El Dios Atrox Maledictio

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Año 1200, lugar desconocido.

El Dios, Atrox Maledictio, el Dios más detestable de todas la culturas, y de todos los seres existentes en el mundo, tanto divinos como terrenales. Un ser divinamente perverso, hermosamente malévolo y sediento de sangre.

En un lugar desconocido, se encuentra planeando la hecatombe más desastrosa jamás vista hasta entonces. El plan estaba listo, no había nada que pudiera salir mal. Sus fieles servidores, tenían conocimiento de que si lo entregaban al emperador de aquella ciudad, llevarían encima una fatal maldición por parte de aquel Dios del caos.

El plan estaba a punto de ser consumado, hasta que uno de sus servidores, decidió traicionar a Atrox Maledictio. Acudió ante el emperador y habló:

-Gran emperador, quisiera hablar, quisiera confesar, aquel pecado tan atroz, que pesa en mi alma. Quisiera confesar y redimirme, aún sabiendo que al traicionar a aquella deplorable alma en desgracia que todo lo ha planeado, ha de maldecirme y castigarme, hasta los últimos días de mi vida y después de mi muerte.

-Habla, no te calles más y no hagas más largo esto.

-Hay una deplorable divinidad, personificada como terrenal, aquí entre nosotros, conviviendo  con normalidad, pero ha estado planeando un plan terrible contra todos los ciudadanos de ésta ciudad, sin excepción alguna. No se trata ni más ni menos, que de Atrox Maledictio. Ha preparado la peor matanza jamás vista, nos ha reunido a algunos como sus fieles sirvientes y no ha advertido que debemos ser leales a él, o de lo contrario una terrible maldición caerá sobre nosotros.

-Bien, gracias, noble ciudadano por haber confesado aún bajo amenaza de una divinidad. Quedas fuera de cualquier castigo por traición hacia tu patria.- El emperador dio una señal con la mano, indicando a los guardias condujeran al hombre a la salida. Recién salieron, el emperador, se quedó pensativo, llevándose una mano al rostro y pasándola por su mentón.

Solo un momento después, se dirigió hacia donde se encontraba su guía espiritual.

-Guía espiritual, hoy un ciudadano me ha advertido de la presencia de aquel ser que temíamos su regreso entre los terrenales.

-Ya lo sé, los espíritus han hablado y no tienen noticias gratas de ser compartidas, tenemos que hacer algo al respecto y pronto.

El guía, se acercó a un estante, de donde sacó un libro lleno de polvo. Abrió el libro, y busco la página que necesitaba. 

-Bien, lo que hay que hacer es capturar a Atrox Maledictio, traerlo aquí, pues necesitamos un lugar bajo tierra y oscuro, donde no haya ni una sola entrada de luz, y un espejo con marco de oro, para encerrar ahí su alma. Lo demás lo tengo yo.

-Bien, yo me encargo de que sea capturado y traerlo aquí, y conseguir el espejo con marco de oro.

El emperador salió de allí e informó a los guardias que fueran en busca de Atrox Maledictio, y lo llevaran inmediatamente hacia los aposentos del Guía Espiritual.

Pasaron tan solo un par de horas, cuando el Guía mandó llamar al Emperador con el espejo de oro. El Emperador acudió con el espejo. Al entrar, Atrox Maledictio había sido atado a una mesa de mármol, impidiéndole la movilidad.

-Venga, acérquese con el espejo.- Dijo el Guía con una daga de mango de plata en las manos.

Cuando el Emperador se acercó, el Guía hundió la daga en el pecho, justo en el corazón de Atrox Maledictio. Bajo poco a poco la daga hasta llegar al vientre del Dios. La sangre brotaba, creando una cascada color rojo carmín, que escurría por la mesa de mármol y caía en pequeñas gotas sobre el piso de tierra. 

Sacó la daga, y hundió las manos a la altura del corazón. Atrox, se retorcía y gritaba tan fuerte, que parecía que las paredes retumbaban. 

El Guía esculco en el pecho de Atrox Maledictio; sacó un corazón negro aún palpitante, el cual guardó en una vasija de barro. Acercó el espejo a los pies del Dios, y dijo unas palabras.

-Obsecro te hoc speculo, ens malevolum, quod reliquum est mundi. Damno autem te in solitudine vivere, ut nihil vitare possis. 

En ese momento, el Dios comenzó a ser absorbido por el espejo. Pero antes de ello, lanzó una maldición:

-ME IRÉ, PERO SI ALGUIEN ENCUENTRA LA VASIJA CON MI CORAZÓN Y LEE EN VOZ ALTA LAS PALABRAS CON LAS QUE ME ENCIERRAN Y ME CONDENAN, REGRESARÉ, Y EL EJÉRCITO DE MIS SEGUIDORES, CONVERTIDOS EN MUERTOS VIVIENTES, ME ACOMPAÑARAN Y ME AYUDARÁN A CONSUMAR MIS PLANES DE ACABAR CON TODA VIDA TERRENAL EXISTENTE.


LOS ZOMBIES TAMBIÉN ESTUDIANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora