Reencuentro Inesperado

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Cellbit seguía en shock por lo que acababa de escuchar. Una mascota, lo habían comprado para ser una maldita mascota. Su vida simplemente estaba yendo a peor.

Su única esperanza de volver a tener contacto con su hermana o sus amigos era siendo un sirviente lo suficientemente eficaz para que lo dejaran enviar cartas, pero ahora todo se había ido al caño porque siendo una mascota sus oportunidades se vieron reducidas, casi extintas.

—¿Es una clase de broma? —Preguntó Roier, mirando a sus padres.

—Claro que no, Roier, es un regalo tradicional —Vegetta dijo, con el ceño fruncido—. Yo tuve un humano mascota cuando cumplí 100 años, tu papá Foolish tuvo un humano mascota cuando cumplió 100 años, Leo tendrá un humano mascota cuando cumpla 100 años, es parte de ser un Brown.

Cellbit vio a ese tal Roier, quien tenía el ceño ligeramente fruncido mientras sostenía el collar en sus manos.

—No lo quiero —Dijo, cerrando la caja—. No es correcto, papá.

Foolish y Leo abrieron bastante los ojos, de hecho, la niña le fue a tomar la mano a Foolish. Phil también por su parte se veía ligeramente nervioso, mirando a Vegetta de reojo.

Cellbit supuso que también debía preocuparse al ver como Vegetta se molestaba y ponía los brazos en sus caderas.

—Nada de berrinches Roier —Advirtió el vampiro mayor—, te conseguimos un regalo que es tradición y no es nada correcto qué lo rechaces de forma tan grosera.

—Papá, es un humano —Roier dijo, señalando a Cellbit—, no es correcto tener un humano como mascota, mucho menos si lo compraron en ese horrendo lugar.

—¡Roier! —Vegetta levantó la voz y todos se encogieron ante eso, Roier calló—. Hijo, has estado decaído estas últimas semanas y este regalo seguro te hará sentir mejor.

—Pero…

—Sin peros —Vegetta se le acercó, viéndolo de forma severa—. Ahora, no seas ingrato y acepta el regalo, porque no quiero verme en la pena de tener que regresarlo a donde lo compramos.

Cellbit palideció al oír aquello, ¿regresarlo? ¿Podían hacer eso? No, no podía volver ahí, no quería volver ahí.

Y tal parece que Cellbit estaba realmente asustado, porque en un momento Roier lo miró y pareció entender el temor en cara del de ojos azules. El vampiro castaño se mantuvo viéndolo, haciendo que sus miradas de cruzaran, mirándose directamente por largos segundos.

—Bien, me lo quedo —Roier finalmente aceptó, asistiendo un tanto resignado.

—¡Espléndido! —Vegetta sonrió, tomando el collar de la caja para luego lanzárselo a Phil—. Colócaselo, ya luego nos encargamos de grabar su nombre ahí.

—Sí señor —Phil asintió, acercándose a Cellbit.

Phil inmediatamente rodeó el cuello de Cellbit con el collar, empezando a ajustarlo a él. Él cerró los ojos, tragándose lo que sentía con esa humillación frente a esa familia, quienes lo miraban y Cellbit no estaba soportando que lo miraran de esa forma.

—Ya está, todo perfecto —Vegetta dijo y fue a abrazar al vampiro más joven—. Feliz cumpleaños hijo.

—Gracias, papá —Le dijo en voz algo más animada.

—¡Anímate! —Foolish dijo con emoción, tomándolo por los hombros, agitándolo un poco—. No cumples 100 años todos los días, ya festejaste en grande, ahora estamos en familia, ¿Qué quieres hacer?

—Quiero… —Roier habló, pero bajó su mirada—. Quiero descansar, me agote en la fiesta.

—¿Seguro? —Preguntó Foolish de nuevo, mirando a su hijo con un poco de consternación.

𝕾𝖚𝖘𝖚𝖗𝖗𝖔𝖘 𝕰𝖓 𝕷𝖆𝖘 𝕾𝖔𝖒𝖇𝖗𝖆𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora