Parte 11

0 0 0
                                    

El día que Solrac volvió fue un día lleno de alegría y felicidad. Alex ya tenía veintidós años y se iba a casar en Inglaterra dentro de una semana, Carl tenía veinte años y una novia en Cuba que estaba de visita en casa de sus abuelos en Londres, y Lía tenía ya diecisiete.

Alex se iba a quedar en Inglaterra después de casarse así que Solrac decidió esperar una semana. Al volver a Cuba el padre de Ali estaba enfermo gravemente y en la noche en que se dijo que iba a morir Solrac y Aliarina oraron y Carlos sanó.

Pasaron los años, Solrac ya tenía cincuenta y Carl se iba a casar. Pero antes de la boda, Ali decidió que debían tener unas vacaciones especiales. Ali pensó en realizar un gran viaje por el mundo con toda la familia y algunos amigos, visitando las congregaciones y algunos lugares especiales.

Entonces Solrac se puso a planificar el viaje. Iban a ir Alejandro, América, Elizabeth, Alex y su esposa, Carl, Lía y como invitado especial David. Primero irían a petición de Elizabeth a las cataratas del Niágara.

Fueron entonces a pasar tres días y allí la pequeña realizó algunos retratos y dibujos pues a pesar de ser tan pequeña tenía ese talento. Grabaron y tiraron fotos para guardar los recuerdos. En las noches Solrac y David tocaban alabanzas y todos cantaban. Solrac y Ali disfrutaban juntos al borde de las cascadas del amanecer y el atardecer cada día.

Cuando salieron de allí fueron por elección de Lía a Inglaterra, al palacio, porque ahí ella se había ganado el amor de las criadas y muchas más personas. Tres días pasaron también en aquel lugar. Arturo y Solrac conversaron mucho y recordaron aquel partido de football en el que se conocieron. Lía sencillamente volvió a disfrutar con sus amigas de la infancia y con las que corretearon junto a ella por el palacio cuando era pequeña.

Al salir de allí la elección fue de Carl. Decidió ir a un estadio de football en España y allí cada día tuvieron un juego contra varios equipos del país y del mundo. Eran Solrac, Alejandro, David, Alex y Carl contra otros cinco jugadores de los equipos.

Ganaron todos y cada uno con su adrenalina y los momentos de tensión más épicos. Carl cumplió su sueño de competir entre los mejores. Logró marcar unos tres goles y los partidos siempre fueron cerrados. Los dos primeros terminaron 2 a 1 y el tercero 3 a 2. Alejandro siempre fue el portero, Solrac y Carl delanteros, David centrocampista y Alex defensa.

De ahí fueron a Venezuela, al salto Ángel, la cascada más alta del mundo. Fueron Alex y su esposa los que eligieron. Allí disfrutaron de la vista y Alex probó un planeador que había construido saltando desde allí. Fue increíble y muy emotivo.

El siguiente sitio a visitar lo seleccionó América. Fueron al Amazonas, a las zonas más profundas del bosque donde ella fotografió el lugar y Alejandro lo cartografió. Terminaron saliendo al río Amazonas y montando en kayaks cruzaron los rápidos y salieron al mar. Dentro del bosque América disfrutó de los árboles, la parte de la naturaleza que más amaba.

Fueron de allí a la cordillera del Himalaya a petición de Alejandro. Quería cartografiar el monte Everest y construir una ruta segura de llegada a la cima. Entonces construyeron un camino de tres días con un campamento para cada día. Ya en la cima alabaron a Dios y saltaron de allí con jet packs con propulsión de plasma y fueron hacia Yellowstone.

Fue David el que quiso ir. Pasaron tres días de aventura en cuevas, bosques y divirtiéndose con los geiseres. David logró obtener un audio bien preparado de sonidos del lugar que unido a varios instrumentos que él mismo tocó durante la aventura formaron una música sublime a la que Solrac le buscó letra y titularon a aquella alabanza Tu Creación te alaba Creador.

El penúltimo lugar que visitaron fue Alaska. La elección de Ali de aquel lugar fue porque era probable que pudiese ver una aurora boreal. Pero pasadas dos noches sin nada las esperanzas se fueron un poco. Al tercer día las condiciones empeoraron, una gran tormenta nubló el cielo. Ali, decepcionada le dijo a Solrac que ya era mejor irse. Él le respondió: Tranquila mi princesa, Dios es Dios de las tormentas y también de la aurora boreal; esperemos hasta la noche.

Así fue, en la noche la tormenta se disipó completamente y llegando ellos al fondo de un espeso bosque el cielo se iluminó. ¡Era tan hermoso! Las luces estaban más brillantes que nunca. Llegaron entonces a un área abierta con un lago y allí se quedaron viviendo tan magnífico momento, y ya cuando terminaba el espectáculo ocurrió una lluvia de meteoritos. Fue un día glorioso y adoraron a Dios por aquello.

Solrac eligió la última visita, lo estuvo preparando desde el inicio del viaje. Volvieron a Cuba donde se celebraría una gran convención. Hermanos en Cristo de todo el mundo se reunieron en un gran templo que Solrac había construído con un área de portales Ipel para que existiese una conexión con las casas de todos los que vendrían.

Allí pasaron los que fueron los tres mejores días de vida de muchos de ellos. Grande fue la alabanza elevada y la presencia de Dios estuvo siempre presente. Allí compuso Solrac una última melodía de adoración con el nombre Nada hay imposible para Dios.

Y prosiguió la vida de todos. Solrac y Ali vivieron muchos años juntos y llegaron a ver hasta sus tataranietos. Muchos años de una gran vida llena de Dios por todos lados. Así termina esta historia para que siempre recordemos que no hay nada imposible para Dios.

FIN.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 29 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Nada hay imposible para DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora