★ INSEGURITY ★

Capítulo 11

Mientras que otros pasaban un incómodo momento, un chico de pelo negro veía dormir a su hermano.

El oso dormía tan tranquilo, sus facciones estaban relajadas, cosa que casi nunca pasaba, ya que, Spreen era alguien que siempre tenía el seño fruncido.

Missa se estaba comiendo las uñas de tanto pensar, fue muy mala idea ocultarles a sus padres que la maldición había vuelto, y que Spreen, poco a poco empeoraba.

El oso despertó, viendo a su hermano menor ido, mientras se comía sus uñas.

Su cabeza le daba vueltas, se la tuvo que agarrar por el simple hecho de que no podía mantenerse con los mareos.

-¿M-missa.., qué paso?- *Pregunta el oso, mientras se sienta como puede en la camilla*

-Volvio a pasar... Spreen- *Le confiesa, Missa*

Spreen se sorprendió, y por instinto, bajó sus orejitas, odiaba esa maldición.

-¡Tenemos que decirles a mamá y a papá, en cualquier momento pierdes el control y matas a alguien de la escuela!- *Diría Missa, para luego ver cómo Spreen lo miraba con algo de gracia*

-Estás jugando, ¿no?- *Pregunta Spreen, y viendo la cara de Missa, no lo hacía* -¡No podemos decirles Missa, se van a volver locos, y yo no quiero que la escuela ni mis amigos descubran mí secreto!-

-¡Pero es la única forma de ayudarte Spreen, no quiero que esa estúpida maldición te haga daño!-

-¡No y no, Missa, no quiero que nadie lo descubra!- *Gritaría Spreen*

-¡Pero si ya todos lo saben!, ¿¡por qué crees qué ellos son tus amigos y te consideran el "jefe" de tu salón!?- *Soltaría Missa*

Grave error.

-¿C-cómo que lo saben?- El cuerpo del oso temblaba, su vista se estaba volviendo borrosa.

-Se lo conté a Quackity... Y él se los contó a todos, por eso al otro día empezaron a tratarte con respeto...- *Admitiría el chico*

Spreen sentía como su cabeza daba vueltas, la ira se apoderó y no pudo contar su fuerza.

-¡ESO ES MENTIRA, NINGUNO DE MIS AMIGOS ME TEME!- *Gritaría el oso, para luego empujar a Missa*

Al no medir su fuerza, hizo que Missa se diera un buen golpe en su cabeza, quedando inconciente.

Spreen se alteró, su ira se había apoderado otra vez de él, rápidamente, se volteó al ver como la ancianita los miraba aterrada.

-¡LO SIENTO!- *Gritaría el oso, mientras corría y sus orejitas se escondían en su cabecita*

La ancianita le gritó para que se quedara, pero no le hizo caso. Suspiró y decidió curar a Missa, por segunda vez.

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MÎSSĀ

El chico calavera despertaría, vería a la ancianita que veía a los dos hermanos con pena, en la entrada de la enfermería estaba su hermano, mirando a la nada.

Missa se levantaría, agradecería a la enfermera y se iría con su hermano a su casa.

Sería una charla muy larga. Al llegar, vieron a sus padres preocupados.

-¿¡Por qué tardaron tanto mis niños!?- *Pregunta la noruega mientras les toca las mejillas a sus dos hijos*

Pero como toda madre, supo que algo pasaba.

-¿Qué paso mis niños?-

Spreen traga saliva, Missa los ve y empieza a explicar todo.

No lo podían creer.

-Spreen... A la habitación... AHORA- *Diría Natalia, en un tono ¿tranquilo?*

Spreen y Missa sabían a que se referia, el oso hizo caso y se paró, pero Missa no lo iba a dejar, no quería que le hicieran daño a su hermano.

-¡No, no le hagas daño!- *Gritaría Missa*

La madre de los chicos solo suspira, gira su cabeza y ve a Vegetta.

-Vegetita, prepara la comida favorita de Missa- Dicho esto, Natalia se llevó a Spreen de ahí.

Vegetta se llevó a Missa y lo guió para cocinar la comida favorita del chico calavera.

Se podían sentir gritos de dolor, los cuales, fácilmente podrían ser entendidos.

"¡MAMI BASTA!"

"¡LAS UÑAS NO!"

Miles de gritos eran escuchados, Vegetta hacia oídos sordos, mientras que Missa, él sufría con su hermano.

Luego de algunos minutos, Natalia salió.

-Veamos a comer, mis dos amores- *Diría sonriente*

Los tres se sentaron a comer, mientras que Spreen, solo se sentó en la cama vieja para largarse a llorar.

No era la primera vez que pasaba, pero creyó que la última vez, sería la última.

Lástima, que no fue así.