04: ❝life is a bitch❞

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Ya habían pasado muchos muchos años desde que Lee Sung-Won se llevó a Minho a vivir con él, todo parecía ir relativamente bien, el pequeño se crío como un niño alegre, amable y divertido, solía pasar horas jugando con sus peluches, imaginando ser cualquier cosa que pasaba por su cabecita, aunque jugaba solo, nunca le pidió a su padre que jugará con él, ya que lo veía muy pocas veces en la semana por su trabajo, así que, la mayoría del tiempo se la pasaba con su madrastra Irene.

No le gustaba llamarla mamá porque no lo era y la verdad es que no le tenía mucha confianza, era una mujer mala, lo regañaba por cosas muy ridículas, no lo dejaba ver televisión ni salir a jugar a el jardín, por eso permanecía en su habitación y le disgustaba bastante que ella le hablara.

Cuando su papá le contó que su madre lo había "abandonado" de chiquito, él estaba algo desconcertado, ¿En serio su propia mamá lo abandonó?, eso sonaba poco creíble, incluso para Min, quien solo tenía 8 años en ese entonces, pero lo dejó pasar, después de todo, no tenía argumentos para llevarle la contraria.

Su adolescencia fue normal, nada fuera de lo común, era un chico muy inteligente, era imposible no aceptarlo, actualmente, se encuentra cursando su primer año en la universidad con 19 años de edad. Estudiar psicología ha sido su mayor sueño desde que entró a la secundaria y con mucho esfuerzo logró entrar a una buena uni, donde esta estudiando lo que siempre había querido.

Minho no es muy social que digamos, pero a lo largo de su niñez y adolescencia, conoció a los que ahora son sus mejores amigos, Chris, Changbin y Hyunjin. Los cuatro se llevan muy bien, se cuentan absolutamente todo y confían ciegamente en los otros.

Bueno, apartando un poco ese tema, volvamos al principal. Hoy 24 de julio tenía un importante examen de Historia a la primera hora y ya eran las 6:25 AM, se supone que debería haberse levantado a las 6:00, pero no lo hizo, la flojera le ganó y hubiera seguido durmiendo si no fuera porque sintió su alarma sonar por quinta vez, retumbando en su oído.

―Dios, ¿Por qué creaste las mañanas?, no quiero ir a la universidad― se quejó en voz alta, recogiendo su pobre celular del suelo.

Solía dormir con su teléfono debajo de la almohada, pero esta vez olvidó hacerlo, dejándolo al lado de esta, al escuchar ese fuerte tono, lo lanzó de un manotazo fuera de la cama, causando un fuerte ruido.

―Al menos no se le quebró la pantalla― dijo, levantándose de su cama, dirigiéndose al baño. Se miró en el espejo y se asustó al ver su reflejo.

―Mierda, ¿De verdad soy yo?, creo que me veo más feo de lo usual― maldijo, mientras se reía de sí mismo. Prosiguió a lavarse los dientes y la cara, al terminar, salió de su cuarto y bajó las escaleras en busca de comida.

―Hasta que por fin despiertas, ya son las 6:45― mencionó su madrastra, quien se encontraba en la sala viendo algo de televisión.

―Ay, ¡¿Es enserio?!―

―Ve y revisa― contestó sin darle mucha importancia al asunto, estaba muy cómoda y no se molestaría nisiquiera en mirar a ese jovencito mediocre.

Minho subió rápidamente a su habitación y entró de golpe, estrellándose con la puerta en el proceso.

―¡MALDICIÓN!, ¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO HOY?―

Abrió su armario y comenzó a buscar su uniforme. Cuando lo encontró, se dirigió a ponérselo lo más rápido que pudo, agarró sus calcetines y zapatos y se los colocó, se dio un último vistazo en el espejo de su baño, para después salir prácticamente volando de ahí.

Fue hasta el sillón donde estaba Irene y notó que se había quedado dormida. Apagó el televisor y agarró su mochila, listo para irse, pero a mitad de camino, se dio cuenta de que olvidaba su celular, volvió a subir las escaleras hasta su cuarto, tomó el aparato y finalmente, salió de la casa.

La universidad quedaba lejos de su casa y la entrada era a las 7 en punto, no tenía mucho tiempo, debía acelerar el paso si no quería llegar tarde. Él no era alguien atlético, con tan solo caminar unas cuantas cuadras, ya sentía que se desmayaba, era todo lo contrario a otros chicos de su edad.

Se demoró 10 minutos y cuando ya estuvo dentro de la universidad, fue hasta su salón que quedaba en el primer piso, exactamente 1-A, entró, observando que casi todos los asientos estaban ocupados, luego divisó una silla vacía al fondo del salón, así que, fue allí y se sentó, para su buena suerte, la maestra Kwon aún no había llegado, bastante raro.

Sacó su celular y se dedicó a revisar Instagram, nada le interesaba realmente, solo quería pasar el tiempo.

Unos 8 minutos después, llegó la profesora Kwon Yuri, pero al entrar tenía un sonrisa en su cara.

―Buenos días, chicos, perdonen la demora, hay un estudiante nuevo que se les va a unir, es transferido desde Australia, por favor, denle la bienvenida― explicó la mujer, dejando pasar a el mencionado, todos se quedaron petrificados, era muy guapo, tez blanca, cabello negro, buena estatura y como dejar atrás sus hermosas pecas que eran visibles debido a que no llevaba nada de maquillaje, sin duda un príncipe.

―Adelante, preséntate― dijo la mayor, tocando el hombro del chico. Estaba muy nervioso y se notaba a leguas, se quedó estático por un momento, debatiéndose mentalmente sobre que debía hacer.

―Hola, mi nombre es Lee Felix, tengo 19 años y así como dijo la maestra, vengo de Australia, espero llevarme bien con ustedes, muchas gracias― finalizó su presentación con una reverencia.

―Okay, Felix ubícate delante de el joven Minho― dijo, señalando a un chico peli-negro que se encontraba con la vista fija en su celular. Agradeció a Yuri y se dirigió a pasos lentos a donde le habían indicado.

Claro que escuchó los susurros de los demás, decían que era muy guapo y lindo, él sabía que era atractivo, pero no como para que lo alabasen, no era un Dios o algo por el estilo, solo era un chico tratando de vivir.

Al llegar a la silla, se sentó, dejando su mochila en el suelo, para proceder a mirar al frente, ya que la clase había empezado. No tenía ni idea de lo que ellos estaban dando, en su anterior universidad los temas eran muy fáciles y aquí todo parecía ser más complicado, le tomaría bastante tiempo acostumbrarse.

Sin embargo, prestó atención a la clase y tomó apuntes importantes, quizá lo necesitaría luego. Cuando la profesora se fue, sintió una mano posándose en su hombro derecho, se dio la vuelta y se encontró con ese jovencito que no conocía, solo sabía su nombre, Minho.

―Hey, Felix, ¿Cómo estás?― preguntó amablemente, con una bella sonrisa en su cara.

―Bien, ¿Y tú?― respondió nervioso, el chico frente a él era muy bonito.

―Bien, ¿Puedo hacerte una pre-...―

Las palabras del mayor quedaron en el aire porque el profesor que les tocaba a la segunda hora ya había llegado, solo se limitó a hacer un gesto con la mano, dándole a entender a Felix que luego hablarían.

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Hola, ¿Cómo están?

Espero que les haya gustado, quizá no era lo que esperaban, pero equiz, si hay algún error me avisan

¡Los amo!, ¡Adiós!

『𝗔 𝗹𝗼𝘃𝗲 𝗻𝗲𝘃𝗲𝗿 𝘀𝗲𝗲𝗻 𝗯𝗲𝗳𝗼𝗿𝗲』Minlix.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora