20 de diciembre de 2022
Alenka
¿Alguna vez han visto a un país detenerse por completo para recibir a su selección nacional de fútbol tras la victoria en una final? Pues yo sí. Ahora mismo no puedo creer lo que mis ojos ven. Las calles fueron copadas por los ciudadanos que celebran y esperan a sus ídolos bajo el rayo del sol, sin importarles las altas temperaturas de verano; niños, jóvenes, adultos e incluso ancianos cantan, saltan y festejan a su modo el triunfo.
Los pongo en contexto. Hace dos días la Selección Argentina de fútbol derrotó a la selección francesa en la final de la Copa Mundial de la FIFA 2022 y hoy los jugadores pasearán por la ciudad para saludar y celebrar con sus compatriotas. Si bien no hay persona en el mundo que no sepa la pasión que tiene este país con el fútbol, nunca imaginé que llegaría a este punto. Ni siquiera puedo contar la cantidad de personas que me rodean ni ver el pavimento a tres metros de mí.
—Nos quedamos sin foto con el Obelisco —protesta Isabella, una de mis amigas.
Tiene razón, el lugar está lleno de gente y será imposible tomarnos una foto allí, siquiera sería un milagro si lográramos llegar hasta allí.
—Podemos venir otro día, no creo que vayan a estar aquí todos los días —dice Angyalka, mi otra amiga.
Nos encontramos en la avenida principal de esta ciudad, la 9 de Julio, y pensábamos cruzar para tomarnos la típica foto con el Obelisco que todo turista debe hacerse en su primer día en este país, pero definitivamente nuestros planes deberán cambiar. ¡Ni siquiera se ven autos! Una de las avenidas más anchas del mundo y ahora mismo se ha convertido en un mar de gente.
—Deberíamos haber elegido otro país para viajar —murmura Anica.
—Es culpa de Alenka. Ella ha elegido el destino.
Las miro con el ceño fruncido, ofendida.
—¿Y yo qué sabía que justo este año ganarían?
Ellas se ríen y me abrazan.
—Les has dado suerte. Deberían contratarte de los países para la final del próximo mundial —bromea Angie y todas nos reímos.
—¿Entonces? ¿Qué hacemos ahora?
—Podríamos ir a... La Boca, era otro de los lugares turísticos que figuraban en la lista.
—¿Estamos muy lejos?
—Espera que me fijo —entró al Maps y buscó, unos segundos después hizo una mueca—. Sí, y lo peor de todo es que debemos cruzar a toda esta marea de gente. No llegaremos ni aunque consiguiéramos un taxi.
Todas nos quejamos. Este viaje apenas había comenzado y ya nos estaba saliendo mal.
—¿Y los shoppings? Al menos podríamos ver ropa y comprarnos algo.
—Está todo cerrado —le recordé a mi amiga.
—Creo que no quedará otra que recorrer las calles donde no hay ni un alma o volvernos al hotel, chicas.
—O... podemos unirnos al festejo —propuse con cuidado. Todas me miraron como si hubiese enloquecido—. ¿Qué? Si no puedes contra ellos, úneteles, ¿no? Además, es una experiencia única, ¿no creen?
—La única experiencia que tendremos si hacemos eso es la de morir. ¿Los has visto? No dejan de saltar en ningún momento, ni siquiera hablamos su idioma.
—Ya les he dicho que yo sé español —les recordé con una sonrisa.
—Y ya te hemos dicho que Duolingo no cuenta —miré mal a Anica.
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Pequeños Grandes Amores
RomanceNo, no es una novela. Aquí encontrarás pequeñas historias de amor que pueden ser tanto de un capítulo como diez cada una. Todas son creadas por mí, así que no se acepta copia o plagio parcial de ellas.