Nos dirigimos hacia la impresionante mansión De'Ath, situada al otro lado del pueblo y rodeada por un hermoso entorno natural con un lago y un puente en un pequeño bosque. Esta mansión era el hogar donde crecí junto a mis abuelos, padres y hermanas, y donde fuimos muy felices sin sospechar la oscuridad que ocultaba el pueblo. Ahora, después de ocho años, he regresado a este lugar del que escapé.
La mansión De'Ath era una imponente construcción de estilo victoriano, con paredes blancas, grandes ventanales y un tejado rojo. Su jardín era amplio y bien cuidado, lleno de flores de todos los colores, árboles frondosos y una hermosa fuente de mármol. Una verja de hierro rodeaba la propiedad, y se abría mediante un código de seguridad. Además, la mansión contaba con una piscina, una cancha de tenis, un establo y un garaje, ofreciendo todo lo que uno pudiera desear y todo lo que el dinero podía comprar. Sin embargo, había una ausencia notable en ese lugar: mi abuelo.
Al llegar, un sentimiento de nostalgia y aprehensión me invadió. Recordé la última vez que estuve allí, hace ocho años, cuando mi abuelo me abrazó y me dijo cuánto me quería. También recordé cómo, cuando era niña, lloré y supliqué después de que me golpeara, y cómo me hizo sentir culpable por la muerte de mi abuela y por abandonarlo. Pero con el paso de los años, las cosas cambiaron y él me suplicó que regresara.
—¿Estás bien? —me preguntó el pelirrojo con preocupación, notando mi expresión tensa.
Negué con la cabeza, intentando alejar esos recuerdos dolorosos de mi mente. No era el momento de revivir eso.
—Sí, estoy bien, solo que es raro volver a este lugar después de tanto tiempo —le respondí con voz apagada.
Aparqué el coche frente a la imponente entrada, y bajamos del vehículo.
Eos observó la mansión con una mezcla de curiosidad y temor, y comentó: —La mansión es bonita pero tiene un aire siniestro, ¿verdad? Parece tan oscura como la historia que esconde.
Iba a contestarle, pero me vi interrumpida por un ejército de seguridad que me reconoció al instante. Eran los hombres de confianza de mi abuelo, aunque debía admitir que no parecían muy competentes, ya que si lo fueran, mi abuelo seguiría vivo.
—Bienvenida Señorita Jules—saludo uno de ellos con respeto y admiración —Estamos a su disposición y ordenes— dijo con firmeza el joven.
Nos informaron que habían buscado al asesino del abuelo, que habían tratado de rastrear pistas, pero que les fue imposible.
—Yo me haré cargo de conseguir al culpable— afirme decidida —Gracias por su bienvenida.
Con eso, di por terminada la conversación y caminé hacia la entrada de la mansión junto a mi compañero, Eos, mientras uno de los sirvientes llevaba nuestras maletas detrás de nosotros.
Al entrar, me golpeó un fuerte olor a canela y el frío del aire acondicionado que siempre estaba encendido.
Nos llevaron a nuestras habitaciones, que estaban una al lado de la otra. A mí me asignaron la habitación que solía ser mía cuando era pequeña, y a Eos le dieron la habitación de mi hermana mayor. Las habitaciones eran espaciosas y cómodas, con camas grandes, armarios llenos y baños privados.
Después de dejar nuestras pertenencias en las habitaciones, decidí darle a Eos un pequeño tour por la mansión. Empezamos por el salón, donde encontramos un cómodo sofá, una acogedora chimenea y una televisión. Luego pasamos por el comedor, que contaba con una elegante mesa, sillas y una vajilla. Continuamos hacia la cocina, equipada con una nevera, un horno y una despensa. Nuestra siguiente parada fue la biblioteca, donde había un escritorio, estanterías llenas de libros y un ambiente tranquilo perfecto para la lectura. También visitamos el estudio, el gimnasio, el cuarto de juegos y el cine familiar.
Al final del pasillo, nos encontramos con una puerta de un color vinotinto intenso. Era el cuarto de armas, el favorito de mi abuelo y donde guardaba sus armas, trofeos y secretos. Al entrar, nos quedamos impresionados por la variedad de armas que había: pistolas, rifles, escopetas, cuchillos, dagas, espadas, lanzas, arcos, flechas, granadas, bombas, minas, trampas, venenos, antidotos, linternas, prismáticos, cámaras, micrófonos y muchos otros dispositivos. Había armas para todo tipo de misiones y gustos, algunas de las cuales habían pertenecido a mis antepasados.
—Será mejor que nos armemos para protegernos —le sugerí al pelirrojo, que contemplaba fascinado el arsenal de armas, y asintió con determinación mientras buscaba alguna que le gustara.
Elegimos un par de armas cada uno, Eos optó por una pistola y un cuchillo, mientras que yo tomé una pistola y mi daga personalizada que mi abuelo había mandado a hacer exclusivamente para mí.
—¿Qué opinas de todo esto? —le inquirí a Eos mientras abandonábamos el cuarto de armas.
—Es alucinante, Jules. Nunca había visto un despliegue tan impresionante de armas. ¿Dominas todas? —me interrogó con interés.
—Algunas sí, otras no. Mi abuelo me instruyó en el arte de disparar y de luchar con cuchillos, pero nunca me llamaron la atención las armas más raras. Él era un adicto a la caza y la aventura. —le narré con melancolía.
Dejando la conversación, nos dirigimos a la habitación principal, que había pertenecido a mi abuelo. Era la más grande y lujosa de la mansión, con una cama imponente, un armario espacioso y un baño enorme. En la mesita de noche, encontré una foto de mi abuela, un reloj que perteneció a mi bisabuelo y un brazalete que reconocí al instante.
El brazalete era de oro y tenía una piedra roja en el centro. En él estaba grabado el escudo de los De'Ath, un león rampante sobre un campo de estrellas, el símbolo de nuestra familia. Era un regalo que mi abuelo me hizo cuando cumplí diez años, pero me lo quitó cuando me fui de la mansión.
Justo en ese momento, un joven moreno, con el cabello oscuro y gafas oscuras, vestido completamente de negro y de apariencia seria, irrumpió en la habitación. Tenía en sus manos un sobre de color negro.
—Señorita Jules, este sobre acaba de ser arrojado en la entrada de la mansión— informó mientras me entregaba el sobre. Luego se dio la vuelta y se retiró.
Observé el sello del sobre, que representaba dos dagas cruzadas sobre un corazón que derramaba sangre, y procedí a abrirlo. En su interior, encontré una nota, tres fotografías y un brazalete rojo.
Las fotografías eran verdaderamente espantosas. Mostraban a mi abuelo sufriendo mientras era golpeado y torturado, pero la tercera imagen era la peor de todas: mostraba cómo ardía en llamas. Dejé caer las fotografías, sintiendo una mezcla de asco, repulsión y odio por todo lo que le habían hecho.
Decidí leer la nota que acompañaba a las imágenes. Decía lo siguiente:
"Querida Jules,
Lamento profundamente la muerte de tu abuelo y entiendo que estás buscando al asesino. Sé que deseas vengarte de él. Quiero ofrecerte mi ayuda, ya que sé quién es el asesino, cómo lo mató y por qué lo hizo.
Yo estuve presente en ese momento. Vi todo con mis propios ojos. Fui su sirviente.
No debes temerme, Jules. No soy tu enemigo, sino tu aliado. Mi objetivo es que conozcas la verdad.
Sin embargo, no puedo revelarte todos los detalles por esta nota. No es seguro. Necesito verte en persona y mostrarte las pruebas.
Por eso te pido que me encuentres en el antro de los hermanos Darks. Estaré esperándote esta noche a las diez.
Es tu única oportunidad.
Te espero, Jules."
Guardé la nota y Eos me observó con inquietud.
—No se te ocurra ir, Jules —me advirtió Eos.
—Voy a ir, al fin y al cabo el que la escribió corre más peligro que yo.

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Dark Secrets
Misteri / ThrillerJules De'Ath nunca pensó que tendría que volver a escuchar la voz de su prima Erica, a la que no veía desde hacía años. Pero cuando recibe una llamada telefónica que le informa de la muerte de su abuelo, Jordan, su mundo se derrumba. Su dolor se mez...