No había sido una buena decisión.
Se había equivocado completamente.
Lo supo cuando se presentó en comisaría, vestida con el uniforme que le enviaron. Se sentía como un cerdo en el matadero ya que estaba rodeada de policías, que en cualquier momento podrían meterla en la cárcel. Los nervios recorrían su cuerpo de arriba abajo, y estaba tan tensa que la cabeza le daba vueltas. Estos síntomas empeoraron cuando vio al comisario general salir a recibirla. Era un hombre alto, musculoso, con ojos azules y tenía el pelo castaño con algunas canas, debía tener entre cincuenta y sesenta años.
-Libitina Rinaldi, ¿no?- dijo mientras le ofrecía la mano.
-Sí, señor. Soy yo.-Libi se quedó sorprendida de lo natural que le salieron las palabras. Tenía la mano sudorosa, y el comisario se dio cuenta. Le lanzó una mirada de sospecha.- Discúlpeme, señor, estoy muy nerviosa porque es mi primer día.
La mirada del hombre se suavizó y le dio una palmadita en la espalda.
-No tienes nada de qué preocuparte.
Realmente, sí. Libi tenía muchas cosas de las que preocuparse.
-Tienes un currículum excelente, Rinaldi. Seguro que harás un trabajo maravilloso.- Libi pensó que a saber lo que habrían puesto.-Ven, voy a enseñarte la comisaría y presentarte a tu patrulla.
Libi se estremeció al escuchar la palabra "patrulla", porque pensaba que iba a trabajar sola. Eso lo deberían haber puesto en el contrato. Pero ese no era el momento de quejarse, debía estar atenta de todo lo que decía el comisario, por si decía o veía algo que podría interesarle.
El edificio era vanguardista y grande. Tenía muchas cristaleras y un toque minimalista. Cuando entraron, el sereno color blanco de las paredes contrastaba con el ambiente ajetreado: policías yendo y viniendo, civiles haciendo trámites... La comisaría tenía de todo. En el sótano estaban los calabozos y las salas de interrogatorios. En la planta baja estaban los despachos de los distintos departamentos, la zona de atención al público y el área de gestión de los carnés de identidad. En la planta de arriba se localizaba un gimnasio, el laboratorio y más despachos. Arriba del todo estaba la oficina del comisario, con un pequeño y acogedor bar con terraza. Libi estaba alucinando por lo colosal que era el edificio, pero también estaba tomando nota.
-Bien, este va a ser tu despacho, el número 30. Voy a presentarte a tus compañeros.- el comisario abrió la puerta y Libi entró dentro. Había tres personas: una chica con flequillo usando un ordenador, un chico firmando unos papeles y otro un poco más mayor bebiéndose un café. Cuando vieron que tenían visita, se levantaron rápidamente y se colocaron en su mejor postura.
-Buenos días.-saludaron los tres a la vez.
-Buenos días, chicos. Os presento a Libitina Rinaldi, va a ser vuestra nueva compañera de patrulla.
-Encantada. Podéis llamarme Libi.- poco a poco fue estrechando las manos de cada uno de los integrantes de su nueva patrulla. Los ojos rasgados de la chica del flequillo se entrecerraron cuando sonrió amablemente. El mayor alto y moreno le pareció muy intimidante, era muy serio. El último le llamó especialmente la atención. Era un chico alto, con ojos azules y cabello avellana. Esbozó una sonrisa cuando estrecharon manos y ella se la devolvió como pudo, porque estaba atacada de los nervios.
-Bueno, os dejo. Pasad un buen día.- el comisario cerró la puerta y se hizo el silencio en la habitación, hasta que la chica habló.
-Soy Lavender Bloom, encantada. Es genial tener por fin a una chica en el equipo.- sonrió alegremente. Al notar las miradas de sus colegas, se corrigió.- No es que Enver y Matteo sean malos compañeros, pero no está mal tener algo de compañía femenina.
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La Víbora
RomanceTras un incidente en su familia, Libi se verá obligada a sobrevivir por sus propios medios. Por ello acabará en una de las mafias más peligrosas de su país, las Escamas Negras. Unos años después, será enviada a una misión arriesgada: infiltrarse en...