-¡Para qué te ofrecí el trato si la policía nos fastidió nuestra última operación!
Isak pegó un golpe sobre su escritorio, haciendo que el agua dentro de su vaso de cristal de tambalease. Libi tragó grueso. Su jefe tenía razón, debería haber predicho los movimientos de la policía. Su trabajo era ese. Sin embargo, no detectó ninguna actividad sospechosa antes del asalto.
-Disculpe, jefe, pero no pude detectar ningún...
-Escúchame, Víbora.- Isak la interrumpió y se apoyó sobre la mesa. Un escalofrío recorrió la espalda de Libi cuando los ojos azules del hombre se clavaron en ella.- Como el siguiente plan salga mal por tu falta de competencia, rescindo de tu contrato.
El alma de Libi se le cayó a los pies. Si invalidaba su contrato, jamás tendría la oportunidad de salir de las Escamas Negras. De todas sus visiones, un futuro miserable lleno de violencia e inestabilidad no entraba dentro de sus planes. Tenía que conservar el contrato como fuera. Isak se enderezó y pasó una mano por su cabello canoso para ponerlo en orden.
-Vas a ir ahora mismo a comisaría y vas a traerme algo útil.- ordenó con firmeza.- Te dejo como hora límite las dos de la mañana.
-¿Pero no sería mejor si esperase a...?
-Me da igual.- interrumpió.- Vas a entrar ahí y vas a conseguir información de algo importante. ¿Para qué estás en las Escamas Negras si no?
Libi decidió que no merecía la pena discutir y acató las órdenes de su superior. Salió del despacho y se puso su uniforme de trabajo: unos pantalones ajustados, pero elásticos para poder moverse con facilidad, y una sudadera con capucha. Todo era de color negro, para llamar la atención lo menos posible. Recogió su cabello en una coleta y se puso su característica mascarilla negra, que ocultaba la mitad inferior de su rostro. Arrancó su moto y se dirigió a comisaría. La decisión de Isak le había parecido una estupidez, podría haber esperado perfectamente a que ella regresara de su baja y se infiltrase más fácilmente. Pensaba que tal vez Isak le había ordenado a hacer eso sin pensar, debido a su enfado. Aun así, le seguía pareciendo un movimiento innecesario y arriesgado.
Cuando Libi aparcó su moto, empezó a barajar las posibilidades que tenía. Debía infiltrarse en el despacho del comisario, seguro que en su portátil se guardaba todo tipo de información confidencial. Sería muy difícil, seguía habiendo policías de servicio y las cámaras estaban por todas partes. Su cabeza daba vueltas intentando encontrar una manera, hasta que una mano le tocó el hombro. Libi se puso a la defensiva, pero cuando vio una cabellera negra se relajó.
-¡Daphne!- exclamó Libi. Daphne la mandó a callar y Libi se tapó la boca.- Perdón, Mamba Negra.
-Hemos venido a ayudarte.
-¿Hemos...?
-Sí. Taipán escuchó la discusión con Isak, y nos dijo que viniéramos a ayudarte.- explicó Daphne con una sonrisa. Señaló a una furgoneta y vio a Chris y a Kayla saludándola. Libi sonrió de lado y se metió en el vehículo junto a Daphne.
El interior de la furgoneta estaba lleno de pantallas, botones y teclados. Aquella era la zona de trabajo de Chris, que actuaba como la hacker del grupo. Las tres estaban de pie alrededor de ella, que se encontraba tecleando en un ordenador.
-¿Hace falta que entremos?- preguntó Kayla, cruzada de brazos.
-Voy a intentar entrar en el ordenador del comisario. No será fácil, tiene que estar muy protegido.
-¿Qué es lo que te ha pedido Isak exactamente?- preguntó Daphne, visiblemente intrigada.
-Información relevante para ir un paso por delante.- Libi rodó los ojos.- No llevo ni un mes en la policía y quiere que tenga acceso a todo. ¡Me ha amenazado con romper mi contrato!
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La Víbora
RomanceTras un incidente en su familia, Libi se verá obligada a sobrevivir por sus propios medios. Por ello acabará en una de las mafias más peligrosas de su país, las Escamas Negras. Unos años después, será enviada a una misión arriesgada: infiltrarse en...