*28: SEOKJIN*

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—Me ha ido bien. Pero cuando pienso en las cosas que me pasaron, me pregunto por qué me tuvieron—. Escucho a la chica hablar de sus padres, la misma chica que sólo llevaba unos días sobria cuando llegó aquí. Ahora lleva seis meses.

Asiento con la cabeza mientras la escucho porque es increíble. Quiero decir realmente increíble. Consiguió un trabajo en el gimnasio de Nam y se ha convertido en una de sus mejores empleadas, y sigue yendo a sus reuniones de NA además de a ésta cada semana.

—Si no querían hijos, ¿por qué me tuvieron a mí?—. Se remueve en el asiento y respira hondo. —Pero luego me doy cuenta de que no importa porque me tuvieron a mí, y estoy aquí—. Levanta la barbilla. —Y me alegro de estar aquí.

Todos lo celebramos mientras ella concluye su historia y pasamos a la siguiente. Estoy ansioso por volver a casa con Jungkook, Evan y Oliver, pero también estoy contento de estar aquí. No importa si las historias son tristes o triunfantes. Estoy feliz de estar aquí para ofrecer ayuda, pero me siento diferente ahora que puedo volver a casa con Jungkook.

Y nuestros hijos.

Oliver es oficialmente nuestro desde ayer. Su madre ha sido acusada de negligencia infantil y de poner en peligro a su hijo, pero ha rebajado los cargos con servicios comunitarios y ha renunciado a su patria potestad.

Nosotros, por supuesto, hablamos con los chicos sobre esto. Pero Oliver es joven y no estoy seguro de que entienda del todo lo que está pasando. Lo único que sé es que parece feliz de quedarse con nosotros para siempre y de volver a tener a su hermano.

También está encantado con los perros y nos hizo prometer que también podríamos tener un gato.

No estoy seguro de cómo llevará Jungkook todo el asunto del gato, pero sí sé que lo afrontará sólo por ver a Oliver dedicarnos su sonrisita ladeada que nos derrite.

—Mierda, hombre—. Nam echa un vistazo a la sala después de que la reunión haya terminado y la gente disfrute de las galletas y el café que hay en la mesa colocada junto a la puerta. —Sé que era muy escéptico cuando empezaste con esto...

Me rio entre dientes porque ser escéptico es quedarse corto. Nam y Roman lo pasaron mal cuando eran pequeños, como todos nosotros. Pero los hermanos Price no creen en la terapia ni en hablar de ello, o no creían hasta que les llevé Chispa de Esperanza. Nam estaba pasando por un divorcio infernal y atrapado en su propia cabeza. Roman simplemente estaba atascado.

Y supe que este era mi propósito. Era el propósito de todos nosotros. Teníamos que ayudar al mundo, al menos a nuestra pequeña parte del mundo. Y lo hemos conseguido, pero también ha ayudado a estos dos imbéciles cerrados a abrirse.

Roman sacude la cabeza y me da un codazo. —Era un idiota integral.

Nam me rodea y me empuja. —¿Lo era? Por favor. Todo el mundo sabe que eres el mayor idiota de la historia.

—Tú tienes el culo más grande de la historia—, dice Roman, y me agarro el puente de la nariz mientras estos hermanos tontos se pelean a su ridícula manera.

—En fin...— Interrumpo después de contar hasta diez. —Lo hemos hecho bien.

Los dos cruzan los brazos sobre sus pechos de barril y miran hacia la reunión sobrante. 

—Lo hicimos—, dice Nam, y yo sonrío.

—Tengo que irme a casa—, digo. —¿Estarán bien llevando la clase de defensa personal sin mí?

Ambos ríen entre dientes, y luego Nam me despide. —Por supuesto.

—Sí. Tú eres el cerebro y nosotros los músculos—. Roman se flexiona y yo niego con la cabeza, saludando a los dos con la mano mientras salgo.

Al salir, saludo también a Felix, que está sentado en la recepción, y me dirijo a nuestra casa.

La nuestra.

La casa de Jungkook es absolutamente perfecta para nosotros, y me encanta.

Me encanta todo sobre la vida que tenemos ahora.

Una parte de mí está triste por haber perdido tanto tiempo pensando que lo odiaba, pero la otra quiere estar de acuerdo con Jungkook: que necesitábamos ese tiempo para que todo pudiera ser tan malditamente perfecto aquí y ahora.

Cuando llego a casa y entro, Jungkook está en la mesa de la cocina ayudando a Evan con los deberes. Ambos Me saludan y Jungkook asiente con la cabeza hacia el salón, donde encuentro a Oliver jugando a un videojuego.

Está muy enganchado y no quiero molestarlo, así que tengo cuidado cuando me siento en el sofá y me quedo mirándolo.

Es un juego de carreras, nos mantenemos alejados de todo lo violento. Pero él está concentrado como un láser mientras corre por la pista.

Cuando termina la carrera, agarra sin esfuerzo el otro mando y me lo da antes de empezar una partida para dos jugadores.

Juego con él con una sonrisa de oreja a oreja porque es su forma de abrirse, y eso me hace tan feliz que podría estallar.

Sí, todo el dolor y el tormento han merecido la pena para llegar a donde estamos ahora.

*Nunca me Fui*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora