; rintarō suna

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cats

— ¿Qué es todo esto?—fueron las únicas (y secas) palabras que salieron de los finos labios del jugador

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— ¿Qué es todo esto?—fueron las únicas (y secas) palabras que salieron de los finos labios del jugador.

Tu mirada se centró en aquella voz familiar, ahí estaba Suna, con la apariencia de un recién despierto total. Sabías a la perfección que no era el tipo de hombre que sonreía a menudo, sólo en privado, y esta vez estando a solas, ni siquiera estaba sonriendo, parecía haber visto todo aquello que no deseaba ver en ese momento.

Y no se trataba de vos, se podía confirmar porque no eras a quien estaba mirando en ese preciso instante. Su mirada de escaneo iba dirigida al pequeño felino que descansaba plácidamente entre tus brazos, ambos cómodos en el sillón.

— Hola, todo bien. Buenos días—dijiste sin más, ¿estabas acostumbrada a su mal humor mañanero? Sí, pero esta vez cruzó la raya al mirar con desprecio a un bebé gatuno.

— Parece que hoy decidiste torturarme—sus ojos volvieron a conectarse— me conoces mejor que nadie en este mundo, convivimos todos los días, ¿y así debo despertarme?

— Hay días donde en serio me sorprende tu teatro—un leve suspiro escapó de tus labios— es sólo por hoy, una amiga tiene unos trámites y le cumplí el favor de cuidarlo—tu dedo índice acariciaba delicadamente la cabeza del animal, como si de cristal se tratase.

— Soy alérgico—pronunció.

— No te acerques—fue la respuesta.

Hubo un silencio mínimo, pero se sintió eterno.  Rintarō salió del lugar, aproximándose a la cocina para preparar su café. Estaba en transe, nunca pensó que iba a usar tanto la cabeza más allá de lo que era el deporte.

En realidad, la alergia era toda una excusa, le avergonzaba admitir que le daba miedo los gatos.

— ¡Amor! ¿Vamos a seguir viendo la serie?—tu voz provenía de la cocina, esperando respuesta del mencionado que se encontraba en la habitación. Ya era de noche.

— Sí, sí.

El día transcurrió con normalidad, Suna evitó estar en la misma zona que el pequeño gato, hasta aprovechó para hacer compras con tal de salir de ahí. Se sentía totalmente estúpido.

El joven llegó al living, para encontrarse con la sala semi-oscura, siendo la luz de la misma televisión la encargada de aportar brillo. Al verte sonriendo, junto con la manta que usaban para compartir entre ambos a la hora de ver sus series, no pudo evitar mostrar una cálida sonrisa en su rostro.

— Fue una excelente idea empezar a ver Juego de Tronos—dijiste, mientras sonreías apoyada en el hombro del deportista.

Suna simplemente asintió, volviendo su atención a la pantalla y a las escenas que transcurrían en la misma. De repente, aquella atención volvió a ser interrumpida al sentir un ligero peso en su muslo izquierdo.

— Suna, estás tenso...—seguías viendo la serie, con el ceño levemente fruncido de la confusión.

No hubo respuesta.

Al alzar la mirada, te encontraste con tu pareja con la piel más pálida de la que ya era, al seguir la dirección de sus iris, apreciabas como la pequeña visita ya se había acomodado en la pierna de él.

— ¡Que ternura!—fue un susurro mal controlado, pero duró bastante poco apreciar el escenario que tenías en frente.—Mierda, ¡casi me olvido tu alergia!

Cuando estabas apunto de agarrar al gatito, Suna rodeó con uno de sus brazos tu cintura y te apegó a el, siendo extremadamente cuidadoso al tener que prestarle atención al animal a la vez.

— No—exclamó— Sólo déjame estar acomodado esta vez.

— ¿Eh?—Suna te miró ciertamente irritado.

— Abrázame—explicó.

No podías distinguir bien entre la oscuridad, pero un leve sonrojo se había posado en sus mejillas. Asentiste, dejando que sus brazos te rodeen por completo, correspondiste a aquella acción, al mismo tiempo que el felino salió de las piernas de Rintarō para colocarse entre medio de ambos. Solo allí con sus piernas finalmente libres Suna logró hacerse bolita en la cálida cercanía.

— Es la primera vez que estás en esa posición—aguantaste sin éxito una risita.

— Cállate—intentó sonar serio, pero estaba completamente rojo, por suerte se ocultaba bastante bien con la manta.

Y así terminó el día, ambos jóvenes viendo una serie en compañía de un gatito. El cual de una forma u otra, terminó durmiendo acurrucado con Suna.

No había pasado ni un mes de lo ocurrido y ya escuchabas pedidos intensos de tu novio, quería adoptar un gato.

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⏰ Última actualización: Jan 04 ⏰

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