hablar con la cazadora y que ahora volvía a hacerse presente. La presencia de Aria era sin dudas inquietante e, incluso, atemorizante. Había algo en ella que Killua era incapaz de explicar, algo que le decía de mantenerse alejado e, incluso, miedo de hacerla molestar por las posibles consecuencias.
