OO2. Entre mariposas.

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— ¡DALTON! ¡Ven aquí!—al fin abrió los ojos, tendió una mirada, y un grito agudo que rugió desde el fondo de su garganta se escapó de sus labios. Los arboles y las palmeras se estremecieron de forma absurda.

Examinó el lugar y observó a las bestias entrar y salir durante unos minutos, además de echar miradas furtivas al interior para determinar el mejor plan de ataque. Tal vez podría haber usado haki, pero su ridículo hijo solo se cruzaría de brazos y le diría que hizo trampa. 

En aquel momento, sus pisadas firmes resonaron sin cansancio y el enorme oso retrocedió en precaución, y casi al instante sus labios se estiraron llenos de burla; pero tan pronto como sus sandalias tocaron la superficie, Luffy cayó de rodillas.

Justo a tiempo, alguien pequeñito había caído encima de su espalda. De hecho, era un pequeño salvaje.

— ¿Te sorprendí? ¡Tu cara en serio fue ridícula! —respondió, incapaz de quitar la sonrisa de oreja a oreja de su rostro.

Una sonora y estridente carcajada resonó en el oído de Luffy. Él gimió apenas. — ¡Oye! Todavía eres un mocoso para que me hables de esa forma...

Dalton chasqueó la lengua. Sus bracitos se aferraron al cuello del Rey Pirata cuando se levantó del suelo y el sombrero de paja se balanceo en su cabello cobrizo. 

— Gah, no me gusta este lugar...

— Eres un miedoso —Luffy se encogió de hombros pero a Dalton no le gustó la respuesta y le terminó mordiendo el hombro—. ¡Me duele!

Dalton con los cachetes rojos continuó resoplando por un momento, molesto porque su padre se burlaba y molesto porque ahora tenía hambre y sueño. Luffy, no era especialmente bueno contándole cuentos, ni tampoco era bueno en la cocina. ¡No tenía razón en burlarse!

— Aunque, dudo que ellos quieran hacerte daño —continuo Luffy de repente—. No es como si lo permitiría, shishishi.

El niño parecía estar pensando mucho en ello. De repente sus ojos se iluminaron, olvidando momentáneamente su rabieta y se removió como lombriz agitándole del hombro. — Ne, papá ¿deberíamos ir a pescar? ¡El tío SÚPER me construyo una caña de pescar! 

De todas las cosas que le regaló, la caña de pescar resultó ser la más entretenida para él. Por supuesto, su padre era gracioso cuando no podía pescar nada y terminaba hundiéndose en el agua. Por el contrario, Dalton disfrutaba nadar entre lo mucho que disfrutaba estar con Luffy. 

— Además, Chopper me regaló un... ¿En qué estás pensando? —le preguntó de buen humor, ganándose a cambio un suspiro de Mugiwara.

— Puede que no les tengas miedo a los marines — supuso Luffy —, esas bestias tampoco te lastimarían.

La sonrisa desapareció del rostro de niño. —Pero-.

—Necesito dos horas —interrumpió él y lo miró un tanto inquisitivamente, preguntándose si podría hablar con él sobre lo que tenía en mente o no. Después de todo, su hijo es un niño que todavía no se interesaba por conversaciones sobre el futuro y otros temas que tuvieran un significado más profundo para él—, no te metas en problemas durante dos horas. Eso es todo lo que te pido.

Dalton gimió como si le hubieran dicho que tenía que quedarse quieto durante dos horas, pero no discutió más. Después de negociar las tarifas de carne que Luffy tendría que darle como recompensa se marcho con sus manitos cubriendo su torso. 

A veces él pequeño Dalton se preguntaba por qué a su padre se le ocurrió plantar arboles de mandarina. Realmente el no entendía todas esas cosas que conversaba con el tío de las espadas. De vez en cuando, Luffy traía una mueca de lo más triste; ¡incluso se volvía mas tonto y despistado de lo normal! Y su padre era increíble y fuerte. Parpadeó ante la respuesta, sus ojos oscuros brillaron a la luz de la luna, mientras el viento jugaba suavemente con su flequillo.

Hurts. One PieceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora