Capítulo 42:

341 67 17
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Hace 10 años...

Mansión de los Park. 06:30pm.

Desde que Jimin tenía la edad de once años su padre se había propuesto a entrenarlo para que fuera todo un profesional en el arte de la lucha. Lo había hecho tener clases particulares de taekondo, de defensa personal, karate y variadas artes marciales. Cuando cumplió doce años hizo que el niño incursionara en el mundo de las armas. Jimin aprendió a identificar los nombres de cada arma que se usaba para juntar un armamento. Aprendió a cargar y descargar estas como también a dispararlas. Practico día tras día apenas pudiendo plegar los ojos por la noche, ya que también los estudios lo mantenían ocupado.

El chico nunca asistió a competencias y todo se hacía desde su hogar, en el campo de entrenamiento que su vivienda poseía en el sótano. Esto se le hacia extraño debido a que los chicos de su edad no tenían que mantener todo este mundo en secreto. Ellos podían practicar artes marciales en dojos y obtener medallas por sus esfuerzos, pero Jimin jamás obtenía reconocimiento de todo lo que hacía y lo que sabía. Su padre lo había convencido de que debía entrenar con cautela para que los demás jóvenes que practicaban en dojos no conocieran su avanzado nivel, y de esta forma poder ganarles fácilmente cuando en el futuro asistiera a una academia.

Le había prometido que él sería uno de los mejores maestros de karate, taekondo y de cualquier otra disciplina que pudiese aprender. Le prometió que todo esfuerzo tenía su recompensa, que algún día él al igual que su hermana ganaría medallas y participaría en competencias internacionales, pero después de Dakho todo se había ido al demonio y su padre ya no estaba interesado por entrenarlo de hecho le había dado la espalda.

Estando ahora con quince años Jimin se sentía más que listo para continuar con sus entrenamientos. Había visitado muchos psicológicos y tenido terapias, los medicamentos habían marcado un efecto positivo en él y ya no se sentía tan agobiado. Ansiaba continuar con el único mundo que conocía, en el único lugar en donde podía desatar todo tipo de estrés.

— Hola padre, ya me siento mejor — saludo al hombre cuando ingreso al campo de entrenamiento.

— Puedo verlo. — pronunció sin siquiera ver a su hijo. Manteniendo su mirada en los guardaespaldas que ahora entrenaban.

— Ya estoy listo para continuar con mi entrenamiento padre. — hablo firme sin moverse del lugar, esperando órdenes.

— ¿Listo? — resoplo cruzando sus brazos - tú nunca estuviste listo y ya no quiero perder más mi tiempo en ti. — respondió indiferente apenas viéndolo directamente al rostro.

— Pero padre sé que puedo competir, el otro día mi maestro me dijo que era uno de los mejores alumnos que había tenido. Pienso que es muy probable que pueda ir a las olimpiadas junto con Soo.

— ¿No entiendes lo que digo? ¿O es que tantos antidepresivos te dañaron el cerebro? — se burlo siendo muy cruel — no pienso seguir entrenándote. Haz dejado en vergüenza a esta familia con tus actos repulsivos. Deberías agradecer que no te expulse del hogar porque sería lo mínimo que te merecerías. Me defraudaste a mi, a tu madre y a tu maestro.

Corrupt - Kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora