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—... ¿Entonces no sabías que estabas en una relación con Satoru?

—No.

—¿De verdad?

—De verdad.

—... ¿Estás completamente seguro?

—Ieri, creo que recordaría haberle dicho a mi mejor amigo que quería iniciar una relación con él. —Suguru dijo estoicamente.

Ieri se quedó en silencio mientras miraba a Suguru, quien suspiró y se recargó en la pared detrás de él. Se llevó el cigarrillo a los labios e inhaló. Después de la pregunta de Haibara y la respuesta de Satoru, Suguru recuerda haber estado tan anonadado que no pudo mantener su enfoque en ninguna conversación, ni siquiera pudo reaccionar cuando Satoru comenzó a ser meloso. Aunque honestamente, Suguru sabe que incluso con la revelación de que estaba en una relación, habría dejado que Satoru se volviera meloso todo lo que quisiera.

Suguru trató de llevar el día con normalidad y hasta el final de la jornada, cuando Satoru avisó que tardaría porque iba a comprar dulces en la cafetería, Suguru arrastró a Ieri con él a la parte de atrás del gimnasio para poder charlar tranquilos y fumarse un cigarrillo. A fin a solas, sin Satoru, Ieri finalmente parecía tener miles de preguntas que hacer y... Ahora están aquí.

—¿Vas a terminarlo?

—¿Qué? —Suguru parpadeó como un búho varias veces.

—A Satoru. ¿Vas a terminarlo?

—Creo...

La mente de Suguru comienza a maquinar miles y miles de escenarios diferentes, todos en los cuales Satoru sale lastimado. En algunos, Suguru termina con un ojo morado y, a parecer de Suguru, lo tiene merecido.

Por otro lado... Ayer Satoru parecía tan feliz cuando Haibara preguntó cuánto tiempo llevaban saliendo, y lo que sí recuerda a pesar de la neblina de shock que tenía en ese momento, es que Satoru sonreía brillantemente cuando Haibara y él empezaron a discutir acerca de relaciones. O al menos cree que estaban hablando de eso, porque recuerda vagamente escuchar su nombre y el de Nanami salir de los labios de Haibara y Satoru varias veces. Ieri, por suerte, pudo confirmarlo.

—No. No, no lo haré.

—¿Por qué? Suguru, ni siquiera sabes cuando empezaron a salir.

—Lo sé, pero... —Suguru suspiró y miró al piso. El cigarrillo entre sus dedos se consumía por cada segundo que pasaba—, no quiero lastimarlo.

—... No quieres lastimarlo. —repitió Ieri, casi incrédula.

Suguru negó con la cabeza, suspirando una vez más. Sabía que sonaba ridículo, después de todo, ¿cómo podría él hacerle daño a Satoru? Satoru es, después de todo, el más fuerte del colegio. Una montaña. Inamovible. Impenetrable.

Pero Suguru conoce mejor a Satoru.

—Es sólo... No puedo lastimarlo

Quizá es porque el cariño que tiene por Satoru es inmenso que no quiere hacerle daño. Quizá porque Suguru sabe como es Satoru cuando está enojado y resentido, por eso no quiere ser el receptor de tales sentimientos. Pero...

Estar en una relación de la cual no estaba ni enterado se sentía... Mal. Por el hecho de que Suguru siente que le está mintiendo a Satoru.

Imaginarse la cara de Satoru, sus ojos azules llenos de dolor o decepción, con una mueca en sus labios, que siempre están sonriendo, hace que el corazón de Suguru se apriete tan fuerte que tema que pueda darle un ataque al corazón. Imaginarse a Satoru tan herido que las lágrimas salgan de sus ojos y se deslice por sus mejillas, porque si hay algo que él sabe sobre Satoru, es que las personas o cosas que quiere se convierten en lo más importante en su mundo. Suguru sabe perfectamente bien que cuando a Satoru le gusta algo, lo–

¿Satoru y yo..?  | SATOSUGU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora