CAPITULO XII

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Ya eres parte de la familia

5 de noviembre de 1957, 5:16 pm.

La hora de la cena ya estaba cerca, el atardecer se apreciaba cada vez más y Ethan aún seguía vagando por las calles de Amherst, parecía un pequeño niño sin techo ni hogar, todas las personas lo veían raro debido al traje de nitromercurio que aún llevaba encima y algunos otros no les importaba.

Después de caminar bastantes calles, Ethan entró a una cafetería con una decoración bastante linda y acogedora, rápidamente entró en calor y se relajó después de haber estado algunas horas caminando y explorando la ciudad, se sentó en una de las mesitas que estaban pegadas a la ventana, recostó su cabeza en la mesa y juntó sus frías manos para ponerlas en su nariz y así calentarse un poco más.

La campanita de la entrada de la cafetería sonó cuando dos adultos tomados de la mano, que se veían bastante felices, entraron a ordenar un café. Ellos se sentaron en la mesa frente a la que estaba Ethan mientras se decían entre si –"Cariño, no sabes cuanto disfruto venir a la cafetería contigo"- dijo la mujer mientras su esposo le ponía la silla para que ella se sentase –"Lo se querida"- replicó el hombre.

Ethan paró la oreja cuando escuchó al matrimonio sentarse en la mesa que tenía a lado, levantó la mirada y los observó con detenimiento, algo en la voz de ellos se escuchaba familiar para él.

- "Querida ¿qué vas a ordenar hoy?"- preguntó el hombre –"No lo sé querido ¿porque no ordenas tu primero? yo iré al tocador un momento"- dijo la mujer mientras se levantaba con dirección al baño. Ethan no podía dejar de ver al hombre frente a él, estaba seguro de que lo había visto antes en algún lado, pero el problema era que no sabía dónde. Unos minutos después el hombre comenzó a sentirse observado hasta que se volteó con Ethan y dijo –"¿Señor está usted bien?, ¿se le ofrece algo?"- Ethan se disculpó diciendo –"O no señor, todo está muy bien, lo lamento es solo que usted se me hace familiar, puedo preguntar... ¿cuál es su nombre?"- el hombre un tanto desconcertado extendió la mano y dijo –"Claro con gusto, verá, mi nombre es Ignacio y ella es mi esposa la señora Bertha"- señalando a su esposa que venía de regreso a la mesa –"¡Espere usted! ¿ha dicho Ignacio y Bertha?"- exclamó Ethan muy sorprendido –"Eso mismo he dicho señor y usted ¿cómo es que se llama?"- pregunto Ignacio –"A si claro, lo lamento, mi nombre es Ethan"- respondió con una voz cortada y ahogada –"Jamás lo hemos visto por aquí señor Ethan, es usted recién llegado ¿cierto?"- mencionó Bertha –"Exactamente, está usted en lo correcto"- contestó Ethan.

Ignacio y Bertha eran los respectivos nombres de sus abuelos maternos, padres de su madre claramente con los cuales solo había tenido la oportunidad de convivir con ellos durante su niñez, ellos murieron cuando Ethan apenas tenía cuatro años, su voz, las historias que le contaba su madre y muchas fotos que el atesoraba, era lo único que tenia de sus abuelos. Para Ethan, ellos siempre fueron una inspiración a pesar de que nunca pudo conocerlos realmente, los recuerdos en su mente eran tan borrosos que era prácticamente como si no recordara nada.

-"¿Gusta usted tomar un café con nosotros? -invitó Bertha a nuestro protagonista – "¡Gracias! en verdad que me encantaría, pero lastimosamente no tengo ni un céntimo encima, digamos que me han robado y me he quedado sin absolutamente nada, solo la ropa que traigo encima"- exclamó Ethan a la muy amable invitación que le había hecho su abuela joven –"¡Por ahí hubiéramos empezado joven! no se diga más, siéntese con nosotros, bébase un café y deje ese trago amargo de su asalto a un lado ¡venga!"- Ethan estaba encantado de aceptar su invitación de tomar un café con sus jóvenes abuelo y abuela tanto que no puso ningún reclamo ni se negó en lo absoluto.

Pasaron las horas y Ethan no podía dejar de disfrutar el momento, sus abuelos eran justo las personas que su madre le había contado que eran amables, lindas, educadas, trabajadoras y tan grandes seres humanos que su meta de ser como ellos y tomarlos como inspiración se fortaleció aún más. – "Hemos disfrutado mucho de su compañía joven Ethan, en verdad que sí, pero ya va siendo hora de retirarnos y dejarlo descansar, si gusta podemos pasar a dejarlo a su casa, dígame... ¿Dónde vive?"- preguntó Bertha – "Lamento decirle que eso será imposible, como dijeron, soy nuevo por aquí y a aparte de no tener ni un poco de dinero, tampoco tengo casa, la verdad es que estoy algo 'amolado' podría decirse"- respondió Ethan –"¡Quiere decir que puede que el café que acaba de tomar con nosotros ha sido su única comida del día si es que ha eso se le puede llamar comida!"- exclamó preocupado Ignacio – "Sus suposiciones son correctas, no llevo nada más que un café en el estómago"- replicó Ethan –"¡Eso es terrible!, cariño que te parecería dejar que el joven Ethan duerma con nosotros y aparte darle de comer algo a este pobre chico"- mencionó Bertha –"Sin duda alguna eso vamos a hacer, ven con nosotros chico, no aceptare un 'no' por respuesta"-replicó Ignacio.

Ethan se calmó al escuchar dicha propuesta que inmediatamente se le colocó una sonrisa en la cara y un alivio en el corazón y en su cuerpo, él ya se hacía comiendo basura y viviendo en un callejón –"Y por cierto chico, solo llámanos, Ignacio y Bertha, deja las informalidades a un lado, ya eres parte de la familia"- mencionó Bertha –"Mi esposa tiene razón, al igual que tu hace unas horas, por alguna razón siento que te conozco Ethan, es muy extraño"- agregó Ignacio

-"Créame señor, no es extraño"- mencionó Ethan mientras salía de la cafetería y subía al carro de sus jóvenes abuelos.

Amor a la Velocidad de la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora