Después de la visita al médico, que duró horas por la gran cola de pacientes que había, Libi acabó yéndose a casa con el tobillo vendado. Le había dicho que tenía que guardar reposo, así que tanto sus actividades policiales como las de la mafia quedaron canceladas. Enver había insistido personalmente en llevarla hasta casa, pues sentía el peso de la culpa sobre sus hombros, aunque realmente no fuera el culpable. Libi le indicó la dirección, y ambos acabaron en un tercer piso de un edificio de la Avenida Principal de Barnbour. Libi le pidió a Enver que no se molestara, que podría apañárselas sola con las muletas, pero el chico era muy testarudo y no cedía ante su petición. Libi abrió la puerta y se encontró con un apartamento pequeño, pero moderno. Era luminoso, con el suelo de madera y muebles de color blanco de estilo minimalista. Era la primera vez de los dos en aquella vivienda.
Libi se sentó en el sofá, y se sorprendió por lo cómodo que era. Tenía que tener cuidado con sus gestos, podrían delatar que aquella no era su verdadera casa. Enver dejó las muletas apoyadas en la pared y se sentó a su lado. Su espalda estaba encorvada, y se lamía los labios intentando no mirarla a los ojos. Sus brazos estaban sobre sus piernas, con sus manos entrelazadas. Finalmente, sus ojos azules hicieron contacto con los de Libi.
-Lo siento mucho. No fue mi intención hacerte daño.
Libi suspiró. Sus constantes disculpas la irritaban. ¿Por qué era tan insistente?
-Ya te he dicho que no te preocupes. Ha sido un accidente.
Enver se sintió reconfortado por la sonrisa de Libi. Miró su pie, y se levantó para buscar un cojín. Con su permiso, levantó su pierna y luego la apoyó sobre el cojín que había colocado en la mesa auxiliar. Se comportaba como todo un caballero. Aunque Enver había demostrado ser muy amable, Libi sospechaba que hacía todo eso como compensación por las molestias y no por mero altruismo.
-Ya que estamos... ¿Te apetece pedir algo para cenar? Pago yo.
-No es necesario. Seguro que estás cansado y quieres regresar a casa. Además mañana tienes que trabajar y...- la expresión de Enver se tornó triste, como la de un cachorrito que baja sus orejitas cuando hace un puchero. Libi quería estar sola para llamar a Isak y decirle que se tendría que dar de baja unos días. Cuando Enver se levantó, Libi agarró su mano por impulso.- De todas formas, gracias por todo.
-No hay de qué.
Dicho esto, Enver sonrió cálidamente y se marchó. Libi recordó las instrucciones dadas por Isak, que decían que el móvil con el que tenía que contactar con él estaba en uno de los cajones de la cocina. Libi tuvo que hacer malabares para coger las muletas, y estuvo a punto de caerse. Tras mirar en casi todos los cajones, encontró el móvil en el de los cubiertos. Lo encendió y aparecieron todos los contactos de las Escamas Negras con su nombre en clave: Anaconda, Cobra, Taipán, Mamba Negra, Cascabel... Pulsó la tecla que ponía "Cobra" y esperó. Finalmente, Isak respondió al teléfono.
-Por fin en casa, Víbora. ¿Te gusta?
-Es un apartamento muy bonito.- Libi sacudió la cabeza, se estaba desviando de la conversación.- Bueno, esta madrugada tuve el altercado con Leonardo y...
-Ah, de eso tenemos que hablar.- la interrumpió con tono frío.
-Esa no es la prioridad ahora mismo.- replicó Libi.- Tuve una mala caída, y con el entrenamiento de hoy mi lesión ha empeorado. El médico me ha dicho que tengo que mantener reposo unos días, por lo que no voy a poder recibir misiones.
-Vaya...- Isak se mantuvo en silencio durante unos segundos, haciendo que Libi se tensara.- En fin, qué le vamos a hacer... Aunque estés de baja, te voy a dar una tarea: no desperdicies el tiempo. Busca información o haz algo útil para la causa, ¿vale? Estas no son unas vacaciones.
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La Víbora
RomanceTras un incidente en su familia, Libi se verá obligada a sobrevivir por sus propios medios. Por ello acabará en una de las mafias más peligrosas de su país, las Escamas Negras. Unos años después, será enviada a una misión arriesgada: infiltrarse en...