...
❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈
Aún había silencio en la habitación de la Finca Mariposa. Un silencio que ensordecía los atentos oídos del Pilar del Viento.
Tres semanas habían pasado ya, tres semanas en las que el Pilar del Agua se encontraba sin dar alguna señal de seguir con vida.
El Pilar del Insecto seguía pasando recurrentemente a revisar el estado de su amigo, si bien no podía desatender al resto de sus pacientes, era claro que uno en específico captaba su atención, el Pilar de mechones negros y ojos azulados que se encontraba postrado en la blanca cama dentro de la Finca Mariposa. Había hecho hasta lo imposible por mantenerle con vida, había perdido muchísimos líquidos y muchísima sangre, estaba conectado a un cable que a su vez se conectaba a unos frascos que administraban líquidos y medicamentos continuamente.
Ya había sido visitado por todos los Pilares, algunos ordenándole que ya se levantara porque tenía trabajo por completar tras la falta de Rengoku Kyojuro, otros diciendo que ni siquiera se acordaban de quién era, otros rezando por él, unos llorando por él, otros diciendo que no era muy fancy de su parte seguir durmiendo y uno en específico que no se había alejado de él en ningún momento.
Uno que a pesar de todo le hablaba como quien hablaría con un amigo de toda la vida.
—Hoy vinieron los mocosos a buscarte de nuevo. Dicen que irán a una misión en el Distrito Rojo.— la voz cansada y rasposa era lo único que ambientaba la sola habitación en donde se encontraba recostado Tomioka, claro además de la ocasional gotita de medicinas que se deslizaba a su vena. Había pasado ya tanto tiempo que era imposible decir si Tomioka Giyuu al despertar sería el mismo Pilar que alguna vez se durmió.— Se quedaron a esperar que despertaras pero se tuvieron que ir después de una hora. El frentón dijo que su madre le contaba de una princesa que despertó tras varios años con un beso de amor. ¿Puedes creerlo? Quería golpearle la cabeza pero esa mierda es dura como una roca.
El Pilar del Viento jugueteaba con sus dedos mientras se encontraba sentado a un lado suyo, ya ni siquiera se molestaba en poner excusas del por qué se quedaba a un lado del Pilar del Agua cuando alguien preguntaba, simplemente repetía lo mismo cada vez que alguien le dirigía la palabra.
“Es mi culpa.”
Su corazón se estrujaba cada vez que recordaba el grito casi moribundo de Giyuu pidiéndole que no se fuera, llamándole, que no lo dejara tirado como si fuera un cerdo a punto de ser ejecutado. Al fin comenzaba a conocer más al Pilar del Agua, al fin había conseguido romper un poco su coraza, al fin lo había visto sonreír, y ahora... al fin se había cumplido lo que tanto había deseando por años.
Desde que lo conoció pensó que era un imbécil centrado únicamente en sí mismo, alguien inmaduro y estúpido que se creía por encima de todos. Había perdido la cuenta de las veces que sus arranques de ira le provocaban desearle la muerte a su compañero.
Tal vez era su culpa. Tal vez Dios lo había escuchado hace mucho tiempo y sólo esperaba que se arrepintiera de todo para finalmente quitarle la vida.
“Hijo de puta sin corazón.”
Cada vez que le daba más vueltas al asunto siempre terminaba en él blasfemando contra Dios. Contra todo lo que este representaba. Y casi siempre terminaba disculpándose y pidiéndole que hiciera que Giyuu Tomioka abriera sus ojos acuarela una vez más. Aún si estos lo miraban con odio y desprecio luego de lo que hizo. Sólo pedía verlos de nuevo.
—¿Cuánto más vas a tardarte?— su voz sonaba desesperada, mirando la piel pálida del Pilar rodeada de vendajes, sus labios resecos, las ojeras que antes no se encontraban bajo sus ojos, su cabello sin brillo, sus uñas partidas, su figura magullada. No había un centímetro del azabache que no hubiera memorizado ya.— Sé que merezco que me odies. Pero no mereces morir por mi culpa.
Se encontraba desesperado. En un arranque de emoción su mano se extendió para acomodar un pequeño mechón azabache rebelde que manchaba el rostro de Giyuu.
—No te puedes morir... no cuando lo único que pensaste es que no era justo. Por favor.— su corazón pesaba con cada palabra. Hace tiempo pensaba que lo que sea que ese demonio le hizo era una maldición, las migrañas y jaquecas eran una cruz que cargaría hasta que decidiera suicidarse o que un demonio lo asesinara.
Pero hace tiempo dejó de escuchar el ruido de fondo, los pajaritos que despertaban todos los días haciendo pío, los ruidos de la gente hablando, todo a su alrededor estaba en silencio, se sentía adormecido pero lo único en lo que su mente podía concentrarse era en encontrar un último pensamiento suyo. Algo que le dijera que estaba vivo.
Estaba tan desesperado ya que tal vez en el fondo estaba comenzando a plantearse la estupidez del cuento que el niño Kamado había sugerido.
Casi llegó a golpearse el rostro con ese pensamiento. O sea, sí estaba desesperado, pero no taaaan desesperado.
Casi se rio un poquito por ese sentimiento.
Pero rápidamente sintió su corazón romperse cuando el pequeño ruidito de la gota se escuchó de nuevo en la habitación sacándole del trance. Daría lo que fuera por volver a escuchar un estúpido pensamiento sobre las hormigas. Sólo quería que viniera de Giyuu.
—Por favor...— fue lo único que dijo antes de que su mano se dirigiera a la del Pilar del Agua y la estrujara entre sus propias manos, cerrando sus ojos. Esperando que algo pasara. O que alguien respondiera.
...
Y sucedió cuando abrió sus ojos y se encontró colapsando en el medio de la nieve.
Sus pulmones ardían. Por alguna extraña razón sus pies ardían al mismo tiempo en el que ya no podía sentirlos.
—No quiero morir aquí...—
Escuchó una suave vocecita llena de desesperación y de dolor, hasta que notó que era su propia vocecita, más bien la del niñito que había vuelto a poseer por accidente. Los ojitos del niño vagaron por todo el lugar en el que se encontraba, trataba de levantarse pero estaba tan agotado. La nieve no estaba lo suficientemente densa y comenzaba a hundirse en ella. Cada intento suyo de salir de la nieve lo hundía más y más, atrapando sus brazos y el frío cortando la piel haciendo que tiritara.
—Ayuda...—
Quería gritar pero el frío que presionaba su pecho lo hacía imposible, la nieve que comenzaba a entrar en su nariz y boca le hacía cada vez más difícil el respirar. Hasta que se volvió imposible.
—Te vas a morir de frío si te quedas ahí.— escuchó una voz fuerte, apenas pudo mover su entumido cuello para ver los pies de quienquiera que le hablase en ese momento.
«Ayúdame... por favor»
La pobre vocecita del niño ya no podía escucharse mientras sus ojitos se cerraban. Lo último que pudo sentir fue el impulso de adrenalina que empujó su brazo hacia adelante, aferrándose a la pierna del hombre, no pudo hacer más antes de caer desmayado a la nieve. Pero sí sintió algo suave rodearle y el calor que lentamente le abrazaba.
...
1266 palabras.
Holaa, sé que me desaparecí y prometí que iba a actualizar más peeero me bloquee, no he revisado el capítulo así que díganme si ven alguna falta de ortografía, jijiji.
Creo que ya eso es todo, jijiji los tqm gracias por todo el apoyo, espero que el capítulo cumpla con sus expectativas o algo así.
ESTÁS LEYENDO
Thoughts
ФанфикUn día en el que Sanemi Shinazugawa es golpeado por una técnica demoníaca que le permite escuchar los pensamientos de los demás. Tomioka Giyuu, quien su mente nunca está en silencio. 🍃🍃🍃 Créditos de la portada a Picsart, al chile nada más agarré...