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    「 una declaración sin objeción 」

Kurisu Makise es la prestigiosa hija primogénito de los clanes más importantes de todo Japón, con un poder tan importante sobre la nación del sol naciente que sus únicos codo a codo son la familia real de Japón y la familia presidencial.

acababa de cumplir 17 años, la edad en la que se le permite casarse y unir árboles familiares, le llegaban propuestas de compromiso por todo el mundo y de todo el país de distintas familias reconocidas con supuestos "primogénitos explendidos" material de maridos para ella

queda en claro que esto era meramente pura labia, la mayoría de esos supuestos primogénitos maravilla eran los hijos mimados de aquellas familias, sin proyectos a futuro ni grandes ideas millonarias. A penas y sabían lo que era trabajar en realidad.

Toda la familia solo se dedicaba a leer aquellas simplonas cartas entre risas, sin tomarse ninguna con una pizca de seriedad. Rintaro, el hermano gemelo menor de la primogénito, las colocaba en una caja dependiendo su categoría

"No :)"

"Nunca"

"Declarar enemigo"

— este te pide herederos en menos de 4 años! Quemálo! —grita el pelinegro extendiendo la carta a su madre

La mujer con gusto tomó la carta y la quemo en la salamandra familiar, que los mantenía calientes en aquel invierno y alejados de propuestas incoherentes.

— lo que uno tiene que leer —se frota el ceño el padre de la familia despojandose de sus lentes

Pensaba que nunca podría casar a su hija si todos estos pretendientes solo la ven como una máquina de hacer hijos, callada y dispuesta.

su hija era la persona más capacitada en los negocios, con grandes ideales y un talento innato en formar uniones empresariales, con planes de estudiar relaciones públicas en la mejor universidad. Si la casaría, será con el mejor postor claro, pero sobretodo con alguien que la considere capaz de seguir todos sus planes y este a la altura de acompañarla en el camino. Kurisu no es solo su gran heredera, tambien es la artista más grande del mercado musical del momento junto a sus hermanos.

Kurisu ante todo esto leía las cartas con un rostro aburrido, todos quellos escritos eran sobre padres y madres que inventaban maravillas de su hijo, mientras que le exigían ser la esposa sensata y cara de no romper un plato, si por ella fuera, sería soltera de por vida. Era hasta algo triste y repugnante ¿nadie la queria como compañera de vida? ¿Solo un adorno valioso?

— que asco. —mencionó con desprecio mirando la misma carta que su madre a tan solo la 5ta oracion, ambas, metieron la carta al fuego.

En cambio, su padrino que también se encontraba en la habitación, veía con mucha atención aquella carta que vino en un sobre con sello de cera, a la antigua. Aquel gesto no pudo darle mejor impresión cuando vio de quien pertenecía aquella carta

— esta carta creo. . Que debería ser leída en privado —se levantó de su asiento, para proporcionarle el sobre a su ahijada

Kurisu vio con atención la mirada de su padrino, yukita. Aquel hombre canoso y grande como un oso polar le dio una mirada brillosa, contagiando algo de esperanza y curiosidad en ella

se separó de su familia un momento para subir a su habitación en silencio, todos se quedaron expectantes mirando curiosos al padrino de la primogénito.

La adolecente de ojos verdes se sentó en su cama y con emoción desató las cortinas que rodeaban su lugar de ensoñación para crear un ambiente agradable a la hora de leer esa misteriosa carta.

LA CARTA | Ran HaitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora