Porque dentro de mi mirada es tu sonrisa la que vive

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Max nunca había sido fan de las entrevistas después de las carreras, pero en las conferencias de prensa ya se sentía un poco más relajado, sobre todo si tenía a Checo a su lado.

Pero lo que no esperaba era que el micrófono de su novio no funcionara correctamente cuando fue su turno de contestar. Y aunque su rostro confundido fuera adorable, Max rápidamente le brindó su propio micrófono para que su bella voz fuera escuchada. Intentó que sus manos se tocaran discretamente, recibiendo una sonrisa cálida de su novio.

Sin embargo, el nuevo micrófono tampoco pareció funcionar haciendo que Checo sonriera avergonzado escuchando las risas de la gente alrededor y Max no sabía cómo reaccionar. Sabía lo diferente que era la prensa cuando se trataba de él, podía decir lo que quería, pero su novio era constantemente atacado por los medios aún por las cosas más tontas. Y por eso el mayor intentaba ser lo más neutral posible cuando se refería a otros, siempre poniendo el optimismo por delante, algo que demostraba la hermosa persona que era aunque muchos no quisieran aceptarlo.

Comenzó a escuchar sus palabras, hablando de cómo le fue en la carrera y a Max más allá de escucharlo como su novio, siempre le interesaba la perspectiva de cómo otros pilotos habían vivido su carrera. Así que se quedó mirándolo, tan cerca que con solo estirar su mano podía tocarlo, pero tan lejos como esa pared invisible que la FIA había construido para ellos.

Y aunque quería seguir concentrándose en lo que decía su novio, su mente se perdió en los recuerdos de la conversación que habían tenido la noche anterior sobre la clasificación. Ambos habían estado estresados por los resultados. Max aún seguía irritado por haber perdido la pole y por el incidente con el piloto de Alpine, y por su parte Checo estaba molesto con su ingeniero. Pero la conversación se había salido un poco de control cuando su novio mencionó lo de tener el subcampeonato en juego y Max soltó un comentario sobre la carrera de Brasil del año pasado.



La expresión de su novio fue de total sorpresa, y Max se dio cuenta que el comentario estuvo completamente fuera de lugar, pidiéndole disculpas inmediatamente. Porque si bien habían logrado superar ese momento, logrando trabajar en reconstruir su amistad lo cuál con el tiempo les permitió comenzar su relación romántica, ese hecho había dejado una marca que nunca desaparecería.

Y Max sabía de marcas, él ya las había dejado en el pasado, pero cuando creyó que había mejorado, su estúpido ego y dejarse cegar por ese mantra que lo había atormentado toda su vida sobre ser el mejor, hizo que en esa fatídica carrera volviera a dañar lo más preciado que tenía. Y se arrepintió hasta lo más profundo, sabiendo las consecuencias de acciones como esas y solo esperando que pudiera haber alguna manera de solucionarlo aunque tomara tiempo, porque al menos eso sí había aprendido.


Es que primero lo había vivido con Charles, alguien de quien podía haber sido amigo. Alguien con quien compartir el deporte que le apasionaba. Con quien compartir las dificultades y los logros. Pero bajo la sombra de su padre el Max adolescente solo había aprendido cómo dominar y empujó a Charles lejos, contra la pared, al vacío, a donde no tuviera siquiera una oportunidad de vencerlo y de hacer que el neerlandés sintiera algo más que pensarse campeón. Pero ahora había crecido y madurado, y ese niño a quién tanto rencor le había tenido se había convertido en un gran amigo.

Luego llegó Daniel, a quién Max realmente amó. En su tierna juventud, viéndose nuevo en Fórmula 1, Daniel había sido su faro, un gran amigo y su primer amor. Pero ambos dijeron cosas que significaban otras, actuaron y reaccionaron en formas que no debieron y así cada uno jaló por su lado la tela que habían tejido hasta que se desgarró completamente. Pero una vez que se separaron, tanto sentimental como físicamente, pudieron reflexionar sobre lo pasado, y poco a poco cosieron esa tela rota nuevamente. Nunca sería lo mismo, algunas partes no encajaron igual y algunos hilos quedaron sueltos, pero Max siempre lo consideraría alguien especial en su vida. Pero tenía que reconocer que en ese momento era joven, inexperto e impulsivo, no viendo más allá de su egoísmo, y aunque todavía tenía un poco de todo eso, había querido creer que no volvería a cometer un error así de grande.

¡Viva Las Vegas! ¡Y el Chestappen!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora