Escrita por queenofthecon en AO3, yo solo traduzco.
⚠La historia incluye temas de contenido sexual
Resumen:
Una seducción de las enseñanzas involuntarias de los tres hermanos Bridgerton a un alhelí que florece lentamente.
Sólo que todos no están se...
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La última carta de Colin a Penelope seguía siendo dos cosas: sin abrir y sin respuesta.
La cera aún estaba sellada cuidadosamente con el escudo de su familia, su nombre y dirección escritos a mano en bucles precisos en el frente. Pen no había necesitado abrir esas cartas para saber de quién eran durante casi cinco años ahora, aunque se detuvo en la última, deseando pretender por solo un poco más. Al final, supuso que simplemente era hora.
Todas las cosas, ya fueran buenas o malas, tenían que llegar a su fin eventualmente.
A los dieciséis años, más o menos un día, Penelope Featherington se había enamorado profundamente, desesperada y sin reservas, de manera ridícula, casi cegadora: un amor por Colin Bridgerton.
Fue imposible para ella no hacerlo: solo le bastó una mirada que le robó el aliento a sus amables y cálidos ojos para derretir su corazón en algo maleable y moldeable a su antojo. Desde la primera dulce sonrisa burlona mientras estaba cubierto de barro, su amor se derramó rápidamente en su pecho latido tras latido. Según todas las cuentas, tenía todo el derecho de estar enojado con ella por arruinar su hermoso chaleco con su bonete al vuelo y un charco embarrado en el parque, pero Colin solo se rió de sí mismo, y Penelope nunca había conocido un día de paz desde entonces.
El amor era peligroso: solo le había traído dolor, celos, dudas e inmolación.
La facilidad con la que se había enamorado de ese joven la aterraba todavía, incluso después de todos estos años, aparentemente incapaz de guardar su amor infantil sin que este estallara de nuevo cuando él la miraba. Era embarazoso, la fuerza de ello, que se filtraba desde su lugar cerrado cinco años atrás como si hubiera estado sangrando todo ese tiempo. A veces se sentía así, como si estuviera sangrando a sus pies, y él simplemente pasaría de largo.
Colin no la veía, nunca lo había hecho, y tal vez ella apenas comenzaba a ver verdaderamente lo que era. Después de todo, para él, Penelope nunca había sido otra cosa que Pen. Amigos; tanto como había llegado a sentirse ambivalente hacia esa palabra, había sido algo en lo que aferrarse cuando su corazón dolía intensamente por un amor cobarde. Mejor que Marina la comparara con su hermana menor, de todas las cosas horribles que le podían decir, el pensamiento nublando su visión en los días oscuros cuando él pasaba junto a ella. Amiga era lo suficientemente cercano al afecto.
El hecho de todo eso quemaba su alma hasta cicatrizar a los veintiún años, la herida dolorosa si se detenía en el lugar sin curar dentro de ella. El dolor era un viejo conocido, tanto como el amor en cualquier forma era un desconocido para ella antes de su primer encuentro.
A los dieciséis años, Colin Bridgerton fue el primer amor que Penelope había sentido verdaderamente. A los diecisiete años, se dio cuenta de que él no la amaba a cambio. A los dieciocho, supo que nunca lo haría.
