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| La cena |

Narra Ran

— hijo, deja de pisar de manera nerviosa, puedo sentir la vibración desde aquí.

detuve mi pie derecho en seco.

Estoy con mi familia en el restaurante más caro de roppongi, aquí sería la cena con la familia Makise. Llegamos 10 minutos antes de lo acordado por decisión de mi padre. Él parecía tranquilo en su asiento simplemente esperando, mi madre estaba algo aburrida a su lado, tomó antes de venir en casa y se encontraba algo ebria. Mi hermano por otra parte estaba ojeando la carta del menú en la sección de licores.

Todos en general estan muy tranquilos, pero yo no. Estoy tan nervioso que me vendría bien golpear a alguien para liberar algo de adrenalina por mi cuerpo, apreté mi puño por la frustración.

extraño tanto meterme en problemas con mi hermano y con la pandilla de Izana, extraño romper huesos por diversión. Esos días dónde podía tener el control de roppongi a base
del miedo y admiración que mi propia presencia generaba. Pero yo
ya no soy ese adolecente insolente, no desde que padre nos descubrió una noche que volvimos de salir con la pandilla cuando rindou y yo teníamos 17 y 18 años.

Estaba enfurecido, completamente enojado con nosotros, nada fue igual desde aquel entonces. Luego del sermón de honor que nos dió hemos aparecido muy poco en el bajo mundo, me enfoqué en el estudio junto con las pasantías en la empresa familiar y rindou buscó otros pasatiempos que no sean ser DJ en clubs nocturnos.

Debo admitir que también me siento algo decepcionado de mis propios actos, me comporte como un hijo de puta en el pasado que golpeaba y dejaba fuera de combate a chicos de las formas más tramposas que podían existir, yo era un oponente sucio y sin ningún tipo de piedad por el otro, no me arrepiento de mis actos porque después de todo yo lograba mis cometidos, pero era algo desagradable sin dudas.

Aunque deteste mucho levantarme temprano, estudiar y además de eso hacer pasantías. Reunirme con un montón de personas incompetentes y aburridas, y además de todo eso desperdiciar horas que podría utilizar durmiendo. Este nuevo estilo de vida solo tiene una cosa buena y esa cosa es la cercanía me brinda hacia ella, y la posibilidad que me da de ser alguien para Kurisu, para quizás ser su esposo en el futuro.

Ella me gusta desde los 16 años y es el motivo más grande por el cual me esfuerzo por no ser el ran de antes.

— Ran, ellos ya están aquí. —mi hermano me tocó el hombro sacándome de mis pensamientos

Imite la acción de mi familia y me coloque a un lado de la mesa para recibir a los Makise. Mi padre junto a mi madre un poco más adelante que mi hermano y yo.

cómo arte de magia la familia confirmada por tres clanes estaban frente a nosotros, mi mirada de forma automática la buscó y esas esmeraldas conectaron conmigo de inmediato. Ella portaba un suéter morado caliente ya que había hecho mucho frío entre ayer y hoy, una falda larga pegado a su cuerpo, sobretodo a su cintura diminuta y con el abdomen marcado por el ejercicio al igual que sus piernas, una de ellas se apreciaba por el tajo que había en la falda. Sus pies estaban calzados con unos tacones de aguja negros que la hacían casi de mi altura. Su cabello rizado caía tras su cabeza como una melena de león con volumen y su rostro palido parecía el de una muñeca de porcelana.

me miró directamente, no de una manera desafiante y desconfiada, tampoco de una mirada sumisa. Era una mirada atenta como si me estuviese analizando, note como sus ojos se dirían a distintos puntos de mi rostro. Tragué saliva algo nervioso, su presencia ahora que era conciente de mis sentimientos me provocaba cierta sensación de devoción y debilidad ante ella, después de todo la que decidirá todo es la chica frente a mi.

LA CARTA | Ran HaitaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora