OO1. El deseo de Nami.

389 47 26
                                    

Luffy había tenido un hijo.

Habían corrido muchos rumores y relatos tontos por todo el mar que al principio Nami se negaba a creer, quizá por inocencia o debido a los recuerdos del insufrible rechazo. No fue hasta que un día, cuando el rocío de la tarde se posó sobre el pequeño pueblo de Cocoyashi, el News Coo apareció con un periódico; la portada de lejos le resultaba familiar porque en el centro era como haber visto a un Luffy de cinco años regresado en el tiempo.

Ella entonces con sus ojos llenos de tristeza se preguntaba por qué su pecho seguía doliendo de tal forma. Había huido durante mas de cuatro años, y un año había llevado en una isla "enterrada", como ella decía, sin otra diversión que las noches de juego en un bar clandestino. De sus ojos había desaparecido la alegría y de sus labios no existía una sonrisa y Nojiko creía que su hermana era una terrible mentirosa cuando intentaba ocultar lo obvio. 

Nami descubrió lo mucho que amaba apostar porque todo ello siempre la mantenía ocupada, ella necesitaba no tener tiempo para recordar. Y a la noche siguiente volvía a casa, para sufrir el mismo temor de amar a alguien, animada únicamente por la esperanza de que de pronto vendría la primavera.

Ella recibía sus cartas, no era tonta. Luffy siempre decía muchas cosas y nunca disimulo en escribirle lo mucho que la necesitaba. En una de ellas, él le decía que no se casaría si ella no estaba ahí. Nami sollozó desde el fondo de su corazón porque lo echaba muchísimo de menos. 

Pero un mes después, Nami lo llamó mentiroso porque Luffy finalmente se había casado. Ni todos sus tesoros y la joyas del mundo supieron aliviarla. 

Para Nojiko fue en una de esas tantas tardes que pudo observar como el castillo que Luffy había construido en Nami se venía abajo en un pequeño sopló. 

Luffy había hecho algo por Nami. Algo que no se podía agradecer con palabras. A cambio, ella le había entregado su corazón entero.

A Nami casi le avergonzaba lo cruel y brusco de ese titular porque sus sentimientos no querían desaparecer, y eso la estaba volviendo loca. Ella lloró por cuatro días y cuatro noches sin consuelo y después, vagó de un lugar a otro en un ensueño frívolo, enfrentándose a peligros y el peso de ser la navegante del Rey Pirata. Nami muchas veces llegó a apretarse el pecho deseando que desapareciera. 

Porque Monkey D. Luffy ahora sonreía por otra persona, reía por otra persona y amaba a una mujer que no era ella.

Por supuesto que había estado su hermana y el resto de sus compañeros, sin embargo, Nami siempre había asumido que ella no era alguien que dependiera de la ayuda o el afecto de los demás. Lo que deseaba era algo egoísta que no podía decirlo en voz alta.

Ahora, de pie juntó a la borda miraba el amanecer; inundado de sol, el cielo, y las torrecillas lejanas. Embebida en sus pensamientos, no oyó que llamaban desesperadamente a su puerta. Por un momento ella no respondió.

— Robin, tus clones son realmente molestos —su voz sonaba distante, distraída y casi carente de cualquier fuente de calidez.

— Ya no hay necesidad de eso —Robin, que sabía mas que cualquiera se acercó a pasos sordos. Su vestido violeta danzó en el aire—. Ha pasado mucho tiempo, ¿no?

Nami que ahora tenía el cabello largo, mucho más largo que antes, asintió. Robin le dio un golpecito en el hombro.

— Nojiko no debió decirte que estaba aquí.

La arqueóloga carcajeo cansada y antes de que Robin pudiera apartarse, Nami se giró y la atrapó en un abrazo; sus ojos se llenaron de lágrimas y Nami tuvo tanto miedo de si misma.  

Hurts. One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora