*25: JUNGKOOK*

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Menos mal que no tuve que comprarle una cabra a Evan. Pero mientras miro los caros zapatos de vestir que había planeado ponerme hoy pero que ahora no puedo porque están hechos pedazos, no estoy seguro de que los pomeranias sean mejores.

Pero sigo sonriendo, pensando en las bolas de pelo que aúllan, Burr y Hamilton, porque mi hijo es un nerd y les puso nombres de enemigos históricos. Aunque se pelean mucho, sobre todo cuando hay comida de por medio. Y, sinceramente, me encantan los nombres ingeniosos.

—Oh, no. Otro par no—. Los brazos de Seokjin me rodean la cintura y su cuerpo firme se aprieta contra el mío. De repente, ya no me importan una mierda mis zapatos. Los dejo en el suelo y me doy la vuelta en sus brazos.

—Dejas a Evan, ¿okey?

Me confirma con la cabeza. —Sí, y llega un poco antes, como a él le gusta.

Sonrío. Al niño le encanta la escuela, ahora que la han liberado de los matones. Lawrence se ha mantenido alejado y se lo agradezco. Pero siempre me preocupa.

Me inclino hacia delante y beso a Seokjin, sonriendo porque me siento muy bien al poder hacerlo. Quiero decirle tantas cosas. Quiero decirle que lo amo y que ahora que Evan es nuestro, quiero que seamos una pareja oficial. Que esta puede ser nuestra casa, o podemos mudarnos a la suya y vender esta o vender las dos y comprar una nueva.

Me da igual mientras estemos juntos, pero aunque tengamos un hijo juntos y durmamos juntos, me aterra que me machaque.

Que sólo esté conmigo por Evan. O que sólo sea conveniente en este momento. No es que Seokjin fuera a hacerme daño a mí o a alguien a propósito, pero no estoy seguro de que vuelva a confiar en mí. No sé dónde estamos realmente.

Arrastra lentamente las manos por mi camisa, con los ojos clavados en los míos. —¿Cuándo es el juicio?

—Todavía tengo una hora. ¿Qué tienes pensado?— Le sonrío, y esta parte me parece tan condenadamente fácil.

—Lamentablemente, no me parece tiempo suficiente para todo lo que quiero hacer. —Su mano baja por mi estómago y agarra mi ya dura erección.

—Hmmm...— Me dejo llevar por él, me encanta su lado pícaro. El lado que no sé si mucha gente llega a ver. —Tendremos que dejarlo para más tarde, supongo.

Finjo una mirada de decepción, y él se inclina hacia delante, besándome suavemente los labios antes de hundirse en el suelo. — Supongo que tendremos que conformarnos con una mamada rápida.

Mi polla se sacude mientras lo sostengo de rodillas frente a mí. Me mira con una lujuria y un deseo que me hacen girar la cabeza y palpitar las pelotas. —Supongo—, digo, siguiéndole el juego pero sin poder evitar sonreír.

Se acerca al botón de mis pantalones justo cuando mi teléfono empieza a vibrar en el bolsillo. Maldita sea, ahora no.

Se queda inmóvil. —Tienes que contestar. Ahora eres padre.

Se me acelera el corazón de preocupación porque tiene razón.

¿Y si a Evan le pasa algo? Tanteo, intentando sacar el móvil del bolsillo mientras Seokjin se levanta y me pone una mano tranquilizadora en el hombro.

Cuando miro la pantalla, veo que es Elliot y se me revuelve el estómago. —Mierda. Es El.

Su cara palidece y señala mi teléfono con la cabeza. —Contesta.

Con un dedo inseguro, pulso el botón para aceptar la llamada.

—¿Qué tal?

—Hola a ti también—, dice Elliot, pero su tono es sombrío, lo que no me gusta nada.

*Nunca me Fui*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora