La Subasta

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A la mañana siguiente, Cellbit fue despertado por el mismo vampiro fornido de anoche. El tipo solo le informó qué era hora de desayunar. La diferencia estuvo en que esta vez no lo llevó al comedor, más bien esta vez una vampira entró cargando una bandeja, pero la comida pasó a segundo plano cuando la vio portar un gran sombrero con un velo qué cubría todo su rostro, además de un vestido qué cubría todo su cuerpo, excepto sus manos las cuales tenían un par de guantes.

Ahí fue que Cellbit cayó en cuenta que era de día y la luz del Sol se filtraba entre los barrotes de la pequeña ventana de la habitación y obviamente esa luz directa en la piel de un vampiro, aunque fuera tan poca, dañaría a la vampira.

Cellbit tuvo la repentina idea de arrancarle el sombrero, así crearía una distracción, pero esa idea la desecho luego de darse cuenta de que al movimiento brusco más mínimo el guardia lo reduciría lo reduciría a papilla sin problema alguno.

La vampira le extendió una bandeja de un tono rosado claro, Cellbit la tomó y sin decir nada, la vampira salió y el vampiro guardia cerró la puerta con fuerza. Observó su desayuno, dos rebanadas de pan tostado, un diminuto frasco con mermelada, un trozo de chocolate oscuro y una leche en un pequeño envase de cartón.

Nada glamuroso como la cena de la noche anterior.

Observó los platos donde todo estaba servido, eran de plástico, un plástico barato demasiado delgado y la bandeja lucia qué se rompería al mínimo golpe, así que nada de eso podría servirle como defensa. Entonces optó por solo desayunar, si su destino acabase ahí, al menos podría tener algo en el estómago.

Tuvieron que pasar cerca de dos horas para que volviera a por ruido en su puerta. Esta vez la puerta no se abrió repentinamente, sino que alguien golpeaba la puerta desde fuera.

—Voy a entrar —Anunció una voz femenina y segundos después la puerta se abrió.

Cellbit vio entrar a una joven vampira, una muy sonriente, tanto que mostraba sus afilados, pero impecables colmillos. La vampira tenía cabello castaño que caía en rizos perfectos hasta media espalda, resaltando sus ojos rojos intensos que brillaban con una mezcla de curiosidad y diversión. Su rostro estaba adornado con un maquillaje llamativo, con sombras coloridas que resaltaban sus ojos y labios rojos que contrastaban con su pálida piel.

Llevaba un vestido bustier azul celeste que realzaba su figura esbelta, decorado con telas brillantes y joyería demasiado brillante. Sus tacones altos resonaban en el suelo mientras caminaba con gracia y confianza, sosteniendo una gran tela negra en sus manos hasta la ventana, cubriéndola como una cortina asegurándola con tachuelas. Luego se volteó a ver a Cellbit.

—¡Oh, ¡qué emocionante! ¡Es día de subasta! —Exclamó la vampira, extendiendo sus brazos con un gesto teatral—. Y tú debes ser Cellbit. Soy Melissa, tu encargada para prepararte para la subasta.

Melissa soltó una risita aguda y juguetona.

—Debo decir que tu nombre es un poco peculiar, ¡me encanta! —Ella exclamó, dando un par de aplausos de emoción.

—¿Encargada? —Cellbit preguntó, hablando lento tratando de entender lo que esa vampira hablaba con tanta emoción y felicidad.

—¡Oh, sí, querido! Soy tu encargada, tu guía en tu viaje hacia la subasta. Mi trabajo es asegurarme de que luzcas y te presentes de la manera más espectacular posible. Después de todo, eres mi pequeña estrella en este evento tan especial —Melissa explicó, manteniendo su sonrisa radiante.

—¿Estrella? —Cellbit expresó su confusión, tratando de asimilar la surrealista situación en la que se encontraba.

Melissa se acercó a él con un movimiento grácil y colocó una mano en su hombro.

𝕾𝖚𝖘𝖚𝖗𝖗𝖔𝖘 𝕰𝖓 𝕷𝖆𝖘 𝕾𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora