C59 - Celo

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◦✤✤✤◦

¿Practicar?

Todo el cuerpo de Wen Mingyu se congeló.

¿Cómo puedes practicar esto?

Casi pensó que estaba llevando a cabo algún tipo de investigación académica.

Definitivamente había una buena razón por la que haría un esfuerzo especial para explicar a Mu Zhan lo que era ABO. Dado que en el pasado el periodo de celo fue diagnosticado erróneamente como una enfermedad grave, no quería asustar a Mu Zhan la próxima vez y causarle preocupaciones. Así que, por supuesto, tenía que aclararlo de antemano.

Y Mu Zhan era un Alfa, aunque él mismo lo ignoraba. En los tiempos que corrían, temía que su otra forma siguiera siendo vista como un monstruo. Wen Mingyu quería decirle que no era el único aquí y que era algo normal.

Wen Mingyu creía que la comprensión mutua era crucial entre compañeros. Como estaba relacionado con ambos, se tomó su tiempo para proporcionar los hechos ABO que él mismo conocía.

Como resultado, Mu Zhan captó muy bien el punto.

Wen Mingyu: ―...

―Eso, no creo que necesitemos practicar, ¿verdad?

Parecía que todo el mundo lo había entendido enseguida. Además, ¿la práctica no era sólo hacer preguntas de examen, no era diferente de hacer el examen directamente?

No quería admitirlo. En realidad era un poco cobarde.

Se sentó sobre las rodillas, agarró inconscientemente la tela de la pantorrilla y se hizo un ovillo. Los dedos de Mu Zhan se engancharon en el fondo de su palma, levantando su mano y amasando lentamente sus dedos con ella. Trabajó muy suavemente, frotándolos con ternura sobre la piel, como si amasar sus dedos no fuera lo único que estaba haciendo, también estaba aliviando su nerviosismo y alisando el desorden arrugado.

Mu Zhan entrelazó sus dedos, lo miró y dijo en un tono tranquilo y cuidadoso: ―Es necesario. No quiero que te hagas daño. Creo que ambos disfrutaremos.

Aquella mirada ardiente y directa parecía transportar un vivo calor que prácticamente podría escaldar a alguien.

Wen Mingyu se comportó un poco evasivo. Instintivamente quiso desaparecer de su vista, pero Mu Zhan se lo impidió. Ahuecó su barbilla, sus ojos eran profundos y tranquilos, y su voz ronca y hechizante. ―¿No quieres? 

Wen Mingyu se quedó un momento en trance. Los sentimientos y la razón guerreaban ferozmente en su cabeza.

Mu Zhan continuó: ―Es sólo práctica, no es realmente una marca permanente.

En sólo una frase, los sentimientos de Wen Mingyu se encendieron instantáneamente como una botella de poción impetuosa, y con la fuerza que de repente se volvió abrumadora, la razón perdió rápidamente la lucha y se retiró de forma veloz.

Wen Mingyu asintió.

Mu Zhan sonrió enseguida, sus labios formando un arco seductor en las comisuras.

Arrastró el tobillo de Wen Mingyu en su dirección mientras bajaba alegremente las cortinas de la cama con la otra mano. La suave gasa lo envolvió todo, dejando poca claridad. Lo único que quedaba era la parpadeante luz de las velas y las siluetas que se balanceaban. Al cabo de un rato, se escuchó el vago tañido de una campanita, con un sonido nítido y dulce, a veces lento y a veces rápido. El sonido se prolongó durante largo rato, tocando una melodía distinta.

Pasó una noche.

Era la hora habitual para levantarse, pero Wen Mingyu permaneció acurrucado bajo la colcha de brocado, reacio a moverse. Parecía haber viajado en el tiempo hasta el momento en que aprendió a montar a caballo. Similar, pero no tan intenso; le dolía más, sintiendo que ninguna de sus piernas le pertenecía.

Gerbera - Amor nobleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora