Segundo acto: reencuentro.

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Años después de que Luffy se convirtiera en rey de los piratas,  Law y él se siguen comunicando todo el tiempo, hasta que Law recibe noticias inesperadas.


Varios años habían pasado desde que Luffy se convirtió en rey de los piratas. Los secretos del mundo se habían develado y se había derrocado algunos gobiernos injustos y gran parte de la esclavitud. Por supuesto, no todo era perfecto, nada lo era, la gente mala no se extinguía tan fácilmente y eran como plagas que seguirían y se multiplicarían, pero Law decidió que nada le importaba, mientras pudiera evitarlo.

Había logrado sobrevivir con sus amigos y decidió que, mientras viviera, les daría una vida tranquila, en el norte, reconstruyendo poco a poco todo lo que habían destruido, no era mucho, pero alguien tenía que intentarlo, ¿no?

Law seguía siendo fuerte y un gran cirujano, podría usar sus habilidades para el bien y para cuidar de sus compañeros. Aunque no le rendía cuentas de su vida a nadie, era un omega independiente y feliz dentro de lo que cabe.

Con los Sombrero de paja tenía contacto, era poco, pero se escribía con Luffy de vez en cuando. Luffy siempre tenía algo que decir, en especial cuando de nuevas aventuras se trataba. Él vivía tal como quería: libre.

Law en un punto de su vida se había enamorado profundamente de él, aunque sabía que era unilateral, porque Luffy tiene una perspectiva demasiado grande del mundo como para que Law, alguien que suponía un reto y estabilidad como un objetivo común, entrara en la ecuación. En todo caso, le gustaban las cosas como estaban ahora, podía ayudar a la gente. Y si le preguntaban, era casi seguro que no quería volver al mar, no gracias, no había nada allí para él.

—¿Te sigue doliendo, Maya? —preguntó Law con suavidad a la pequeña niña que tenía enfrente.

Ella le sonrió y negó.

—¡No! —Y se acercó a Law y lo rodeó con sus brazos—, gracias a ti no me duele, eres el mejor, doctor Trafalgar.

—No fue nada. —Law nunca se había sentido cómodo con tanto contacto físico, sin embargo, tampoco se negaba a ello.

La madre de la niña también le agradeció y finalmente juntas salieron del consultorio. Como no tenía nada más que hacer, pensó en ir por algo de comer. Se estaba preparando para salir, cuando de repente...

—¡Law! —Bepo empujó la puerta con fuerza. Law rodó los ojos.

—¿Ahora qué? —dijo de malhumor.

—Hay unos revoltosos al sur de la isla.

—¿De nuevo? —preguntó con el ceño fruncido. En menos de un mes, varios barcos de piratas y no piratas se habían estado acercando a la isla, tratando de molestarlo, porque no había otra razón por la que eligieron estar allí, no había demasiados tesoros y el clima era frío en comparación con otras zonas—. ¿Ustedes no podrían hacerse cargo? —agregó, harto de tener que moverse para nada.

Bepo le sonrió.

—creo que sí, pero si no tienes nada más que hacer, deberías venir conmigo.

Law suspiró, resignado, y asintió, porque la verdad no tenía otro plan en mente más que comer, claro.

El lado Sur de la isla tenía un pequeño puerto que habían construido recientemente para mejorar el comercio, pero ahora que lo pensaba, había más problemas que utilidades. Cuando Bepo y él llegaron, casi todo estaba bajo control, menos por uno: el capitán, esos siempre eran los que oponían más resistencia hasta el final.

Instintos (LuLaw)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora