Lyss

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Debía admitir que Derek estaba logrando impresionarme.

Allí, de rodillas frente a Nero, atendía seriamente a las explicaciones del pelimorado con una concentración que no me esperaba. Llevaban media hora de lección, y mi joven cachorro ya había logrado inculcarle las normas principales del protocolo sin que el moreno le rechistara ni una sola vez. Y eso sin que Leon estuviera presente. El broncíneo lo había traído a la Sala Dorada y acto seguido se había ido con Gem, Ariel y David a terminar de especificar los preparativos para la fiesta al piso de abajo.

Yo me encontraba sentada junto a la mesa del té, rodeada de papeles de contabilidad del local que debía terminar, y revisando en mi portátil la lista de "necesidades" que Gem me había mandado para la Fiesta del Cerezo, añadiendo unos bocetos de los posibles escenarios que podríamos montar. Mi trabajo consistía en adaptar las fantasías estéticas de mi querida amiga y empleada a algo "aceptable" dentro de nuestro presupuesto, lo cual requería de mi pasmosa capacidad de eliminación. Por ejemplo: treinta y tres tipos de lubricantes de sabores, fuera; diez parejas de shima enaga revoloteando libremente por el local, fuera; veinte sumisos haciendo de estatuas vivientes durante una hora y media, mejor lo dejamos en dos...

Suspiré y levanté la mirada, cual profesora cuidando del recreo, atenta a lo que estaban haciendo los chicos.

—... Si tu amo apunta con dos dedos hacia el suelo, te arrodillas. Si apunta con cuatro dedos hacia el suelo, te pones a cuatro patas. Y si separa los dedos, te abres de piernas. ¿Ves? ¡Es fácil! —Nero repetía el gesto insistentemente delante de la cara de Derek.

—Es fácil para ti. Tú llevas mucho en esto —protestó el interpelado.

—No es tan difícil. Si te fijas es muy intuitivo.

El que acababa de hablar era Soren, que estaba de rodillas entre los dos, intentando ayudar a Nero en sus labores de instrucción.

—Las órdenes básicas también son fáciles —siguió explicando mi joven sumiso con su característico tono alegre—. Si tu amo apunta con el índice hacia arriba, está llamando tu atención para que lo mires, así que debes estar atento a lo que haga.

—¿Y cómo se supone que voy a ver lo que hace si tengo que estar mirando al suelo?

—¡Pues haciendo trampas, claramente!

—Me alegra oír de tu boca que eres un tramposo, cachorro —dije yo en voz alta, cortando de golpe la risa airada del pelimorado.

Éste bajó la cabeza y se encogió de hombros haciéndose el culpable, pero en su mirada turquesa adiviné que no lo lamentaba en absoluto. Tampoco le culpaba, precisamente de eso iba el juego para Nero: de rozar la "legalidad" del protocolo, para estar siempre al borde del castigo. Seguramente esa era una forma de sumisión que para Derek sería más fácil de adoptar que la estrictamente protocolaria y adherida fielmente a las normas. Al pensar esto último, de hecho, me fijé en Soren, quien se había quedado en silencio con la mirada perdida. De nuevo.

Una mirada preocupada surcó mis facciones. Soren me preocupaba. Ya sabía que su situación económica era mala, pero más allá de eso, lo conocía lo bastante como para saber que algo le turbaba. Tenía ese aire pensativo y algo melancólico, que siempre lo rodeaba con un halo gris cuando estaba preocupado. Mi duda era: ¿le preocupaba sólo el tema del dinero? ¿O había algo más? El humor del joven sumiso no había mejorado desde que Dragan se había convertido en su Maestro. <<Tengo que volver a hablar con él>>, anoté mentalmente. No era que me gustara interferir en los métodos docentes de mis compañeros. Pero en un caso tan especial, tal vez era necesario que indagara un poco mejor en cómo iba evolucionando su relación con Dragan. Y, sobre todo, cómo seguía llevando Soren el tema de Leon.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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In Chains: Encadenados (RESUBIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora