Sexto acto: toda una vida.

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Cinco veces Luffy le pone ojos de cachorrito a Law, una vez que Law lo intenta.

Una mirada a la pareja desde su infancia hasta su compromiso.

Luffy bebé, Law 7.

Law se despertó por el ruido de las voces, el sonido de los vehículos que iban y venían. No estaba de muy buen humor. Tenía escuela y en cualquier momento aparecería su padre para decirle. Se estiró y caminó hacia la ventana para abrir la cortina y ver fuera. Como su habitación estaba en el segundo piso, con vistas al jardín delantero y la casa vecina. Cuando miró hacia abajo lo notó: el carro de mudanzas. Ya era hora, pensó, esa casa había estado vacía por mucho tiempo, tanto que le asustaba por las noches.

No vio demasiado, además de una cabellera roja y unas cajas, porque tampoco tuvo mucho tiempo para investigar, su padre apareció en la habitación, tal como había anticipado, era hora de su baño.

Cerró la cortina e hizo las banalidades diarias, finalizó colocándose su gorrito manchado, no salía sin él. Law tomó su mochila y bajó. Para el desayuno le dieron un poco de arroz y su hermana un sándwich, como siempre. El paladar de Law era comparable al de un bebé recién nacido, comía muy poco o nada.

—Hay nuevos vecinos —mencionó su madre con una sonrisa—, haré galletas para saludar, ¿te espero hasta que llegues de la escuela, bebé?

—Mamá, ya no soy un bebé y ve con Lami.

—Es culpa de tu padre que seas tan rígido —agregó su madre, acomodándole el cuello de la camisa.

Law quería decirle que le parecía que era al revés, pero su padre bajó de las escaleras con su maletín médico y empujó a Law hacia la salida. Su hermana no estaba yendo a clases por resfriado, por lo que el viaje sería rápido. Ella tardaba más que Law en comer y siempre le enojaba que no estuviera lista a tiempo.

El resto del día, Law se quedó pensando en los vecinos. Se preguntaba si habría otros niños. Y la respuesta llegó en forma de bebé que apareció cuando el hombre pelirrojo abrió la puerta. Lami y su madre fueron a llevar las galletas, por supuesto, le dijeron a él que las acompañara. Law a regañadientes accedió.

—Bienvenidos al vecindario, espero que les guste el lugar.

—Oh, muchas gracias, no esperaba tan plácida bienvenida. —El hombre acomodó al bebé en sus brazos cuando este trató de ir por las galletas—. Lo siento por Luffy —agregó un poco apenado. Para ser un hombre tan grande, no era intimidante en lo absoluto.

—No hay problemas, son todas suyas. —Su madre le dio una al bebé que hizo un pequeño ruido de satisfacción. A Law le pareció un niño muy feo—. Estos dos son Lami y Law, no dude en pedir ayuda si la necesita.

—Soy Shanks y Luffy, también estamos para lo que necesiten, me encantan los niños. —El hombre se hizo a un lado para dejarlos pasar—. Está un poco desorganizado, pero me gustaría que entraran.

Law entró a la casa y notó que por dentro era más amplia y linda. Desorganizada, claro, pero era normal teniendo en cuenta que se acababan de mudar. El hombre los dejó sentarse en un largo sofá. Los adultos se enfrascaron en una conversación sobre la zona, la seguridad, los sitios de juego. A Law nada de eso le importaba, hasta que vio al bebé intentar ir por más galletas, gateando lejos del abrazo de su padre, suponía Law, para tomar las galletas de la mesa, pero era un niño muy pequeño, no alcanzaría. Law lo miró mal, pero en vez de amedrentarlo, el pequeño abrió grande sus ojos y le sonrió, luciendo como un cachorrito, mientras señalaba la bandeja.

Instintos (LuLaw)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora