9.- Aceptación

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Después de aquella situación, nada volvió hacer lo mismo. Más para Bills que para Whis. La actitud de su ángel no le agradaba, una de ella sería que los alimentos que le preparan le faltaba condimentar, se pasaba la sal o se confundía con el azúcar. Bills trataba de entenderlo pero no sabia como, ¿Qué podía hacer él? ¿Cambiaría algo? Si bien sabía en que la situación representaba un problema él no podía hacer nada.

Se armó de valor y fue al lugar donde no pensó ir, pero ya no había marcha atrás.

—Es muy valiente de su parte haber venido y hacer tal petición–dijo y luego añadió–que le esta animando a seguir ¿Qué va a ganar usted con esto?.

—Que un corazón se junte después de lo que hizo usted, fue cruel con ellos, fue demasiado injusto–declaró.

—“Injusto”–repitió Daishinkan–no he sido injusto, si se refiere a lo que hice no tiene nada ver con esa palabra. Simplemente seguí con la ley impuesta–Declaró seriamente.

—¿Con que Fin?.

—Con que fin de que, ¿lo lo entiendo?.

—Con que fin impuso esa Ley, que quería lograr usted gran sacerdote.

—No se a que su pregunta si usted lo sabe perfectamente Bills.

—Por que no les da una oportunidad–señaló Bills y Daishinkan aqueo una ceja.

—Disculpe, que me esta pidiendo.

—De les una oportunidad, es todo–recalcó nuevamente Bills.

—No puedo hacer eso.

—Si puede y lo sabe, esa ley fue impuesta por usted no por Zeno-zama–dijo Bills y Daishinkan lo miraba seriamente.

—A que costo esta dispuesto a llegar por ellos–dijo y volvió a agregar–Digame Bills, a que costo piensa usted llegar.

—Usted decida y sea cual sea ese costo estoy dispuesto a cumplirlo–dijo determinado y seguro en sus palabras.

—Incluso si eso implica en ser destruido–dijo–estaría dispuesto llegar a ese precio Bills.

Bills trago duró y Daishinkan no quitó sus ojos de él

—Incluso si ese es el precio gran sacerdote–volteó la mirada a un lado–estoy dispuesto aceptarlo.

Daishinkan aplaudió y Bills lo miró confundido.

—Me sorprende su muestra de valentía y aprecio por mí hijo y voy a reconsiderar su idea–señaló.

—Entonces... Eso quiere decir que acepta que Whis y el chico...–se detuvo.

—Así es, creó que he cometido un error y debo enmendarlo–dijo Daishinkan.

Bills no sabia como sentirse ante lo que dijo Daishinkan pero le alivio a qué este aceptara y juntos fueron al universo 7, en el palacio de Bills. El ángel se encontraba en el balcón mirando a la nada, su vista pérdida y su apariencia le hacía ver alguien como sin vida, su aspecto pálido era lo que más se distinguía.

—Whis–lo llamó Bills.

—Se le ofrece algo señor Bills–dijo el ángel sin voltear su vista.

—A mi no, pero alguien quiere hablar contigo–dijo y Whis se giro encontrándose frente a Daishinkan.

¿Cómo había llegado sin que él lo notará?

—Los dejó sólo–hizo mención antes de irse.

—¿Qué sorpresa padre? ¿A que debo el motivo de su visita?

—La última ves que estuve aquí no término nada bien–dijo y Whis aquejó una ceja.

—No entiendo a que viene eso.

—Creí que era lo mejor para ti, pero me equivoqué.

—Ya no importa, usted lo dijo, creyó que era lo mejor para mi y no se puso a pensar que es lo que yo sentía–Whis se detuvo y Daishinkan se acercó a él.

—Hasta el ser más perfecto puede equivocarse–le dijo Daishinkan.

—Usted lo dijo padre, hasta el ser más perfecto puede equivocarse.

—Entonces quieres algo serió con el supremo Kaiosama Shin.

—No lo sé, Shin no creó qué sienta algo como lo que yo siento por él.

—No lo sabes si no lo intentas. Por que no vas y compruebas por ti mismo.

Whis sonrió ligeramente y despidiéndose de su padre se fue al planeta sagrado. Cuando llego no vio a Shin y solo se encontró con su asistente y el antepasado. Les preguntó a cerca del menor y les dijo que fue a uno de los planetas a comprobar el nivel de progresión que va. Con esa respuesta Whis partió buscando a Shin por unas horas y cuando lo encontró, lo vio cerca a un prado de flores leyendo un libro, dio un pasó pero se detuvo ¿Cómo le diría? ¿Qué pensaría? ¿Estaba bien? Eran miles de preguntas. Y no había ninguna respuesta. Lo vio tan tranquilo, tan sereno, tan lindó eso último le provocó un leve sonrojo y sin darse cuenta había pisado una rama y Shin quitó la vista del libro viendo al ángel, una sorpresa no se hizo esperar. Whis estaba nervioso y no precisamente por eso y Shin sorprendido por ver ahí al ángel.

—Podemos hablar, joven Shin–le pidió el ángel.

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