Ama los domingos, porque además de no tener que ir a asistir al Doctor Smith con sus autopsias en el laboratorio de criminología, Jungkook puede andar en calzones por su casa, con una lata de té helado en una mano, mirando el cielo despejado sobre sus cabezas en ese sofá donde Hoseok gusta de sentarse a leer.
Pero ese domingo era diferente, se sentía en el aire, podía olerlo en el ambiente. Sí, Jungkook está seguro que algo grande se aproxima y no puede evitar encoger el rostro cuando una punzada de dolor le recorre el estómago.
Siempre se lo dijo su madre "Jungkook, cuando tengas un presentimiento no salgas de la cama." Pero necio se había levantado esa mañana, dispuesto a hacer uso de su domingo de flojera en compañía de su amigo.
Él quería rentar una película, comer un poco de palomitas, tener una o dos sesiones de sexo relajante en la bañera (Ah... Como disfrutaba de eso.) Después, cenar comida china. No pueden culparlo, es un hombre de gustos sencillos.
Pero algo andaba mal. Y lo sabía, desde la noche anterior cuando Hoseok lo alejó al quererse acurrucar para dormir y Boun tuvo que volver desnudo y herido a su habitación.
—El sexo entre amigos fortalece la amistad y confianza.— dijo Hoseok una mañana de domingo, leyendo en la tablet la nota en voz alta.
Jungkook lo supo desde ese momento. Algo iba muy mal.
Tal vez la forma en la que el sarcasmo escapó de sus labios cuando lo dijo o que su mamá le dijo que se quedara en cama si tenía un presentimiento y Jungkook en ese momento quería meterse bajo las mantas.
—Aquí lo dice.— Hoseok muestra al chico la tablet, donde a un artículo de alguna página médica que sigue el pelinegro está en la pantalla —No me mires así.
Él lo mira con seriedad, casi con juicio y baja la lata de té para enfatizar dicha seriedad.
—¿En serio, Hoseok?— el pelinegro se apoya en sus rodillas, mirando a su amigo —¿A qué viene eso?
Hoseok se encoge de hombros, volviendo toda su atención al aparato entre sus manos.
—A nada, solo creí adecuado decírtelo porque ya sabes, tú y yo ahora somos más cercanos.— y una sonrisa burlona, pequeña, imperceptible, se dibujó en sus labios.
—Deja eso, Hoseok Mejor dime qué solo me quieres por mi cuerpo.
Aun que lo dijo al aire y tratando de aligerar el ambiente, para escudarse después en la lata de té, Hoseok no se rió como esperaba que hiciera.
—Ya, sí.— bloquea el aparato, dispuesto a entrar al departamento —Seguro es eso. Solo te utilizo para follar.
—Hey, espera.
Dispuesto a encarar el mal presentimiento que crece en su pecho desde la noche Boun entra detrás de él, anterior —Hoseok, escucha.
—Lo hago.