—No sé, Jungkook.— NamJoon se acomoda sobre el colchón, con una pierna colgando y la otra doblada sobre la cama —Tal vez llevas demasiado tiempo deseando eso, la circunstancia solo no fue la adecuada.
SeokJin todavía recostado con una almohada bajo la cadera, come una gran cucharada de mantecado, pasando el bote a su novio a su lado. —Además, ya no puedes arrepentirte. Pasó, vive con eso o follen de nuevo. No hay más.
Jungkook gime lastimero, mordiendo un nacho cubierto de carne molida y queso.
—¡No puedo!— se limpia la boca con una servilleta totalmente arrugada que deja a un lado en el buró —¿Cómo se supone que vea a la cara a Hoseok después de esto? Me aproveché de su estado, soy tan deplorable...
Puede que la escena no fuera la más decente y la situación la más cómoda, pero cuando dijo que llevaría helado y hielo no mentía, pasando diligentemente a un minisuper antes de llegar al departamento de sus amigos. NamJoon le abrió la puerta sin camiseta y con el cabello disparado a todos lados, mirando a Jungkook con confusión pero dejandolo entrar de todos modos, avisando a su novio a gritos que tenían visita.
Por supuesto que SeokJin se habría levantado a moler a palos al inconsciente de su mejor amigo si no fuera porque estaba demasiado adolorido de todos lados como para mover un dedo siquiera. En el momento por supuesto que no protestó y cegado por la lujuria y el amor puede que se haya pasado un poquito de la raya, pero es que NamJoon estaba tan... Y SeokJin tan.. Y no podían culpar al hombre por dejarlo tendido mordido y arañado de cuánta piel estuvo a su alcance, si vivió a pajas y mamadas seis meses después de su primera vez juntos porque "No es justo que me rompas el culo y me dejes abandonado sin poder moverme por días" Dejándose follar todo ese tiempo por NamJoon (con mucho gusto, eh) hasta que decidiera levantarle la penitencia.
Ya era justo para ambos.
Pero en fin...
Jungkook llegó a la habitación con una bolsa de hielo, media sonrisa y un bote de helado de triple chocolate con NamJoon llevando manzanilla y analgėsicos a su espalda. Los primeros diez minutos en los que se quedaron solos mientras NamJoon hacia los icónicos y tradicionales nachos a petición de su bonito novio, SeokJin no tuvo nada de bonito y le dijo a Jungkook de que se iban a morir hasta sus nietos, pero después aceptó el helado y escuchó su kokohistoria, quedándose blanco al saber al maldito cocktail libre de cualquier tipo de droga.
Y ahí están, tres hombres e sus veintitantos, analizando la situación de Jungkook, mientras se llenan la boca de helado y nachos. Era una reunión realmente seria, tanto que SeokJin había sacrificado su cartón de cervezas en el refugio para la importante junta.
—Realmente creo que el único ebrio de ambos, eras tú.— SeokJin se acomoda a como puede para quedar un poco más sentado —Y eres el que peor se siente ¿Que tanto sentido tiene eso?
NamJoon secunda y apoya a su chico.
—¿Qué es lo que realmente te preocupa tanto, Jungkook?— el susodicho bebe de la lata de cerveza oscura entre sus manos —Se honesto.
El chico lo piensa seriamente, sus manos unidas bajo su barbilla, la mirada al frente.
—Temo que algo cambie entre nosotros...— acepta finalmente, con un dejo de tristeza —Es decir, puedo dejarlo atrás si Hoseok lo pide, pero no quiero tener que hablarlo con él.
—Tampoco puedes fingir que no pasó.— y por primera vez en toda la conversación, SeokJin realmente sonaba preocupado.
Regresó a casa con las palabras de ambos haciendo eco en su mente. Tenían razón, no había mucho que pensar ahi, porgue pasó, porque fue mutuo, porque se tiró a un hombre y ah, qué mal sonaba eso pero curiosamente no le hacía mayor ruido aceptarlo, después de la koko-aventura ya era lo último que le preocupaba. Si, lo hizo, si, podría volver a hacerlo, quien sabe pero podía seguir diciendo que era heterosexual. Ningún otro hombre le causaba nada, ni una pequeña levantadita.
Y Jungkook nunca va a olvidar como SeokJin se rió de él al pronunciar la última frase, señalando con ambas manos al gigante tierno y despeinado que descansaba su cabeza sobre los muslos.
"¡No puedes usar eso como una excusa!"
Pues no, no podía. Pero era cierto, servía para mantener la etiqueta sobre su frente, aunque ahora llevara letras chiquitas abajo: Hombre heterosexual (Casi siempre).
Y con eso en mente llegó a casa, encontrando a su roomie en el cuarto de lavabo que habían adaptado para que fuese el balcón del fondo donde se supone deberían colgar la ropa, un sitio tranquilo para leero mirar el atardecer. Ah y también maldecir a los insectos que los picaban sin tregua en verano cuando la humedad subía.
Prem estaba ahí, en el sofá que daba al edificio trasero, con una revista médica entre los dedos y las gafas de lectura en su rostro. Manteía una expresión serena, los pies descalzos sobre la barandilla del reducido espacio y los pantalones de pijama flojos, como todas las tardes de domingo.
—Lamento interrumpir.— Boun cierra la puerta corrediza a su espalda.
Prem se gira recibiéndolo con una gran sonrisa. Deja la revista en el sofá y se quita las gafas, parpadeando para acostumbrar su vista.
—Estaba por entrar ¿Comiste con los chicos o quieres pedir algo?
El pelinegro se recarga en la puerta, mirando al suelo. Si debían tener esa conversación, la tendrían. Arrojara los resultados que arrojara, Boun no estaba
dispuesto a perder a su mejor amigo, a su compañero de vida, a su esposo espiritual.No señor, algo como un acostón no destruiría su amistad y su matrimonio de "Bros."
—Yo, hm, estoy bien.— finge una sonrisa que muere a medio camino. Le sudan las manos y le late rápido el corazón en el pecho —Hay algo que debemos hablar... Lo sabes, ¿No?