In Chains: Encadenados (RESUBIDO)

Lyss

ADIÓS AL SOLTERO DE ORO MÁS COTIZADO DE NEW HEAVEN

A todo el mundo, quien más, quien menos, le sonará el nombre de Valentine Alighiero. No es para menos, pues esta joven promesa del mundo empresarial ha conseguido lo imposible antes de llegar a la treintena: estar a la cabeza de una de las empresas más poderosas del mundo. Sin embargo, muchos nos preguntamos ¿qué se esconde detrás del éxito y la estratosférica calidad de vida de la alta sociedad?

Para poner a los queridos nuevos lectores en antecedentes, nuestro soltero de oro fue adoptado a los siete años de edad por los Alighiero, una adinerada familia de Chicago. Durante sus años como estudiante —antes de llegar a la universidad—, destacó por su prodigiosa mente (hay quien dice que es un genio). Y no es de extrañar, pues en su perfil profesional podemos encontrar que este hombre tiene dos carreras terminadas, está cursando una tercera, habla seis idiomas y fue campeón a los veintitrés años en el campeonato nacional de kendo. El señor Alighiero tomó las riendas de su primer negocio mientras trabajaba en su doctorado de Ciencias Empresariales en la Universidad de Harvard. Por entonces, muchos lo tacharon de ingenuo e inconsciente por invertir grandes cantidades de capital en el diseño y construcción de baterías de larga duración no contaminantes; especialmente teniendo en cuenta la reciente crisis de las energías renovables que hubo entonces. No obstante, hoy en día, gracias a la demanda de vehículos eléctricos y al alto consumo de dispositivos electrónicos —como nuestros smartphones—, podemos encontrar el logo de Alighiero Corp en la inmensa mayoría de dispositivos de carga que usan las marcas automovilísticas y de electrónica que conocemos.

Su ascenso no se detuvo allí: hace poco más de dos años Valentine Alighiero se colocó oficialmente a la cabeza de Alighiero Corp, tras el fallecimiento de su padre, Vicenzo Alighiero, quien murió a los ochenta y seis años de edad a causa de un cáncer terminal. Esto lo colocó automáticamente entre las diez personas más ricas del mundo. Sin embargo, parece que el señor Alighiero nunca se ha salido del «buen camino» a pesar de su fortuna. Buena parte de sus fondos se invierten en diferentes empresas dedicadas a las energías renovables y colabora de forma activa con diversas organizaciones dedicadas a asegurar la escolarización infantil en diversos países tercermundistas.

No obstante, detrás de toda esta fachada de éxito y apariencia políticamente correcta, se conoce que este soltero de oro tan cotizado hace mucho que dejó de estar en los mostradores. ¡Así es, queridas lectoras! Nuestras fuentes lo confirman: Valentine Alighiero está casado. La identidad de su cónyuge aún se desconoce, así como su género. Pero ya sabemos a ciencia cierta que el anillo de su anular izquierdo no es meramente ornamental. No sabemos qué marca lo ha diseñado para él, pero desde Now! Heaven apostamos por Fossil o Armani. ¡Dejadnos vuestra opinión en redes sociales!

Volviendo al señor Alighiero, esta humilde redactora debe admitir que se sintió muy sorprendida (y brevemente decepcionada) por la noticia. Nadie hasta ahora ha conseguido ninguna imagen, declaración o prueba sobre las relaciones personales de este hombre. Se ha especulado mucho sobre su supuesta homosexualidad, sobre la probabilidad de que tuviera una familia polígama en Oriente Medio... Pero parece que a ninguno de nosotros se nos ocurrió pensar en la opción más sencilla. Ahora se abre todo un nuevo espectro de preguntas: ¿su pareja es hombre o mujer? ¿A qué se dedica? ¿Cómo se conocieron? ¿Tienen hijos? Y lo más importante: ¿cuándo la presentará oficialmente en sociedad?

Arranqué con furia la página con el artículo, incapaz de seguir leyendo. No me podía creer que lo hubieran vuelto a hacer. Daba igual cuántas editoriales o revistas acallásemos con denuncias o dinero, al final la basura reflotaba en los vertederos sensacionalistas. Arrugué el papel en la mano, volviéndolo una pelota antes de lanzarlo lejos de la cama deshecha. Me dejé caer sobre las almohadas con un suspiro hastiado y me froté la cara con la mano, descolocándome las gafas.