Max Verstappen es uno de los mejores pilotos del momento y uno de los alfas más codiciados y deseados desde su divorcio, se ha convertido en el piloto principal de la escudería Oracle Red Bull Racing y Sergio Pérez es la nueva promesa de aquel equip...
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Aquellas palabras presionaron todos los botones correctos e incorrectos dentro de aquel Omega que lo miró decirle aquellas palabras con una intensidad radiante en esos ojos, amando la forma en que su color de iris cambiaba ligeramente, emocionando a su Omega en su interior. Checo no perdió más el tiempo cuando se acercó y lo besó una vez más dejando que sus manos buscasen las del contrario en sus propios cuerpos, pegándose uno al otro con intensidad y pasión.
Estaba siendo complacido por su Alfa cuando Verstappen lo estampó contra la pared y lo tomo de su angosta cintura, pegando sus pechos mientras las manos traviesas e inquietas del menor buscaba quitarle todo tipo de tela en aquel cuerpo que demostraba su arduo trabajo en el gimnasio. Gimió contra los labios del contrario y lo sintió llevar sus húmedos labios hasta su cuello, mordisqueó y chupó a su antojo, haciéndolo jadear necesitado.
Max quería parar, la parte consciente en su sistema le gritaba hacerlo, quería protegerlo y llevarlo lejos para que ambos disfrutaran esa noche y no terminarán estropeando o siendo descubiertos por los demás, aunque con sus aromas mezclándose, seria muy difícil que eso no pasara desapercibido pero sabía que nadie diría nada, mientras que la otra parte, su parte salvaje y territorial quería empotrarlo contra esa misma pared, romperle su ropa y follarlo mientras lo envolvía de su aroma y dejaba una bonita marca en su cuello, gritándoles a todos que ese Omega era suyo.
Ambos lo querian.
—Aquí no– susurro el mayor de ambos sosteniendo el cuerpo agitado del más joven. Pérez jadeó y volvió a besarlo, era lo único que necesitaba.
—No, lo quiero por favor– gimoteó contra los labios del contrarió y el neerlandés miró al mexicano quien lo tomó del mentón para mirarlo. —Quiero tu nudo, Max.
Esas palabras tocaban algo muy profundo dentro de aquel Alfa; lo pego a su cuerpo y bajo su mano hasta el pantalón del Omega, masajeo entre sus manos los definidos glúteos del Omega escuchandolo gemir mientras se aferraba a sus hombros y sus bocas se buscaban con necesidad. Sergio gimió gustoso y lo miró con deseo. Una sonrisa ladina dibujándose en el más joven rostro al ver al Alfa intentando no romper su cordura con él, mirando con orgullo lo que provocaba en ese Alfa maduro que lo hacía sentirse tan húmedo.
Max estaba a punto de mandar todo a la mierda cuando el toque en la puerta hizo que se separaran agitados y el mayor mirara en dirección a esta. Checo jadeó y masculló una maldición en sus labios mientras intentaba acomodar el problema en su pantalón observando al Alfa hacer lo mismo.
—¿Quién mierda es?– preguntó el Omega exasperado, cabreado porque sabía que estaba a punto de tener la mejor follada de su vida. Se acercó hasta la puerta y limpió su frente mirando al Alfa quien solo bajo la cabeza, dibujando una sonrisa burlona que terminó por joderlo.
