Capítulo 14

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Winwin

Los ojos de Yuta se ampliaron y sentí su dureza pulsar contra mi trasero desnudo a través del fino material de su ropa interior mientras decía aquellas palabras prohibidas en voz alta. Los ancianos y el profeta Sooman me hubieran declarado un ramero, pero en este momento, era un título que estaba contento de poseer.

Me miró fijamente, con una expresión en su rostro que o podía descifrar. Todas sus características eran crispadas y tensas, sus besables labios firmes, su cabeza de largo cabello rubio salvaje y despejado.

Su mano pasó por mi cara y su tacto áspero pero suave era casi trascendente, como en trance.

Mi mejilla instintivamente se acarició en su mano cálida mientras esperaba su respuesta, dejándose llevar por la ola de felicidad de su cariño. Doblando mi cabeza en la piel desnuda de su pecho, nerviosamente apreté mis labios contra la carne de su hombro, sobre sus tatuajes coloridos, fascinado, mientras se estremecía y sobresaltaba bajo mi boca.

Su mano pasó por mi cabello y tomó una larga respiración entrecortada.

—Winwin... —siseó suavemente, apretando el puño en mi cabello mojado. Arriesgué una mirada a su rostro para ver a su cabeza caída hacia atrás, sus ojos apretados con fuerza y sus dientes pasando por su labio inferior.

Con las manos temblando por la magnitud de lo que estaba a punto de hacer, encontré el borde de la sábana sin romper la mirada en Yuta y empujé el grueso material al suelo, mi cuerpo desnudo revelándose y saliendo a plena vista.

Escuchando caer la manta, inclinó su cabeza, sus hermosos ojos azules abriéndose y brillando con pasión inconfundible cuando se empapaba con la vista de mi desnudez.

Pasé mi mano por su largo cabello rubio y centré mi mirada en sus abultados brazos, los músculos tensos y definidos. Cuidadosamente levanté mis piernas de su regazo, me las arreglé para estar en los pies temblorosos, mi culo hacia él.

Alisando el cabello largo por encima de mi hombro izquierdo, tragué en una inhalación intensificada y lentamente devuelta, manteniendo firmemente los ojos al suelo, obediente y humilde, como un maldecido debe ser delante de un hombre.

No había estado completamente desnudo delante de ningún hombre, a parte del hermano Leeteuk antes, aquel día y me estaba costando toda mi fuerza para no huir y cubrir mi carne. Mi mente y mi corazón pelearon sobre la protección de mi virtud. Las Escrituras corrieron a través de mi conciencia.

Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que una persona esté cometiendo, está fuera de su cuerpo, pero la persona que peca sexualmente, peca contra su propio cuerpo.

El profeta Sooman enseñó que unirse con alguien fuera de La Orden era para acostarse con Satanás mismo. Como Maldecido, unirse con alguien que no era nombrado siervo de Dios, un anciano elegido, era imperdonable, castigado con los fuegos del infierno. Mi cabeza me dijo que siguiera mi fe, que esto era una prueba de Dios, que Yuta era mi tentación y debía resistirme por la salvación de mi pueblo. Pero mi corazón me dijo que debía estar con él, que Tae estaba en lo correcto y La Orden y mi profeta no existían más.

Yuta, a su manera, había demostrado una y otra vez que podía ser fuerte y protegerme, comenzando con el sacrificio del hermano Leeteuk, un hombre que pensaba sería mejor quitarse de esta tierra, él no estaba al tanto de que el hermano Leeteuk había sido esencial para mi salvación. Mientras pensaba en el hombre alto, guapo detrás de mí, mi núcleo creció caliente y mis muslos se apretaron juntos por la necesidad. Me protegió, alejó a otras mujeres para quedarse conmigo.

Insaciable necesidad de unírmele me llegó en este mismo momento. Era singular y completamente en contra de todo lo que mantuve como ideal, pero lo deseaba... iba a rendirme.

El Infierno de YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora