DÍA 2

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Luego de que Bruno les explicara, a las chicas, el origen de toda esa pesadilla, que solo habían podido presenciar en películas de ciencia ficción, las guió a su escondite: la biblioteca de la escuela. Allí, pasaron la noche, turnando la guardia entre las chicas y Bruno, para poder prevenirse de algún ataque de aquellos seres tan deplorables.

Se vieron forzados a despertar temprano, pues temían quedarse dormidos y que un zombie acabara con su vida. Al despertar estaban hambrientos, pues no habían comido nada el día anterior. Salieron de su escondite, con demasiada cautela y precaución, y se dirigieron a la tienda escolar a buscar comida; corrieron con suerte, pues recientemente la habían surtido, por lo que si repartían bien los recursos, les serían suficientes hasta que lograran terminar con toda esa locura.

Luego de saciar su hambre, decidieron recorrer la escuela para investigar más sobre los zombies, encontrar sobrevivientes (aún tenían esperanzas), y encontrar algo que los ayudara. Caminaron protegiéndose entre sí; en el camino pudieron encontrar tijeras, que les ayudarían a defenderse, hallaron comida, tubos de metal, y demás cosas que les serían útiles.

Llegaron al pasillo donde estaban situados los baños, y se sobresaltaron al ver que la cabeza de Jonathan, ya no estaba allí. Tragaron saliva y continuaron su camino alertas. ¿Qué había sucedido con la cabeza de aquel ser?...

Llegaron a la sala de maestros, entraron y comenzaron a buscar señales de vida...

Nadie, ni un alma, únicamente ellos estaban allí. Aquel salón estaba devastado por aquella tragedia. Algunos no pudieron aguantar las lágrimas al ver el desastre, la desesperación los invadía, el miedo los cegaba de la esperanza, y el llanto los ahogaba como el mar a los barcos desafortunados.

Calmaron su terrible sentir y penetraron el salón, buscaron comida y armas, y las encontraron: hallaron cutters, comida, encendedores, hojas de papel con las que podrían crear antorchas, y demás objetos útiles.

Salieron de allí. Fueron sorprendidos por sonidos guturales provenientes de las escaleras que subían hacia los salones de los grupos de segundo. Corrieron hacia su escondite, y al llegar se encerraron; nadie tenía tranquilidad, todos se asomaban por las ventanas, con tijeras, tubos, cutters, y demás objetos para protegerse. Pasaron horas para que al fin se pudieran sentir a salvo; contaron los alimentos, calcularon el tiempo por el que tendrían suministros.

Pasaron horas hasta que decidieron salir para seguir investigando. Bruno se ofreció para salir primero, y verificar que no hubiera ningún zombie cerca. No había nada, solo un desagradable olor a putrefacción que inundaba el ambiente, y unas gotas de sangre fresca que formaban un camino hacia la dirección escolar. Les causó tanta intriga aquel camino color rojo carmín, que decidieron seguirlo. Llegaron a la dirección, y se impactaron al ver aquel lugar tapizado en sangre; era sangre seca de un tono marrón, y sangre fresca de un tono rojo vibrante.

Entraron, y lograron distinguir vísceras desparramadas en el suelo y que colgaban de los muebles barnizados por sangre. En la oficina del director, o más bien, lo que quedaba de la oficina, salían ruidos  guturales, como de algún animal salvaje que devoraba a su presa. Se asomaron a mirar el interior de la habitación de donde procedían los ruidos, y se sorprendieron de ver un grupo de zombis devorando las entrañas de un alumno, del cual no podían definir su grado. 

A pesar de que  observaban aquella aterradora escena en silencio, un zombie los logró escuchar. El ser levantó la vista y gruñó, con sangre que derramaban sus labios. Los chicos fuera de la habitación, se inmovilizaron y escudriñaron al monstruo que los observaba. No podían creerlo...

Aquel ser, era del que desconocían su ubicación, aquel ser, era...Jonathan.

Cuando cayeron en cuenta de que habían sido descubiertos, guardaron silencio, intentaron conservar la poca calma que tenían, y salieron corriendo, dirigiéndose al pasillo en el que estaba la sala de maestros, pues así evitarían delatar a los monstruos donde estaba su escondite. El zombie que los había descubierto, los siguió hasta la rampa para llegar a aquel pasillo. Los chicos se percataron de que eran perseguidos, así que corrieron más rápido, y llegaron a los baños de niñas, en donde entraron y se escondieron en el último baño, en el que todos  cabían. 

Guardaron silencio. Todo era silencioso, hasta que percibieron un gemido de dolor, el sonido de unos pies que arrastraban, y unos gruñidos. Aguantaron la respiración para no ser percibidos. 

Algunas de las chicas comenzaban a sollozar por la desesperación, pero se tapaban la boca e intentaban calmarse para no ser descubiertas. Pasados unos minutos, pudieron ver de reojo un par de pies por debajo de la puerta del baño. Pasaron otros minutos, que les parecieron siglos, en lo que aquel zombie de alejó del cubículo y salió de los baños de las niñas.

Se quedaron un poco más de tiempo allí, hasta que decidieron salir y asegurarse de que el zombie se había ido; y así fue, estaban a salvo. Ya estando seguros, no perdieron el tiempo y se fueron a su escondite. Sin darse cuenta, ya había anochecido, y una terrible sensación de hambre los atacaba. Al llegar a su refugio comieron su respectiva porción, y repitieron la rutina del día anterior, rotaban la guardia para mantenerse a salvo de los zombies. 

Y así acabó el segundo día de esa maldita mierda.  Sobrevivieron al día dos, lo cual era una gran victoria, pero aún faltaban más días de eso...



LOS ZOMBIES TAMBIÉN ESTUDIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora