Capítulo 5

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Pov Abigail D'Angers

Después del almuerzo, que resultó agridulce debido a la pelea previa, me pareció que los chicos fueron bastante imprudentes al iniciar el conflicto. Sentí pena por Annick, a quien le arruinaron el almuerzo. Ofrecí compartir mi comida con ella, y Pichón también ofreció el suyo, pero rechazó la oferta, argumentando que ya estaba llena.

A pesar de mi aprecio por Descamps, no aprobaba su actitud junto a sus amigos. Sin embargo, en ese momento, me sentí impotente ante la situación.

Después de la breve conversación con Annick, nos dirigimos a clase, solo para descubrir que los chicos estaban tramando algo. Parecía ser una broma con un cubo de agua, aunque no sabía quién era el objetivo.

Decidí abordar a Descamps para obtener más información. -¿Oye, Descamps, qué están tramando?—pregunté al acercarme.

-Es solo una broma inofensiva, Abigaíl—contestó.— Ahora que estás aquí, ven que te presento a mis amigos.-

Antes de que pudiera investigar más, Descamps me arrastró para presentarme a sus amigos. —Este es Yves Lamaziere y este es Jean Dupin.- Presento rápidamente- Chicos, esta es mi prometida Abigaíl D'Angers-. Me emocionó que me presentara como amigos.

-Encantado de conocerte, Abigaíl. Bienvenida -. Yves lo expresó con una sonrisa y asintió.

-Un placer, Abigaíl—, expresó Jean, dirigiéndome una mirada cargada de curiosidad y amabilidad.

-Un placer, chicos —contesté rápidamente.— Bueno, ya no os molesto más y me iré, hasta luego. —Me despedí y fui con Annick.

-No sabía que conocías a Descamps—. Dijo Annick nada más llegué.

-Ya bueno, nos conocimos ayer y resulta que tenemos un matrimonio concertado. -Le respondí.

-Vaya, eso no me lo esperaba—. Dijo con una expresión sorprendida.

-En verdad no es tan malo, digo él me cae bien y es guapo -comenté con una sonrisa, tratando de ver el lado positivo de la situación.

-Bueno, pues si te agrada a ti, no hay nada que hacer.- expresó Annick con una combinación de resignación y aceptación.

Después de esa breve conversación con Annick, nos sentamos y en ese momento escuché cómo el agua caía al suelo. Giré la cabeza y vi a Michèle Magnan, una chica de nuestra clase y sobrina del superintendente Bellanger, empapada de agua hasta que su vestido se volvió transparente. Enseguida, la profesora de inglés llegó rápidamente y se la llevó. La verdad, sentí mucha pena por ella.

La tensión en el aula era palpable después de que la profesora se llevara a Michèle. Los murmullos burlones de los chicos resonaban en el espacio. Me parecía patético presenciar tal comportamiento y estaba a punto de expresar mi indignación por su actitud infantil, pero en ese momento, la puerta se abrió de golpe.

Entró un chico de aspecto decidido, desencadenando un giro inesperado en la escena. Rápidamente, se desató una confrontación entre él y algunos de los chicos que se burlaban. Sin embargo, la pelea tomó un giro alarmante cuando el tonto de Descamps, aún llevando puestas sus gafas, recibió un contundente puñetazo en ellas. El sonido de la colisión fue seguido por un crujido penetrante, y observé horrorizada cómo un fragmento de vidrio se incrustaba en el ojo de Descamps.

La sala quedó en silencio, interrumpiendo bruscamente la algarabía previa. El caos que se desató en cuestión de segundos dejó a todos boquiabiertos, marcando un punto de inflexión que cambiaría el curso de los eventos en el aula.

Abigaíl, a pesar de la gravedad de la situación, se acercó con determinación a Descamps, cuyo rostro mostraba dolor y sorpresa.

-Descamps, ¿estás bien?—preguntó Abigaíl, tratando de ocultar su propia preocupación.

Descamps tocó con cautela su rostro herido y parpadeó varias veces, evidentemente afectado. -Duele, Abigaíl. ¡Esto es increíblemente doloroso!-

Abigaíl tomó su mano con firmeza. -Tranquilo, vamos a buscar ayuda. Necesitas que revisen esa herida. ¿Puedes caminar?-

Descamps asintió, aún aturdido por el impacto. Juntos, salieron del aula en busca de ayuda, mientras Abigaíl intentaba tranquilizarlo.  En eso llegó el  superintendente Bellanger a poner en orden la clase.

-Va a estar bien, Descamps. La enfermería debe tener algo para aliviar el dolor. No te preocupes, cuidaremos de esto juntos —aseguro Abigaíl, mostrando una mezcla de determinación y empatía en su rostro.

Mientras se dirigían hacia la enfermería, Abigaíl continuó hablando con Descamps, tratando de distraerlo y mantener su ánimo en alto. La situación había cambiado drásticamente, pero Abigaíl estaba decidida a ser el apoyo que Descamps necesitaba en ese momento difícil.

La gravedad de la lesión en el ojo de Descamps resultó ser más seria de lo que todos anticipaban. Ante esta situación, no tuvieron más opción que trasladarlo de urgencia al hospital. Dado que se enteraron de mi vínculo como su prometida, me llevaron con él para brindar apoyo durante este preocupante episodio.

En el recorrido hacia el hospital, la inquietud se apoderó de nosotros y, como parte de los protocolos, se contactó a los padres de Descamps para ponerlos al tanto de la situación. La espera en la sala de emergencias fue interminable, y la tensión en el aire se palpaba con cada minuto que pasaba.

Finalmente, los médicos nos recibieron para proporcionarnos información sobre la condición de Descamps. La sala se llenó de un silencio pesado antes de que las palabras de los profesionales de la salud revelaran la desgarradora verdad: Descamps había perdido irremediablemente uno de sus ojos.

La noticia impactó como un golpe repentino y todos quedamos sumidos en una mezcla de incredulidad y dolor. A medida que los detalles se desvelaban, el pesar se hizo más profundo. La habitación del hospital se convirtió en un escenario desolador, mientras absorbíamos la magnitud de la pérdida y enfrentábamos la nueva realidad que Descamps tendría que afrontar.


Insta-love  ( Mixte; Joseph descamps )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora