Parte 3

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Al volver lo esperaba una multitud de personas, mas enseguida que bajó se escabulló corriendo y logró escapar de un bulto de preguntas, entrevistas, papeles y personas interesadas nada más que en sus habilidades; escapó del diablo y sus demonios como en Inglaterra aunque no sabía que hacía eso. En lo que corría de allí chocó con una amiga que conocía de la primaria, que era cristiana. Él estaba enamorado de ella y por supuesto Ali, que era como todos le decían, no tenía idea. En realidad se llamaba Aliarina, pero por supuesto casi nadie la llamaba así, de hecho la llamaban religiosa y había sido Rayo el que la llamó Ali por primera vez, y desde entonces la llamaron así.

Aliarina le preguntó cómo lo llamaban ahora y él respondió: Rayo, pero tú llámame como quieras. Ella le dijo: ¿Qué te parece Carlos?, así se llama mi papá que también es mi pastor. Rayo respondió: Mejor Solrac para no ser igual. Una sonrisa salió de ambos rostros y desde entonces tomó ese nombre como el suyo oficial. También se dijo a sí mismo: Este será el día de mi cumpleaños pues en él obtuve mi nombre.

Aliarina era la mejor de la escuela después de Solrac, el cual tan sólo estaba en las clases y el resto del tiempo no se le veía,ni siquiera aunque fuese un minuto libre, no tenía muchas amistades. Los dos sostuvieron una larga conversación en lo que Ali regresaba a su casa. Cuando Solrac le mencionó la fuerza del viento, Ali se puso a pensar, y se dio cuenta de que había sido Dios quien había acompañado a Solrac en el viento. Así empezó un nuevo tema para conversar y Solrac escuchaba con atención todo lo que Ali decía, cada vez más enamorado.

Cuando llegaron a la casa de Aliarina, Solrac le prometió a su amiga que esta tan grande verdad que ella le había revelado, a partir de ese día sería su razón de vivir, aceptó a Cristo en su corazón y le dio el primer lugar en su vida, se convirtió en un cristiano. Eso le dio más razón para considerar ese día el de su cumpleaños, pues nació de nuevo en Cristo. De vuelta en donde se albergaba, guardó sus cosas en un lugar secreto y sacando su guitarra empezó a tocar. Al llegar la noche salió a una gran arboleda que estaba cerca de donde había una cueva y estando cerca de ella subió a un árbol para contemplar el cielo, pero estaba nublado. Aun así se quedó a sentir el fresco de la noche.

Había también por allí un grupo de diez pesados envidiosos acechándolo con palos, piedras y un cuchillo. Estaba empezando a tronar y relampaguear y Solrac decidió bajar y entrar en la cueva, pero antes de estar demasiado cerca un meteorito cayó en ella y fue golpeado a su vez por un rayo que produjo una gran explosión en la cueva y volaron varios pedazos de esta por todos lados y Solrac cayó al suelo. Un gran hueco se formó en la caverna con cien metros de profundidad por lo menos. Solrac tan impresionado como asustado soltó un suspiro ligado con risa diciéndose: Gracias Dios, gracias.

Estaba muy oscuro y había empezado a llover un poco, pero Solrac escuchó los susurros de los que le acechaban. Estos no tardaron mucho en llegar a donde Solrac, pero a penas podían ver. A diferencia de ellos Solrac sí veía en la oscuridad y en medio de los relámpagos y la lluvia los evadió, trepó un árbol y lo perdieron de vista. Cuando no estaban cerca, Solrac bajó y volvió al albergue y buscó herramientas y materiales. Cuando hubo encontrado todo esto volvió a la cueva, bajó por el agujero y allá abajo empezó a construir hasta que a las 3:00 de la mañana su obra estuvo terminada. Una guarida secreta increíble, espaciosa y con lugares donde guardar sus cosas.

Volvió entonces, buscó sus cosas y las guardó en su nueva casa: la guitarra con su estuche, el balón, la ropa, y los dos pares de medias y de zapatos. Al salir de ahí, a las 5:00 de la mañana, lo esperaban los otros diez, ya no podría huir. Entonces corrió hacia uno, saltó al tronco de un árbol y de ahí se impulsó y pateó al muchacho noqueándolo. Luego fueron dos por él, pero se barrió por debajo de ellos y uno se dio con un tronco y cayó inconsciente y el otro se levantó, intentó darle con un palo a Solrac mas él se agachó, tomó el palo y lo golpeó en su cabeza dejándolo fuera de combate.

Quedaban aún siete, a uno lo tomó por un pie y lo lanzó a otros dos que venían por atrás. Pero se volvieron a levantar y le vinieron dos por los lados y uno por el frente, entonces saltó y se apoyó con sus manos en las cabezas de los que venían por los lados y se lanzó hacia el frente y derribó al que por ahí venía al mismo tiempo que chocó las cabezas de los otros dos y los dejó inconscientes. De los cuatro que quedaban dos cogieron una gran piedra y los otros dos un tronco pesado. Solrac saltó, se agarró de una rama e impulsándose hacia atrás esquivó la roca que le tiraron, luego se impulsó hacia el frente, dio una vuelta de 360 grados y se lanzó contra esos dos derribándolos. Los del tronco intentaron darle pero él saltó y cayó sobre el tronco y se dieron un troncazo cayendo inhabilitados.

En otro tiempo los hubiese dejado tirados pero Solrac los recogió a cada uno y los llevó al hospital más cercano donde despertaron tiempo después. Solrac guardó las herramientas que había tomado y volvió a su guarida donde estuvo hasta la noche. En ese tiempo estuvo tocando la guitarra y compuso una canción a la que llamó No me rendiré.

Salió entonces al templo para asistir al culto de aquella noche y primero pasó por casa de Ali. De allí fueron los dos con la familia de Aliarina al templo. Solrac llevaba la guitarra y cuando Ali la vio le pidió que le enseñara a tocarla.
Solrac aceptó pero empezarían después del culto. Esa noche en el templo Solrac alabó a Dios y tocó la canción que había compuesto que expresaba su deseo de no rendirse en el vivir la nueva vida que había comenzado. Después del mensaje Solrac sintió el llamado de Dios al altar y allí fue santificado por la gracia de Dios. Dicha noche, como prometió, empezó a enseñarle a Ali a tocar guitarra.

Nada hay imposible para DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora