D I E C I S I E T E

57 26 17
                                    

𝖌 𝖊 𝖓 𝖊 𝖘 𝖎 𝖘 𝖕𝖙

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝖌 𝖊 𝖓 𝖊 𝖘 𝖎 𝖘 𝖕𝖙. 𝖉 𝖔 𝖘

En la amplia plaza que abrazaba al imponente Muro de los Lamentos en Jerusalén, donde las piedras antiguas resonaban con ecos de siglos pasados, Azul se tambaleaba entre la multitud, su mirada buscando ansiosamente algún indicio, cualquier destello de conexión que le asegurara la proximidad de los demás. Aunque Simón había fijado una coordenada precisa, en el último momento decidieron optar por un punto de encuentro, sabiendo que Jerusalén, con su vastedad, podía ser laberíntica.

Adem, Simón, Sabrina, Emir y Ergin aparecieron simultáneamente en el lugar convenido, todos ellos también paseando con nerviosismo en un intento por captar la familiaridad que confirmaría su encuentro. Por suerte, Azul detectó la intensa atracción magnética hacia el lado sureste de la plaza.

La brisa cargada de historia soplaba entre los antiguos muros de piedra, y el Sol descendía, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados que se reflejaban en los adoquines desgastados por siglos de peregrinaciones. Un murmullo constante de plegarias y susurros de visitantes flotaba en el aire, mientras las sombras alargadas se dibujaban en el suelo, como si las piedras mismas estuvieran susurrando secretos ancestrales.

—¡Adem! —la voz de Azul resonó con fuerza entre la multitud, como una campana en medio del bullicio, y este, al ser llamado, volteó hacia la dirección de donde provenía la voz. Con paso decidido, se acercó a ella, una sonrisa radiante pintada en su rostro, consciente de que después de tanto tiempo, finalmente se encontraba cara a cara con esa pequeña esfera de colores que ahora se manifestaba como una mujer de carne y hueso.

—Ya no es necesario mencionar la palabra clave, ¿verdad? La sensación de atracción hacia ti es impresionante. Bastante fuerte. —Las palabras de Adem brotaron de sus labios con una emoción palpable, como si hubiera esperado este encuentro durante una eternidad. Estaba atónito, pero feliz, de alguna manera.

—Es asombroso. Todavía estoy sintiendo ráfagas de magnetismo hacia lugares específicos, pero estoy confundida, son tantas que no sé exactamente a dónde ir. —Azul comenzó a escudriñar en todas las direcciones, sus manos jugueteaban nerviosamente con los pliegues de su ropa mientras su mirada buscaba el origen de la atracción y la ubicación de los demás, como una exploradora perdida en un mar de posibilidades. El suelo árido y polvoriento se extendía hasta donde alcanzaba la vista, salpicado aquí y allá por rocas y pequeñas formaciones geológicas.

—Siento tres atracciones hacia el norte y una hacia el oeste. —Dijo Adem, mientras su mirada se perdía en el horizonte. —Yo me encargo de las tres primeras, podrías buscar al restante. —Adem miró a Azul, la brisa jugueteaba con mechones de su cabello blanco, y en ella un gesto de determinación se dibujó en su rostro. Asintió con firmeza antes de emprender su búsqueda. Con pasos decididos, comenzó a explorar el terreno, dejando que su intuición y su conexión con la energía del lugar la guiara.

GÉNESIS © 『𝙀𝙙𝙞𝙩𝙖𝙣𝙙𝙤』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora