En tiempos pasados, había un niño que nunca fue destacado. Sufrió mucho por ser débil y llorón cuando tenía doce años de edad.
"¿Edgar, de verdad estás solo otra vez?" Refunfuñaban los malintencionados que se burlaban del chico.
Nunca tuve amigos, ni fui de sobresalir. Siempre fui el raro, el que nadie recordaba, solo objeto de burlas por mi apariencia extraña y mi actitud melancólica. Así pasaron los años y mi vida no cambió mucho, hasta que a los trece conocí a una chica que cambiaría mi vida.
Fui golpeado como de costumbre, cuando una hermosa sonrisa me salvó de la soledad y tomó mi mano, aún ensangrentada por los golpes y cortes que sufrí por los cruel bullying.
"Me llamo Colette y me han dicho que te pareces a mí."
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Pasaron años y finalmente terminó esa etapa tan extraña en mi vida. Tengo 16 años y trabajo en una extraña tienda de artículos malditos y otras cosas que no mencionaré.
Colette me regaló una bufanda por mi cumpleaños número quince. Recuerdo el día lluvioso en el parque cuando se acercó con el regalo, lo que me hizo sentir un poco extraño por parte de la susodicha loca.
"Edgar, tonto, con este regalo no te sentirás más solo, te lo prometo", reía la chica con su típica expresión de locura.
Fue entonces cuando mi corazón comenzó a latir por ella. Sé que fue tonto, pero fue la primera vez que sentí algo así. Mi corazón recobró el color por su sonrisa perturbadora.
"Feliz cumpleaños, Edgar" me dijo.
Fue su sonrisa, perturbadora, la que hizo que mi corazón latiera nuevamente.
