Capítulo 2

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El papel del héroe.

Vierto el café caliente en mi taza, sintiendo el delicioso aroma que desprende de el. Me fascina la cafeína, es una adicción que no puedo dejar. Mi papá ya me regañó un par de ocasiones, ya que dice que me excedo al beberlo, pero yo siento que no es tan preocupante beber al menos diez tazas en el día. También soy fan de los chocolates, no puedo vivir sin ellos. Son como mi droga.


—Deja de beber tanto café —papá habla a mis espaldas.

Aprieto los ojos, sabiendo que se avecina un buen regaño.

—No puedo evitarlo —digo en mi defensa—. Es delicioso, y más porque aquí hace un frío tremendo. No es mi culpa que sea tan exquisito.

—Sabes que no me gusta que sólo bebas eso. Mucha cafeína puede causar trastornos en tus niveles de azúcar, debes ser más reflexiva y pensar en tu salud.

—Me gusta —digo, encogiendo mis hombros—. Y aunque intento no puedo dejar mi adicción por ello.

Él se acerca dejando su periódico en el mesón. Me quita la taza de las manos y se bebe mi café, riendo por mi expresión.

—Eso no es justo —hago un puchero.

—¿Quién te viera? Con casi veinte años y haciendo berrinches por un simple café —se burla de mí.

No tardo mucho tiempo enojada, porque las carcajadas de papá son contagiosas. Lo amo, él es todo para mí. Todos tienen una conexión especial con sus madres, yo en cambio tengo esa misma conexión pero con mi papá. Sé que muchos ven con orgullo y admiración a sus mamás, sin embargo yo lo siento pero por mi padre. Es mi súper papá.

—¿Por qué ríen tanto? —Pregunta la tía Agnes, entrando a la cocina.

—Ainsley, actúa como una niña —papá le da otro sorbo al que era mi café—. Pelea porque la corrijo. Ah, y porque he sido más rápida que ella quitándole el café.

Mi tía deja una caja de donas sobre la mesa del comedor. Se ven sabrosas. Tienen un moño dorado, además de una nota.

—Pues no te queda más que aguantarlo, sobrina —ella nos ve con diversión—. Pero te entiendo, porque Charles es un gruñón a veces.

—¿Y esas donas? —Pregunto acercándome a revisarlas.

Mi tía mira a mi papá con una sonrisa pícara.

—Las mandó Margot —ella le da un pequeño empujón a papá—. La tienes babeando. Con estás ya son ocho cajas que envía a la semana, y debo admitir que son deliciosas. Es buena en la repostería.

Margot Kidman, es dueña de una de las mejores tiendas de pasteles. Tiene un talento especial para la repostería, todo lo que hace es fantástico. Además brinda su apoyo en un orfanato que queda cerca del condado. Ella ha vivido enamorada de papá y cada que hace alguna de sus delicias, le manda a mi papá para conquistarlo. La señora Kidman me cae bien, es buena persona y muy guapa.

—¿Sabes, papá? Ella sería una gran madrastra —digo jugando.

Él escupe todo el café que tenía en la boca, y veo que se pone rojo de la pena. Tose pero logra controlarlo. Sé que él también se siente atraído por ella.

Imposible EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora