Nada hay imposible para Dios

Parte 9

Estaba muy preocupado porque la situación de los delincuentes había empeorado: habían robado una suma de un millón de euros, cinco piedras preciosas de gran valor, violado diez mujeres, raptado cinco deportistas y llevaban más de veinte asesinados.

La única pista que tenían era que eran como cinco, bien armados, y que usaban rehenes y peones para activar trampas y evadir a la policía además de otras cosas por estilo. Solrac decidió ayudar a Invent por lo que salió a investigar. Le preocupaban las deportistas raptadas porque sabía cuál sería su final si no llegaba a tiempo.

Notó que en algunos casos había pequeños rastros de nieve en las escenas del crimen; también que el rumbo principal de sus escapes era hacia el norte; y por último que las huellas de calzado eran de botas de las que se usan para escalar.

Salió entonces rumbo al norte, hacia la Siberia a un área semimontañosa. Pasados ya tres días, cansado de buscar, se arrodilló en la nieve y oró a Dios: Dios mío ayúdame, necesito que me guíes al lugar correcto para evitar más destrucción y pérdida. Cuando abrió los ojos y se levantó se encontró rodeado de lobos, respiró profundamente y salió corriendo.

Iba a toda velocidad, perseguido por una manada de unos quince lobos, saltando raíces y troncos caídos, evadiendo rocas, colgándose de algunas ramas para evitar algunos ataques y deslizándose por la nieve. Ya después de un rato de carrera encontró un gran árbol derribado por el cual empezó a correr.

De su final saltó hacia unos arbustos y se deslizó por la nieve hasta un tronco hueco por el cual salió a una grieta por la que cayó. Reltime activó el modo armadura de la ropa y Solrac chocó con las paredes del precipicio hasta que logró agarrarse. Como no era tan ancho pudo agarrarse de ambos lados con pies y manos.

Estuvo allí como una hora suspendido en el aire y los lobos se fueron. Cuando subió encontró una cabaña cubierta de nieve con una llama dentro. Había alguien. Activó el camuflaje de su ropa y se puso la capa y el tapaboca. Se asomó por la ventana y vio cinco hombres y a las cinco deportistas atadas. Dios había respondido a la oración.

Entonces rápidamente llamó a Invent, le envío las coordenadas y preparó un plan. Invent se teletransportó con un grupo de policías y soldados. Gritaron: ¡Salgan con las manos en alto! Entonces los asesinos se pusieron en orden de batalla con un fusil franco, dos ametralladoras y tres fusiles y empezó el tiroteo.

Entonces Solrac liberó a las deportistas y las teletransportó a sus casas. Después encontró cajas llenas de balas y teletransportó las diez que estaban en el cuarto porque las otras dos estaban con los cinco hombres. Por último encontró el dinero y las gemas y las sacó de allí.

Cuando se les acabaron las balas a los delincuentes y fueron a buscar más cajas, como no las encontraron quemaron la cabaña y murieron. Volvieron todos a sus hogares y Solrac recibió una recompensa por la ayuda brindada. Él la mandó a Inglaterra para Ali y el diezmo de esta lo envió a Cuba para su congregación.

De vuelta al laboratorio creó otras cosas con la DNNF. Unas gafas conectadas a Reltime con opciones de GPS, radar, detección y otras relacionadas. Además una moto eléctrica con estilo similar al de las motos de carrera pero con una aerodinámica superior.

Era un poco más larga con un estilo triangular en la forma. Las ruedas eran huecas al centro y su manejo y aceleración era al estilo de una moto espacial. Tenía además un modo de súper velocidad que generaba un haz de luz de la goma trasera y otro sistema que creaba una especie de vía por debajo de las ruedas que le permitía a la moto correr sobre el agua. También poseía un modo de moto cerrada que cubría al motociclista por completo similar al de un auto descapotable, claro está que era automático.