Cada vez que Val regresaba a New Heaven, organizaba una comida pagada y obligatoria en algún restaurante escandalosamente caro con todos los integrantes del In Chains: Gem, Dragan, Lyss, Leon, Val y yo. Me hubiera gustado decir que el ambiente que se respiró en la mesa fue tan distendido y familiar como solía ser antaño, pero ni por asomo. Las continuas pullas y miradas envenenadas entre Leon y Dragan habrían logrado amargarnos el momento de no ser porque Val hizo gala de su locuacidad para evitar que la cosa fuera a mayores. Incluso yo me esforcé en darle conversación a mi viejo amigo de pelo broncíneo para que distrajera un poco su atención.
A la hora del café, nuestro anfitrión nos obsequió a todos con un souvenir de Tailanda. A mí me trajo una elegante espada curvada con el mango de madera para mi colección, cosa que agradecí mucho. Rematamos con un brindis y, al acabar, Lyss anunció un evento sorpresa en el local para celebrar su estancia allí, el cual duraría hasta la madrugada. Eso significaba trabajar más horas, pero no me molestaba. Que Val volviera siempre era bueno, atraía a la gente del mundillo BDSM y subía el caché del local. Y, a parte, me permitía comerme un buen bistec.
Mientras regresaba en un taxi, también pagado por nuestro anfitrión, Val me escribió por privado para avisar de que, esa misma noche, pretendía hacer una reunión importante en el In Chains, enfatizando que también requería mi presencia. Dejó claro que no quería que nadie interrumpiera por nada el mundo, lo que me obligaba a pedir urgentemente una mano extra para vigilar las puertas del local en mi ausencia. Y tenía muy claro dónde encontrar a mi sustituto.
Atravesé el centro de New Heaven a media tarde, con el rugido de mi Ducati acompañándome durante todo el trayecto. Noté el dolor sordo de mi rodilla derecha, recordándome que debía tomarme la pastilla antes de ir al local si pretendía aguantar de pie toda la noche.
Aparqué en la acera frente a las puertas de cristal de un gimnasio grande. Al entrar en la recepción escuché la música de alguna cadena de radio y vi a una o dos personas usando las máquinas a través de las ventanas que daban al interior del gimnasio. Tras un mostrador bajo lleno de papeles y con un ordenador de los años noventa, había una señora embarazada, de piel oscura y con el pelo negro y ensortijado. Ella levantó la vista y me dedicó una sonrisa amable seguida de una mirada de reconocimiento.
—¡Dichosos los ojos! ¡Ariel! —exclamó mientras se levantaba de la silla.
—Hola, Sam. —Abrí los brazos para recibirla. La mujer amplió la sonrisa y me dio un cálido abrazo. Su abultada barriga se aplastó ligeramente contra mi vientre—. Te veo genial. ¿Ya es el tercero?
—La cuarta, y se va a llamar Jennifer —me corrigió—. ¿Cómo estás?
—Voy tirando. —Me encogí de hombros sin perder la sonrisa.
—¿Cuándo volverás a entrenar? Te echamos de menos.
—Espero que pronto—. Me hubiera encantado poder quedarme a charlar con ella, pero el deber me llamaba—. Esta semana te invito a un café y te pongo al día, hoy tengo algo de prisa.
—Claro, cielo, no te preocupes.
—¿Está Garrett por aquí?
—Qué bien lo sabes... —La mujer rodó los ojos—. Voy a buscarlo. Puedes sentarte aquí a esperar, si quieres.
—Lo esperaré fuera. —Hice un gesto con los dedos, indicando que iba a fumar. No era muy adecuado hacerlo delante de una embarazada.
—¿Cuándo vas a dejar ese vicio asqueroso? —me regañó como si fuera mi madre. Cosa lógica, viniendo de una madre. Yo sonreí y negué con la cabeza—. Me debes ese café, ¿eh? ¡Y dale recuerdos a Leo!
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In Chains: Encadenados (RESUBIDO)
Romantik(BORRADOR RESUBIDO) En el extrarradio de la ciudad de New Heaven existe el In Chains: un local nocturno dedicado enteramente al BDSM, donde cualquiera puede acudir para hacer realidad sus fantasías eróticas más oscuras tan sólo con firmar un contrat...