Capítulo. No. 1. El dios de la misericordia.

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Capítulo. No. 1. Todo inicio se escribe con un poco de sangre.





Lo sostiene en sus grandes manos callosas con sumo cuidado, como un padre amoroso, porque esto es algo precioso y teme que incluso el temblor involuntario de sus dedos lo lastime.

Salió de su habitación con los pies descalzos, caminando con tanta precaución que era divertido, sus lentos movimientos grandes de miembros largos y delgados, emocionado por llegar antes y temeroso de que su presuranza dañe el pequeño ecosistema muerto en sus manos.

"422", llamó, encontrando un lugar para sentarse en el piso marmoleado. "¡422!".

El sistema 422 trotó rápidamente hacia él. 422 se veía humano, un humano delicado y pequeño, como un hada, difícilmente podrías saber que su cuerpo era de jade blanco, pulido en un punto perfecto que solo dios podría lograr. [¿Maestro?], cauteloso, se arrodilló ante el dios de la misericordia, cerca, procurando ni siquiera rozar su vestidura.

Sentía que, sí lo tocaba, podría ensuciarlo.

"Míralo, nació apenas ayer".

422 observó la pequeña luna flotando en manos de su dios, el imponente hombre sonreía con alegría, como si estuviese mostrándole un tesoro invaluable. En sus grandes manos de trigo, sostenía una luna, apenas el 43% de los restos de una luna en ruinas y marchita, había escombros flotando alrededor, en el centro de esa pequeña luna; había un hombrecito, acostado en el centro de toda esa destrucción, era un hombrecito de piel de luna y cabello negro.

[Es...es bonito], comentó, buscando palabras suficientes para expresar sus dudas. [Pero...maestro, nacen humanos todos los días, a cada minuto, ¿Por qué este es especial?].

"Él nació de mi".

La sonrisa en el rostro del dios de la misericordia, Cheng Huang, se amplió, había algo en sus ojos ademas de galaxias y estrellas, una emoción que no pudo nombrar, quizás porque el sistema 422 conocía muy pocas, o tal vez porque había pensado, que los dioses superaban incluso las emociones.

Los sentimientos son para los hombres, había pensado. Sin embargo, ahora tenía dudas. [¿No nacen todos de usted?].

La sonrisa del dios se marchitó, mientras impregnaba con más energía, al pequeño ser en su luna. "...ellos estaban ahí antes que yo", murmuró, su dedo acarició con dulzura la mejilla del diminuto ser. "Pero este...este es mio".

[¿Y eso que significa?].

"Trae un mundo", ordenó, ignorando las dudas de 422. "El primero, mi favorito, quiero verlo en el mundo".

[¿Maestro?].

"Ve, apresúrate, quiero ver el color de sus ojos cuando despierte", murmuró, acariciando con su dedo, el suave cabello oscuro. "Han de ser preciosos, escogí el color más cercano a mis ojos...solo eso pude darle de mi".





][


¿Hice algo mal?, la pregunta carcomía al sistema 537, mientras observaba al dios de la misericordia sentarse en la biblioteca, con un pequeño mundo flotando ante él, algo estaría pasando ahí, para que no pudiese apartar la mirada o su extraña sonrisa feliz. [¿Me está...degradando, maestro?], preguntó, como un niño incómodo.

Cheng Huang no alzó la cabeza, estaba tan centrado en ese pequeño mundo, que no encontraba las ganas de siquiera tener está conversación. "¿Has cometido algún error que amerite degradación, 537?".

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