Amor Prohibido~ Draco Malfoy y Lucy Potter

10. La Sala de Menesteres

⚠️Aviso⚠️

¡Hola a todos!

¡Mil disculpas por la tardanza! Entre exámenes y unas cuantas complicaciones, me ha costado ponerme a escribir. Pero, ¡aquí estoy! Prometo hacerlo más seguido. Os compenso con dos capítulos que creo que os van a gustar ;) ¡Así que preparaos para disfrutarlos a lo grande!

¡Muchísimas gracias! ¡Disfrutad de vuestra lectura!

Narra Lucy:

Pocos días después, decidí hablar con Harry, Hermione y Ron sobre la idea de impartir clases para aprender a defendernos. La discusión fue intensa al principio, pero finalmente, Ron y Hermione lograron convencer tanto a Harry como a mí de que nosotros éramos quienes debíamos asumir ese papel. Después de la decisión, compartí la noticia con Alaia, buscando su opinión y apoyo. Para mi alegría, no solo me respaldó, sino que también se unió a la causa.

El día señalado llegó, y Hermione se encargó de invitar a varias personas. Los cinco, Harry, Hermione, Ron, Alaia y yo, nos dirigíamos hacia allí. Aunque intentaba mantener la calma, la verdad es que estaba nerviosa. Durante semanas, la gente me había juzgado y criticado, y no sabía cómo iban a reaccionar. La verdad si no fuera por mis amigos y, por supuesto, por Draco, probablemente estos días habría estallado.

Mi relación con Draco seguía fortaleciéndose, pero mientras organizábamos todo, sospechaba que él intuía algo. En ocasiones, me preguntaba si me pasaba algo, pero obviamente, no le revelé nada. Aunque me doliera, tenía que mantenerlo al margen de todo esto. No aceptaría la idea, y eso solo causaría problemas con mi hermano. Además, aunque estuviese de acuerdo, probablemente muy poca gente confiaría en él y eso solo aumentaría la respuesta negativa de la gente hacia nuestro plan. Aunque a pesar de mis esfuerzos por evitar el tema, sabía que no podría mantenerlo alejado por mucho más tiempo

—¿Quién va a querer que le enseñemos? —preguntó Harry, expresando la misma duda que yo tenía.

—Eso me pregunto yo, nos tienen como si fuéramos locos. Nadie nos cree —añadí, compartiendo su preocupación mientras caminábamos hacia nuestro destino.

— Mirar el lado bueno chicos, no podéis hacerlo peor que esa cara de sapo de Umbridge —dijo Ron, tratando de poner algo de humor en la situación.

—Nunca pensé que diría esto, pero estoy totalmente de acuerdo con el pelirrojo —dijo Alaia, y Ron frunció el ceño claramente ofendido. Sus comentarios lograron arrancarnos sonrisas momentáneas, aliviando un poco la tensión que llevábamos encima.

—¿Quién se unirá a nosotros entonces? —pregunté.

—Solo un par de personas —respondió Hermione cuando abrió la puerta.

—Que acogedor... —comentó Ron al entrar.

—Pensé que un lugar alejado sería lo mejor.

—Mmm... Hola, ya sabéis todos por qué estáis aquí. Necesitamos un profesor, un buen profesor, alguien con experiencia contra las artes oscuras.

—¿Por qué?

—¿Por qué? Porque quien tú sabes ha vuelto.

—Eso es lo que ellos dicen.

—Dumbledore lo dice.

—Dumbledore lo dice porque ellos lo dicen, pero la cuestión es ¿Dónde está la prueba?

—Si los Potter nos contaran algo más de cómo murió Diggory —tras ese último comentario de uno de los presentes, Harry me miró inmediatamente, pero yo aparté la mirada incómoda. No quería hablar de eso, no quería ni recordarlo. Miré a Alaia durante un instante, quien estaba visiblemente igual de incómoda que yo. Sin dudarlo, le agarré la mano y ella me dirigió una pequeña sonrisa. Al ver todo esto, Harry saltó: