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Tú me salvaste la vida

Kara y Lena estaban en el Planetarium, disfrutando de una noche romántica bajo las estrellas. Era el aniversario de su primer beso, y Kara había querido sorprender a Lena con una cita especial. Había reservado el lugar solo para ellas, y había preparado un picnic con sus comidas favoritas.

- Esto es increíble, Kara - dijo Lena, admirando el cielo nocturno proyectado en el techo. - Nunca había visto tantas estrellas.

- Ni yo - confesó Kara, abrazándola por los hombros. - Bueno, solo cuando volaba por el espacio, pero eso no cuenta.

- ¿Cómo que no cuenta? - protestó Lena, dándole un beso en la nariz. - Eres una heroína, Kara. Has salvado el mundo muchas veces, y me has salvado a mí más de las que puedo contar.

- No, tú me has salvado a mí - corrigió Kara, mirándola con ternura. - Me has dado una razón para vivir, para ser feliz. Me has enseñado lo que es el amor verdadero.

- Oh, Kara - suspiró Lena, emocionada. - Eres tan dulce, tan buena, tan perfecta.

- No, tú lo eres - replicó Kara, sonriendo. - Eres la mujer más inteligente, más bella, más valiente que he conocido.

Se miraron a los ojos, perdiéndose en el brillo de sus pupilas. Se acercaron lentamente, hasta que sus labios se encontraron en un beso apasionado. Se besaron con amor, con deseo, con devoción. Se besaron como si fuera la primera vez, y como si fuera la última. Se besaron como si no hubiera nada más en el mundo que ellas dos.

- Te quiero, Kara - le dijo Lena, separándose un poco para respirar.

- Y yo a ti, Lena - le respondió Kara, acariciándole el pelo. - Eres mi todo.

Se abrazaron con fuerza, sintiendo el latido de sus corazones. Se recostaron en la manta, mirando las estrellas. Se quedaron así, en silencio, disfrutando de su compañía. Se quedaron así, felices, sabiendo que se tenían la una a la otra. Se quedaron así, enamoradas, hasta que se quedaron dormidas.